Una Antorcha Encendida (Primera Parte)
Junto al Padre Carlos Lojoya |
Se cumplen el cincuentenario
de la muerte del padre Julio Menvielle y desde El Caballero de Nuestra Señora
no queremos estar ausente en este homenaje. Digamos que comenzamos a escribir
unas breves y torpes líneas, pero fuimos encontrando una serie de informaciones
que son importantes y queremos entendemos que debemos compartir con ustedes en
este texto, pero también hemos tenido que dejar algunas en razón del deseo de
publicar en estos días tan especiales. Igualmente, que nos proponemos seguir
incrementando el trabajo, a la luz de nuevas investigaciones históricas que
seguiremos haciendo. Sabemos también que hay otras investigaciones en curso y
las cuales apoyamos calurosamente, no se trata de quien hace la mejor o peor,
de quien la saca primero, de cual está más completa, porque ciertamente cada
uno le podrá ir dando un sentido distinto y apuntará a distintos públicos, creo
que lo más importante es hacer conocer todo lo posible sobre el padre, porque
estamos seguros que su testimonio servirá de inspiración a muchos y anhelamos
profundamente que muchos abracen la causa que abrazó el padre Julio, que no es
otra que la causa Redentora de Cristo.
Como hace Veinticinco años
Volvimos con el título del
opúsculo que publicamos hace veinticinco años, cuando éramos unos muchachos,
porque entendemos que el padre Julio fue, es y será una antorcha que disipa la
tiniebla en un mundo que vive cada vez más oscuro; en una Iglesia que está en
medio de una gran neblina que la hace tomar caminos erróneos y contrarios a su
fin específico que es salvar al hombre del pecado y llevarle a su último fin,
que es levantarse como columna de Verdad en medio de los pueblos; en una
Argentina que ha perdido su esencia y que los efectos de la Revolución
anticristiana vive opacándola y no dejando que sea la gran nación que debe ser.
Las enseñanzas, el testimonio
y la santidad del padre Julio nos iluminan, pero no con su propia luz sino con
la de Cristo a la que ha querido servir y por la que ha luchado los grandes
combates. Cristo Luz, Camino, Verdad y Vida es el único que ha de reinar y es a
Él, a quien el padre Julio le dedica toda su obra. Muchos han renunciado a la
Cristiandad, él nos llama a restaurarla, no a hacerla nueva, cambiando sus
principios rectores, sino que, con los principios rectores de Cristo y el
Magisterio perenne de la Iglesia a restaurarla en todo el orden social, en este
nuestro tiempo en que nos toca vivir.
Los invito a repasar algo de
su vida, dejamos a personas más capacitadas los escrutinios sobre sus obras y
sus enseñanzas, que es inagotable. Sobre ello solo me animo a decir, a
aconsejarles, si me permiten: lean y relean sus libros, son demasiados
actuales y no pueden ser de otra manera porque están fundados en la novedad
cristiana que es siempre nueva y hace nueva todas las cosas
Primeros años y Familia
El 31 de agosto de 1905,
fiesta de San Ramón Nonato, nace en Buenos Aires, Julio Ramón Menvielle, según
refieren las crónicas[1]. Hijo de una familia de ascendencia francesa, su hermana era Ana María,
religiosa y su hermano Martín, encontramos entre sus familiares se encuentran
sus primos de igual apellido y la familia Canale[2]. Además de su hermana religiosa, dos de sus sobrinos (por parte de sus
primos) son sacerdotes salesianos, monseñor Jorge Arturo Menvielle, quien fuera
Obispo en Concepción en Tucumán y de San Justo hasta su muerte y su hermano el
padre Juan Carlos. No pude confirmar, pero entendiendo que Monseñor Arnaldo
Clemente Canale, también era familiar del padre Julio.
Según el diario "La Prensa", realizó
los primeros estudios en el “colegio Pío X”, de reciente fundación (1905) y
regidos por los sacerdotes salesianos, luego tuvo un breve paso –siempre según
un matutino porteño- en la Fundación Amstrong, ligada a los hermanos de
Escuelas Cristiana (Lasallanos) fundado en 1915 en González Catán[3].
La etapa de Formación
sacerdotal
Antes de exponer los datos
sobre el padre Julio en el seminario, permítanme hacer una pequeña mirada sobre
el seminario de Buenos Aires, para comprender un poco más el contexto formativo
del padre Julio.
La formación del clero de
Buenos Aires y los intentos de tener un seminario estable se remontan a un par
de siglos antes, como consecuencia del Concilio de Trento, el 9 de marzo de
1805, el entonces Obispo de Buenos Aires monseñor Lue, erige el Seminario de la
Inmaculada. Este sufrirá todos los avatares de la Patria durante ese siglo. Un
hecho relevante es que la formación del clero estuvo muy ligada a la Compañía
de Jesús y sufrió también las consecuencias de los problemas que tuvieron los
hijos de San Ignacio, a lo largo de la historia. Pero solo de 1865 a 1874 el
clero diocesano se hizo cargo de la formación eclesiástica, en otras etapas del
siglo donde los Jesuitas habían sido expulsados de Buenos Aires, los candidatos
fueron enviados a Chile. Monseñor Aneiros, vuelve a llamar a los padres de la
Compañía que permanecerán hasta la década del sesenta del siglo XX al frente de
la casa de estudios eclesiales de la diócesis porteña.
Como parte de la
estabilización del seminario, en 1899 se logra tener un edificio propio y apto
para la cantidad de postulantes al sacerdocio, previamente el seminario estuvo
en distintas locaciones, entre las que se destaca el edificio de Regina
Martyrum en la intercesión de las calles que hoy se llaman Sarandí e Hipólito
Yrigoyen.[4]
Los estudios filosóficos y
teológicos tenían como regla la “Ratio Studiorum de la Compañía de Jesús” que
se usaban en las casas de formación que los hijos de San Ignacio tenían a su
cargo. Eran tiempos donde la Santa Sede incorporó nuevos criterios académicos
en la formación del clero. Las Encíclicas Aeternis Patris de León XIII, de
agosto de 1879, que trata sobre la restauración de la Filosofía Cristiana
conforme a la Doctrina de Santo Tomás de Aquino. Pascendi Dominici Gregis de
San Pio X, de septiembre de 1907, en el que el Papa santo trata sobre los
errores modernistas y los remedios para enfrentarlos, donde juega un papel
preservar del error a los seminaristas y los Motu proprio, Sacrorum Antistitum
de septiembre de 1910 y Doctoris Angelici de junio de 1914 del Papa San
Pio X, sobre los errores modernistas y las enseñanzas de Santo Tomás en los
Seminarios. Estos señalaron un nuevo horizonte en los estudios eclesiásticos
que, sumados a las exhortaciones Pontificias sobre la santificación del clero y
la predicación de la palabra de Dios, conformaron todo un cuerpo formativo muy
especial.
Por otro lado hay hecho que
debemos destacar y es que dado que “el Gobierno de la República nacionalizó la
Universidad Pontificia de Córdoba, y fueron suprimidas en ellas, las facultades
de Teología, Derecho Canónico y Ciencias Eclesiásticas”, tal como reza la carta
colectiva que elevaron los Obispos argentinos al Santo Padre Benedicto XV,
solicitándole que concediese al Seminario Metropolitano de Buenos Aires las
“facultades de estudios mayores, o sea de Filosofía, de Teología y de Derecho
Canónico, de manera que puedan en el mismo conferirse grados académicos”[5], que hasta el momento era exclusivo para quienes cursaban sus estudios
en Roma. Pronto la Sagrada Congregación de Estudios, responde afirmativamente
el 20 de noviembre de 1915 por medio de un decreto que impone un “programa
especial de materias, equiparadas al estudio que por entonces regían los
gimnasios europeos, exigiendo los cursos de humanidades y ciertas proposiciones
obligatorias que debían ser tenidas en cuenta en la formulación de la tesis
filosóficas y teológicas”[6] .
El 23 de diciembre de 1915 el
Papa Benedicto XV firma el Breve Divinum Praeceptum por el cual erige en el
Seminario la facultad de Teología por el cual se pueden conferir los
títulos de Bachiller, Licenciatura y Doctorado: “Habiendo entendido y
reconocido (…) que en el seminario de Buenos Aires los estudios inferiores
están ordenados bastante correctamente y que los estudios superiores, es decir,
la filosofía y la sagrada teología, están estructurados como los de la
Universidad Gregoriana de Roma; además, tanto la habilidad de los
maestros, como el número y diligencia de los discípulos, y todo el resto del
personal perteneciente a la escuela son dignos de la mayor alabanza. Hemos
decidido acoger amablemente las oraciones dirigidas a Nosotros. Por tanto,
con esta carta, con Nuestra Autoridad Apostólica, instituimos y
declaramos establecidas para siempre las facultades de Filosofía y Sagrada
Teología en el Seminario Arzobispal de Buenos Aires, según los cánones de la
Iglesia, con todos los derechos y prerrogativas individuales que, aprobados por
esta Santa Sede, se suelen atribuir a tales instituciones. Con igual
autoridad de la Nuestra, conferimos al Arzobispo de Buenos Aires la facultad,
por cuatro años, de otorgar títulos académicos, es decir, el Bachillerato,
la Licenciatura y Doctorado tanto en Filosofía como en Sagrada Teología,
sólo a aquellos alumnos que hayan asistido regularmente a las escuelas del
mismo seminario, sin embargo, mientras se respeten religiosamente las
normas vigentes en la Universidad Gregoriana de nuestra Ciudad de Alma y
mientras los Doctores Decuriales de ambas disciplinas antes mencionadas defiendan
y difundan escrupulosa y enérgicamente la pura doctrina del divino Tomás, como
lo ordenaron solemnemente en varias ocasiones los Romanos Pontífices, Nuestros
Predecesores.“[7]
Este hecho fue trascendente y
elevó los programas de estudio, pronto hubo un número importante de egresados
que alcanzaron estos títulos. Estos nuevos programas “trajeron grandes
beneficios al clero, cada vez más preparado para hacer frente a los desafíos
del siglo”[8]
Quizás a algún lector le
parezca irrelevante estos datos para hablar del padre Julio, pero entendemos
que son muy importantes a la luz de la obra del padre Julio, claramente ha
bebido en el seminario una muy influyente formación Tomista, aunque como dicen
los expertos ha sido el camino para ir a la fuente directa de Santo Tomás, tan
recomendada formación por el Magisterio Pontificio de todos los tiempos.
También nos permite entender porque su doctorado es en el mismo Seminario de la
Inmaculada en Devoto, nos queda conocer la temática de sus tesis, que
seguramente ha rondado en Santo Tomás de Aquino, pero es pura inferencia
nuestra.
Veremos que esta formación en la sana doctrina de Santo Tomás, con la influencia Jesuita de aquella época y la formación juvenil con los discípulos directos de San Juan Bosco y toda su obra evangelizadora, especialmente en la juventud, aunque breve su paso por una escuela de los Hermanos le Lasalle, no nos sorprende su impulso a la educación, hay que recordar que San Juan Bautista funda la institución en medio de la Revolución Francesa y su ataque a la educación.
El padre habría ingresado al
Seminario en 1917 (con doce años de edad), según indica el diario La Prensa[9]. En 1923, treinta y siete miembros de la Orden Compañía de Jesús, entre
los que se encontraba el padre Castellani, pasaron a cursar sus estudios en el
Seminario de Devoto[10]. Al finalizar sus estudios, junto a nueve compañeros[11], reciben el orden del presbiterado. Era el sábado 20 de diciembre de
1930, en una Misa celebrada por el Vicario General de la Arquidiócesis de
Buenos Aires monseñor Santiago Luis Copello[12], a la postre arzobispo y primer cardenal argentino, en la Capilla del
Seminario[13].
Entre sus compañeros destaquemos al padre Derisi, destacado tomista y Luego Obispo auxiliar de La Plata y una de las figuras claves en la fundación de la UCA, de la que fuera su primer rector, y los Cursos de Cultura Católica en los que también intervino y mucho el padre Julio. El mismo Derisi llamará al padre Menvielle “su condiscípulo y hermano en el sacerdocio”[14].
Foto del Seminario que me mando el padre Hidalgo |
También estará el padre
Enrique Lavagnino, párroco destacado de varias parroquias importantes de Buenos
Aires a lo largo de su vida (Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Resurrección
del Señor, Transito de San José, San Cristóbal y Santa Rosa de Lima) y clave
sin duda para su llegada a Versailles.
El padre Castellani, que ya ha
viajado a Roma para continuar sus estudios y ha sido ordenado allí también en
1930, con esta otra lumbrera de la Argentina tendrán una relación estrecha y
con sus particulares características personales caminaron por senderos muy
parecidos en su magisterio. Fue Castellani quien le llamará el “párroco del país”.
Inicios del Ministerio
Con esta formación intelectual
y dueño de un celo apostólico, quizás contagiado en las anécdotas de los
grandes misioneros jesuitas, como Francisco Javier y tantos otros, embebido del
deseo de hacer todo la mayor Gloria de Dios, tal el lema de los Jesuitas “Ad
Maiorem Dei Gloriam” y con el espíritu salesiano de amor a la juventud, sale el
padre Julio a ejercer el ministerio allí donde la autoridad eclesiástica le
ponga.
A la luz de su vida podemos
utilizar las palabras de Monseñor Jorge Biturro, para entender el celo del
padre Julio, hablando de que el sacerdocio no es para «cambiar el mundo» en el
orden exclusivamente temporal como a veces se presente, sino que les dice a los
sacerdotes: “Nuestro destino al que no podemos renunciar sin renegar nuestro
ser más radical, consiste en «salvar almas»”[15].
Con ese espíritu se
dirige a ocupar su puesto como vicario cooperador de la Parroquia San Vicente
de Paul, en Mataderos[16]. Cabe destacar que esta Parroquia había sido fundada en 1913, por el
padre lazarista el R.P. Luis Naón quien la construyó en terrenos donados por un
tío (que poseía amplia cantidad de tierras en Mataderos). La obra la realizó
con gran celo apostólico, que le llevó incluso a perder la vida al caer del
techo, haciendo un último arreglo antes de la inauguración del Templo. En su
reemplazo es nombrado el P Miguel Lloveras, a quien años más tarde, fue ayudar
el Julio Menvielle. Con estos ejemplos frente a Él comienza su actividad,
demostrando ya su capacidad de trabajo y de apostolado. La revista digital
“Aquí mataderos”, nos acerca a esas primeras acciones cuando en 1931, nos
cuenta, que “El teniente Cura de la iglesia de San Vicente de Paúl es
apadrinado por los propietarios de la Tienda Las Filipinas. El padre Meinvielle
recibe así gran ayuda para embellecer la iglesia.”[17]
También ha sido capellán de
las Hermanas de la Misericordia.[18]
Nuestra Señora de la Salud
En 1927 la Arquidiócesis de
Buenos Aires adquirió un solar formado por 7 lotes en la zona de Versailles[19], donde la Liga Cooperadora del Culto Católico fundó un oratorio,
levantando un saloncito de 7 x 5 m sobre la calle Bruselas, en el fondo se
levantó una habitación y una letrina. El saloncito ofició de capilla y a ella
llegó la imagen de Nuestra Señora de la Salud en 1928[20], réplica de la imagen que se venera en Molinara, diócesis de Benevento
en Italia. La imagen fue donada por el padre Emanuelle a Monseñor Copello, por
entonces Vicario General, con el propósito de que el Sr. Obispo, encargado de
la fundación de Iglesias, se digne fundar una parroquia bajo el patrocinio de
Nuestra Señora de la Salud en Buenos Aires.
La imagen llega el 16 de
noviembre de 1928 y en el oratorio se fundaron varios grupos (Hijas de María, Apostolado
la Oración y los Vicentinos). Con el objetivo de mover a la conciencia al
barrio se realizó una acción misionera con carpas, a partir de lo cual se hizo
la solicitud de elevación a Parroquia del Oratorio.
Nos amó primero
Podemos parafrasear al Apóstol
para referirnos al padre Julio, que ciertamente amó a Versailles y a cada una
de las almas que vivían ahí y en Villa Real, aún antes de conocerlos. Amaba
como ama el sacerdote, nos amaba como ama Cristo, hasta la entrega total para
nuestra salvación. Ya nos quería, y digo quería porque tengo el honor de haber
nacido en Versailles, aunque lamentablemente no llegué a conocerle
personalmente, su amor por Versailles se extiende por las generaciones.
Como el amor del Maestro,
superaba a los que vivieron en el tiempo de su curato, amó a Versailles y a
todos los que allí habitaron, habitaban y habitarán. Al escribir este homenaje
lo hago, también, en nombre de cada uno de los vecinos que recibieron
directamente ese amor sacerdotal y que le amaron profundamente y filialmente. Somos
herederos y deudores del amor que dio al barrio el padre Menvielle, y del amor
que le profesó el barrio al padre Julio.
Porque nos amó primero y amó
con celo apostólico a cada alma, no dudo en pedir el desafío pastoral que implicaba
la formación de una nueva parroquia y cuando visitando a su amigo y compañero
de ordenación, el Padre Enrique Lavagnino, párroco de Nuestra Señora del
Perpetuo Socorro, se encuentra con los Vicentinos que le cuentan la misión que
estaban realizando y el pedido que habían realizado para que la capilla sea
elevada a Parroquia. En ese momento, se encendió su celo apostólico y no dudó
en ofrecerse para la empresa al nuevo arzobispo monseñor Copello[21]. En virtud de ello al crear la Parroquia Nuestra Señora de la Salud, el
31 de diciembre de 1932, el flamante arzobispo, nombra al joven sacerdote, Dr.
Julio Ramón Menvielle como su primer párroco.
No quiero seguir adelante sin
destacar con fuerza este hecho, la capacidad intelectual del padre Julio, sus
estudios podrían haber hecho que el joven sacerdote buscará otros destinos más
intelectuales, que esperará otros lugares donde, aún sin esa deformación que es
el carrerismo eclesial, pudiese desplegar con más fuerza su actividad
intelectual. Pero no era doctor en filosofía y teología primero, ante todo y en
todo era sacerdote. Aquel doctorado era la añadidura que lo llevaba a ejercer
de mejor modo su vocación. La primera misión del sacerdocio es la de salvar
almas, hacer santos pues. Con los años llegó a afirmar que “si no produce
santos, el Sacerdocio Católico es estéril y como la higuera estéril del
Evangelio, no sirve sino para el fuego”[22].
Su corazón, su corazón
sacerdotal no buscaba otra cosa, su alma solo se encendía con el deseo de
salvar almas. Toda su obra estará signada por este deseo, que es la expresión
mayor del amor Redentor de Cristo.
Con estos sentimientos,
“valija en mano”, tomó el camino hacia Versailles. Y, en un “lejano día
de marzo de 1933”[23], llega hasta la Parroquia, junto a un vecino que lo guía en el último
tramo, para llegar a la esquina de Marcos Sastre y Bruselas. Era el domingo,
sino fallan los antiguos calendarios consultados, 19 de marzo de 1933[24], Fiesta de San José. En la capilla “no hay nadie, todo está
cerrado. Por fin un feligrés se acerca, abre la puerta de una muy pequeña
piecita, le muestra la humilde capilla y le dice: ¡eso es todo!”[25].
Así asumió, con la solemnidad
de los sencillos, el primer párroco de Nuestra Señora de la Salud, que
comprendía parte del barrio de Versailles y de Villa Real, permaneciendo a
cargo de la Parroquia hasta noviembre de 1950. Aunque se quedó, aún sin
quedarse, hasta el último día de su vida.
Porque amó a Versailles aún
antes de conocerlo y lo amó hasta el final, lo amó con el corazón de Cristo,
por Él y en Él desplegó, toda la acción misionera de la Iglesia para el bien de
las almas, a las que amaba entrañablemente. Allí en ese Templo, esperan
sus restos la Resurrección Final, como centinela de nuestro barrio, mientras su
alma está «pasando su Cielo haciendo el bien», por Versailles, por la Iglesia y
por la Patria
Instituciones Parroquiales
Eran años donde los males de
la revolución anticristiana se esparcían fuertemente en las naciones. El
laicismo y protestantismo, el liberalismo y el comunismo penetraban en la
sociedad y corrompían las conciencias, sumado a los errores modernistas en el
seno de la Iglesia. Todo esto era denunciado y corregido por el Magisterio
Pontificio. Magisterio que a la luz del Evangelio iluminaba todas las órdenes
de la vida. El Magisterio Social iluminaba las almas en medio de un mundo donde
un “cúmulo de males había invadido la tierra” y la esencia de esto era que el
mundo había rechazado el “el imperio de nuestro Salvador”, y frente a esto la
Iglesia daba solida respuesta, por eso se fueron fundando instituciones que
dieran a los jóvenes y no tan jóvenes respuestas desde la fe, donde tuviesen
una formación en la Fe que habían perdido en las escuelas con la secularización
de la sociedad. Tres instituciones claves fundan el padre Julio, siguiendo el
movimiento eclesial de su época.
Pío XI había definido y
organizado el movimiento de la Acción Católica, en 1931. Esta “participación y
la colaboración del laicado en el apostolado jerárquico”[26], que en Italia ya se organizaba para el bien de la Iglesia. El entonces
padre Caggiano y otros sacerdotes, la trae prontamente a la Argentina y a ellos
se suma el padre Menvielle, quien en Versailles, “estableció las cuatro ramas
de la Acción Católica Argentina con sus secciones preparatorias de niños y
aspirantes”[27], siendo a la vez colaborador en la formación de la institución en
ámbito arquidiocesano y nacional.
La Acción Católica es para el
padre Menvielle, “acción del Padre por Jesucristo que vive sobreabundante en el
alma cristiana; acción santa y santificadora”, la eficacia de la
institución no está en la energía desplegada, sino “en la santidad vivida”[28].
A principio del siglo XX,
Robert Stephenson Smyth Baden Powell, comienza a desarrollar sus ideas sobre el
escultismo con un método para muchachos, un sistema de patrullas, con una ley
que ordena la vida y con el sistema de campamentos, el primero será en 1907. En
1908 escribirá el primer libro “Escultismo para muchachos”. Pronto el padre
Jesuita Jacques Sevin irá a Inglaterra a estudiar el método y en 1916 creará el
primer grupo scout católico en Francia[29]. En la Argentina con la publicación del libro de Baden Powell comienzan
grupos aislados y en 1912 es institucionalizado por el presidente
Yrigoyen.
En 1916 en la Argentina de la
mano del padre salesiano José Vespignani, luego de haber acompañado al padre
Lorenzo Maza, daba comienzo los exploradores de Don Bosco, con un método
similar pero distinto.
El padre Menvielle que
ha conocido esta experiencia, crea una agrupación en mayo de 1933, que primero
llevará el nombre de “Exploradores de Versailles”, luego “Exploradores
Católicos Argentinos”, comenzando así a delinear los principios generales de la
institución. Con el tiempo y dada la gran cantidad de chicos que se habían
sumado, el padre entiende que la agrupación necesita un orden mayor que los
exploradores no tenían y en cambio si el modelo de Baden Powell. Profundiza en
el método de Powell que, según monseñor Bruno Solages, rector del Instituto
católico de Tolosa, es una “empresa para captar y educar las fuerzas del
ensueño que brotan en el niño, (..) un gran juego, pero para educar por el
juego”[30]. Entonces, si bien entiende que los exploradores son una obra
respetable, valora más el espíritu de Baden Powell. Entonces aquella primera
agrupación adoptará íntegramente el movimiento[31], creado en Inglaterra, seguramente, siguiendo también la experiencia
del padre Jesuita Jacques Sevin, quien había fundado el escoultismo católico en
Francia[32]. La agrupación comienza a llamarse, entonces, “Los Scouts de Baden
Powell”. Esta obra contó en sus comienzos, “con más de cien muchachos, a los
cuales, además de la educación scout, les proporcionaba un mes de vacaciones gratuitas
en distintos lugares de la república”[33].
González Arbas nos trae una
entrevista en el diario Los Principios, con ocasión del campamento en la Calera
en 1936, en la que el padre Julio afirma sobre lo que pretende crear el
scoutismo en las nuevas generaciones. Dice que busca formar una “generación
nueva de muchachos con un espíritu de solidaridad social, de lealtad, o sea de
respeto a la ley y alegría en cumplimiento del deber y sobre todo de abnegación
y sacrificio para estar siempre listos para hacer el bien cueste lo que cueste.
En otras palabras, quiere formar ciudadanos fuertes que sean verdaderos
caballeros, en el sentido medieval de la palabra, de suerte que no sirvan
para sí mismo sino para los demás. (…) La vida del scout debe estar regida
por la promesa y la ley scout, que no es más que una adaptación de los diez mandamientos”[34].
Caló tan hondo en aquellos
jóvenes el scoutismo que cuando ya eran mayores, crearon la Asociación de los
Antiguos Scouts (1954), que se reunían habitualmente hasta que se fue
completando más, el Campamento con el Gran jefe en el Cielo. Hace poco partió
Atila, el que más me inspiró en el barrio, el amor a Menvielle.
Oreste Casucci, ingresó
a la Agrupación a mediados del 34, junto con su hermano Fernando, formando
parte de la “Patrulla Pumas”, que siguió en Mendoza dentro del scoutismo, pone
en palabras lo que muchos me han dicho con sus testimonios, a lo largo de los años:
“«Julito» (con todo el respeto y veneración que le tengo, pero así lo
llamábamos entre nosotros), ha significado para mí: TODO LO QUE SOY Y LO QUE
TENGO SE LO DEBO A ÉL. (…) En la época en que comía salteado (es un decir
diciendo) y toda la entereza para luchar la saqué de nuestra LEY SCOUT, que el
VISIONARIO PADRE JULIO NOS ENSEÑO CON SU DULCE PALABRA… y a castañazos! No he
llegado ser un hombre de fortuna, pero sí un afortunado”[35].
Este grupo hoy, noventa años
después, sigue vivo y sostiene cierta mística de aquellos primeros scouts de
Versailles, fundados por Menvielle.
En 1937, con un encendido
mensaje en la sede de la Acción Católica, comienza a dar forma a lo que sería
la Unión Scout Católicos de Argentina, que proyecta la obra del padre Julio a
todo el país. Es importante indicar que el scoutismo laico, estaba siendo atravesado
por la masonería, como lo dijera el padre Herrera Gallo en 1998 en una homilía
homenaje.
El padre dejará en claro, en
el discurso en la Rural de 1943, los principios católicos del movimiento: “En
nuestro país católico el scoutismo de nuestros muchachos católicos debe estar
profundamente penetrado por el espíritu sobrenatural de la Iglesia Católica. Si
no fuera así lo repudiamos con todas las fuerzas del alma”[36].
La otra respuesta que la
Iglesia da a los difíciles años, son los Círculos de Obreros Católicos, que en
la Argentina fueron creados por el padre Grote y que luego se unen con la
Juventud Obrera Católica, una respuesta de la Iglesia para los obreros que
veían amenazada su fe con las falsas doctrinas del socialismo. El padre Julio,
también da lugar en Versailles a esa respuesta firme de la Iglesia contra los
males del tiempo, por eso crea “el Círculo Católico de Obreros León XIII[37] y las ramas de la JOC[38] (masculina y femenina)”[39]. Ángel Tachella indica que el padre con la JOC, “forma en profundidad a
los hombres que ansían trabajar en la vida sindical, dentro de una concepción
católica de la economía”[40]
Sin duda, es la acción del Padre
Julio una acción en línea con lo pedido por el Papa Pío XI, “Contra este
tipo de modernismo moral, jurídico, social, no menos condenable que el conocido
modernismo dogmático, es necesario, pues, recordar aquellas doctrinas y
prescripciones que hemos mencionado; es necesario despertar en todo ese
espíritu de fe, de caridad sobrenatural y de disciplina cristiana, que es lo
único que puede dar su recta comprensión e imponer su observancia. Todo
esto debe hacerse más que nunca con los jóvenes, (…) para que en la confusión
general no sean, como dice el Apóstol, "llevados aquí y allá por cualquier
viento de doctrina, según el engaño de los hombres, por su astucia que tiende a
inducirlos al error" [ 56 ] .”[41]
La Caridad en el Centro de la
Misión
Las Conferencias Vicentinas
fueron el centro de la acción misionera en Versailles, ya desde el tiempo del
Oratorio y a su acción se les debe la Parroquia, el padre Julio le dio la
importancia que debía en su misión puntual que era la de la Caridad con los más
necesitados. Una tarea que el padre le encomienda a estos seglares pero que
enseña más que nada con el ejemplo. No se hablaba de una “opción preferencial
por los pobres”, pero la Iglesia siempre tuvo una acción particular sobre las
necesidades corporales de la gente, las obras de misericordia no son inventos
de esta nueva época, sino desde los primeros años de cristianismo. Antes había
una clara antropología cristiana, que hacía que esas obras fueran no acciones
puramente humanas, sino que brotaban del encuentro personal con Cristo y como
fruto de ese encuentro verdadero se dispensaba la caridad, no superioridad como
presuponen algunos, sino con verdadero amor fundido e inspirado en el amor del
Señor a cada hombre, fundado en la Cruz, verdadera cátedra del amor de Jesús.
Lo demás es acción social o
politiquería barata. No se resuelven los problemas del mundo sin Cristo, por el
contrario, se profundizan en todos los órdenes de la vida y eso lo tenemos muy
claro en este tiempo donde se ha borrado a Cristo como Alfa y Omega de la vida
social y el hombre ha olvidado su fin último, a veces hasta en la propia
Iglesia, se deja de predicar este fin último.
Estas obras de misericordia
corporales vieron en el padre Julio la acción permanente, es harto conocida la
donación del colchón, de suyo Antonio Caponnetto cuenta que, en 1983, el Dr.
Guido Soaje Ramos, en un homenaje al padre Menvielle en el colegio Lasalle, durante la charla contó la historia del colchón. Un oyente pidió
la palabra y aseguro ser el destinario del colchón y que "gracias al gesto de
caridad del padre pudo rehacer su vida[42]”
Don Cámara, cuenta como dormía
en un dormitorio de 2x2, con un altillo donde estaba la máquina de cine y luego
en una habitación construida, dormía “en un quillango[43] extendido sobre el piso de baldosas; la cama con todo su ajuar lo donó
a los vicentinos para sus socorridos”[44].
“Dio de beber a los
sedientos, descanso al peregrino, ayuda al pobre, consuelo al afligido, colchón
al que no poseía nada. Él dormía sobre tablas, debajo de una infernal máquina
de cine, pero nadie que se acerque se irá con las manos vacías”[45].
Un hecho al que no había
atendido, durante muchos de estos años, es la acción del padre en una villa. Es
cierto que había escuchado varias ideas sobre el particular pero a raíz de un
documento que llegó a mis manos, pude releer mejor el libro que hiciera el
padre Buela[46] y ahí este indica que la capilla que durante dos años atendió el padre
Pablo Di Benedetto y a la que acompañaban los jóvenes de la Acción Católica en
Villa Jardín[47], a orillas del Riachuelo, fue comprada por el padre Julio,[48] entre quienes acompañaban al padre Di Benedetto, estaban los jóvenes
Lojoya y Buela de la Parroquia de San Bartolomé.
Son varios testimonios que
indican que el padre, en la Santa Casa de Ejercicios, tenía sobre su escritorio
montículos de distinto tamaños de monedas para los pobres. Cada uno venía y
tomaba al suyo, en algunos casos él les daba billetes. También están los
relatos que la comida le repartía en tres, un pedazo para él y el resto para
dos indigentes, a los que les pasaba la comida por la ventana.
El padre Buela cuenta que
“ayudaba absolutamente a todos, incluso a los que sabía que le estaban
mintiendo o que estaban en el campo contrario. Su dicho era: «en rigor, hay que
hacer el bien sin mirar a quién». En un papel anotaba lo que prestaba y a quién
y, al lado, a veces, escribía «que nunca me lo va a devolver»[49]. Kiko, mi peluquero en Versailles, nos contaba que un amigo suyo,
adversario del pensamiento del padre, estaba detenido y le falleció el papá.
Fueron a ver al padre y fue el padre quien, a pesar de refunfuñar diciendo
“¡ustedes los de Versailles, siempre con problemas!”, levantó el teléfono y
consiguió que aquel joven pudiera despedir a su padre.
Dar buen consejo al que lo
necesita, ha sido una obra de Misericordia que muchos han recibido del padre,
en todos los órdenes de la vida. Me han contado de cierta persona que le han
ido muy bien en los negocios, que uno de los primeros consejos para hacer
fortuna los recibió del padre, por eso a lo largo de su vida no ha dejado de
hacer el bien. Era un sacerdote que “siempre tenía una palabra justa y un
consejo sano”[50].
La otra obra de misericordia,
que ha ejercido el padre es la de “consolar al triste”, muchos son los
testimonios sobre esto, pero hay uno que es particularmente importante y que
habla del corazón de padre y pastor del padre Julio. El padre Carlos Múgica,
había estado muy cercano al padre Julio e incluso algunos dicen que ha sido
vocación del padre, sin embargo, luego de su ordenación había tomado caminos
muy distintos y con grandes desvíos. Cuentan que un día estando comiendo el
padre Julio con algunos seminaristas, entra el padre Múgica seriamente
acongojado, habría dicho “padre, me van a matar y no quiero morir fuera de la
Iglesia Católica”, el padre Julio lo llevó a una habitación y conversaron
durante una hora, al finalizar la reunión los comensales vieron salir a Múgica
muy consolado y tranquilo[51].
La caridad ha estado en el
centro de la misión del padre Julio y le ha movido en toda su acción
evangelizadora, en la cura de almas o en la acción intelectual.
La Pastoral de las Puertas
Abiertas
Hoy se escucha hablar
permanentemente sobre ser una Iglesia de puertas abiertas. ¿Alguna vez no lo ha
sido la Iglesia?
Las Puertas siempre han estado
abiertas para recibir a todos los que a ella quisieran venir con sinceridad y
buscarán encontrarse con Cristo. El padre Julio no rehusó este mandato eclesial
y ejerció su pastoral en ese sentido. La llamó “«la Pastoral de las puertas
abiertas». Todo el mundo podía entrar a su casa, (..) no había «santo
santorum», es decir, lugares vedados. En más de una oportunidad – dice el padre
Buela - nos repetía: «en la doctrina ha: hay que enseñar fielmente la de
Nuestro Señor Jesucristo, sin ceder un ápice; en el apostolado: hay que ser lo
más abierto posible, porque por todos murió Cristo en la Cruz»”[52].
Una Gracia para el barrio
Dice San Juan Pablo II, que
“los ministerios ordenados -antes que para las personas que las reciben – son
una gracia para la Iglesia entera”. Pues si para Versailles tener un sacerdote
era ya una gracia de Dios, cuanto más, un sacerdote con las características del
padre Julio. Sin duda, “Dios deparó al barrio una gracia especial al enviarnos
en el primer párroco una persona capaz, inteligente y desinteresada que se dio
totalmente a la Parroquia y al barrio donde todo estaba por hacer”[53] y estas palabras de Don Cámara, son las que he recogido a lo largo de
mis ya largos cincuenta y dos años de tantos y tantos vecinos de Versailles y
que hago mías cada vez que voy ahondando en la vida del padre, en la acción en
el barrio y en sus libros.
En términos similares, Ángel
Tachella, lo despide como, “un auténtico misionero de Cristo, su fe era sólida,
fe de quien conocía a fondo el Evangelio y su deseo era llevar la buena nueva
al barrio que le habían destinado sus superiores. Comenzó entonces lo que
sería una obra titánica, como sólo pueden llevar a cabo los que tienen el fuego
de Dios en las almas”[54].
Obra titánica que superó los
límites de la parroquia, en la que amplió rápidamente y embelleciendo y dejando
luego un enorme Templo, de estilo “Basilical moderno”, que llevó al Cardenal
Copello a exclamar «¡esto no es una Iglesia, esto es una catedral! »[55]. Como también dejo admirado al Cardenal Quarracino, cuando la visitó en
1990 y fue lo primero que manifestó al llegar al Altar. Y eso que él la
conoció, cuando ya habían sido destruidas muchísimas obras que la embellecían
(la Mayólica de la Virgen, los Vía Crucis, etc.)
Decíamos, que la obra, superó
los límites de la parroquia y de lo espiritual, y se proyectó hacia el
desarrollo social. Cámara, también nos cuenta sobre el particular, “consiguió
que la antigua línea de colectivos II, terminará en la estación de Versailles (…),
línea que paso a ser la 119”, también logró “la pavimentación de varias calles
del barrio, la fundación de varias instituciones parroquiales en beneficio
sobre todo de la juventud de ambos sexos, como academia de labores, corte y
confección, clases de dibujo, idiomas, taller mecánico… “[56].
Sabemos que ha
colaborado para que se concretaran los edificios escolares de la escuela N.º 16
y N.º 25 sobre la calle Bruselas entre Lazcano y Arregui, impulsadas por
instituciones barriales no confesionales. Otro de los regalos que nos dejó el
padre Julio al barrio, es el mástil de la Plaza Ciudad de Banf, donde tantas
veces hemos izado y arriado la enseña Patria. En mi niñez fui testigos de las
fiestas Patrias en la Plaza, hermosos desfiles de las fuerzas de seguridad y
armada, de las exhibiciones de los bomberos, etc. Claro, estas cosas se vivían
cuando las Fiestas Patrias no eran feriados para el turismo, sino fiestas
verdaderamente Patrias. Si eso lo vivimos en la infancia, fue gracias al padre
Julio que hizó posible que el pabellón nacional este en lugar tan
destacado.
En el artículo a raíz del
fallecimiento del padre Julio, destaca el diario La Nación que, “interesó a las
autoridades en los problemas de vivienda, de la niñez y de la juventud”[57]
“Su pensamiento constante era
apartar a los chicos de la calle”[58], funda a cargo de los Jóvenes de la Acción Católica en 1937 el “Ateneo
Católico de Versailles”, que desaparece para dar lugar a la fundación al
“Ateneo Popular de Versailles”[59].
Luego de la compra de los
terrenos, llevan adelante las obras, el club fue su desveló hasta el último día
de su vida. Dice el padre Herrera Gallo en la homilía hace veinticinco años,
que el padre estaba convencido que el deporte era uno de los caminos para que
los jóvenes conocieran a Dios. Aunque el ateneo estaba abierto a todos, y
cuando decimos a todos, es a todos verdaderamente. Confiaba en la providencia y
cuando las cosas apretaban, no se dejaba amedrentar: “Hagamos más deudas”
decía.
Consigue la donación de una
biblioteca y la establece en el Ateneo, cuando estuvo ausente un tiempo ve que
han traído libros no recomendables para la juventud en el periodo de formación[60] y encomienda a mi padre Domingo y a Silvia Ortiz (Silvita) que compren
libros en Huemul y reemplacen los mismos.
Recuerdo que un día Kiko, el
peluquero del barrio me contó como el padre vio a un chico jugando en la calle
y le dijo, «¿Qué haces jugando en la calle, ándate al club?» El chico le
respondió que no podía pagar y el cura le sentenció: “¿Quién te manda a pagar?
¡Andá para el club y decíles que te manda el padre Julio”[61]. Siempre me quedo la duda, si Kiko no me contaba su propia
historia.
En noviembre de 1990 cuando el
flamante arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Quarracino (todavía no era
Cardenal) visita la Parroquia da cuenta que en los años treinta en el seminario
él ya escuchaba hablar de las obras del padre Julio, en especial del Ateneo y
sus instalaciones. Sin duda como dice Cámara, el Ateneo “fue orgullo no sólo de
la zona, sino de la capital”. Los triunfos deportivos se cuentan por miles,
pero más el bien hecho a las almas de aquellos niños y jóvenes y de la
comunidad toda.
Carlos, un vecino muy querido,
me contaba como el padre visitaba las familias y conversaba con todos. Los
hombres solían ser más duros en aceptar la doctrina social católica y eran los
que tenían las conversaciones más largas con el padre en esa cena. Discutían a
la vez que se entrelazaban amistades duraderas.
Creo no recordar que ningún
hombre del barrio que haya conocido y que haya sido niño o joven en aquella
época, no me haya contado su paso por el grupo scout o recuerdos de las
funciones de cine que el padre ofrecía en el salón parroquial, que él mismo
construyó, o que no haya ido al Ateneo.
[1] No hemos podido confirmar si
ha sido en la Ciudad de Buenos Aires o en la provincia.
[2] Estos datos los recabamos con
los Avisos Fúnebres del diario La Nación y La Prensa del 3 y 4 de agosto de
1973
[3] Diario La Prensa, 3 de agosto
de 1973. Necrológica en ocasión del fallecimiento del padre Julio
Menvielle
[4] Tomamos estos datos del
trabajo “Apacienten el Rebaño de Dios. Libro del Centenario del Seminario en
Villa Devoto 1899-1999” editado por Monseñor Dr. Antonio Marino y Pbro. Dr.
Mario Aurelio Poli Bs. As. 1999 (en adelante “Apacienten…”
[5] Padre Mario Poli, “El
Seminario en el siglo XX”, aporte del padre al trabajo “Apacienten el Rebaño de
Dios. Libro del Centenario del Seminario en Villa Devoto 1899-1999 editado por
Monseñor Dr. Antonio Marino y Pbro. Dr. Mario Aurelio Poli Bs. As. 1999 (en
adelante Padre Poli)
[6] IDEM
[7] BREVE DIVINUM PRAECEPTUM S.
S. Benedicto XV
[8] Poli
[9] Diario La Prensa, 3 de agosto
de 1973. Necrológica en ocasión del fallecimiento del padre Julio
Menvielle
[10] Poli
[11] Alejandro Martina, Nicolas
Derisi, Fernando Garay, Emilio Gidaszewski, Enrique Lavagnino, Juan O´Toole,
Augusto Perin, Juan Sepich, Alberto Villalonga
[12] Diario La Prensa, 3 de agosto
de 1973. Necrológica en ocasión del fallecimiento del padre Julio
Menvielle
[13] Hoy la Parroquia Inmaculada
Concepción de Devoto
[14] Aviso Fúnebre, Diario La
Prensa 4 de agosto de 1973
[15] Testimonio de Monseñor Jorge
Biturro aporte en el trabajo “Apacienten el Rebaño de Dios. Libro del
Centenario del Seminario en Villa Devoto 1899-1999 editado por Monseñor Dr.
Antonio Marino y Pbro. Dr. Mario Aurelio Poli Bs. As. 1999
[16] Algunos lo han ubicado en
Balvanera como primer destino, e incluso cuentan una anécdota con un Obispo que
le indicó que no leyera a Santo Tomas, quizás haya estado ahí previamente, los
datos que tenemos, hasta ahora, es que estuvo en la Parroquia de Mataderos.
[17] https://aquimataderosonline.com.ar/cronologia-cien-anos-de-mataderos-ofelio-vecchio-1931-1940/
[18] Diario La Prensa, 3 de agosto
de 1973. Necrológica en ocasión del fallecimiento del padre Julio
Menvielle
[19] Lo que sigue está tomado de
un escrito por Guzmán Cámara vecino de Versailles y feligrés de la Parroquia
hasta su muerte, a fines de los noventa del siglo XX. Escrito realizado para
Junta de Estudios Históricos de Versailles (Lo citaremos más adelante como “Cámara”)
[20] Llega la nueva imagen el 16
de noviembre de 1928 y será así establecida la Fiesta Patronal en ese
día.
[21] Monseñor Copello había sido
nombrado Vicario Capitular el 2 de agosto de 1932 y arzobispo el 20 de
septiembre de 1932
[22] Padre Julio Menvielle,
homilía primera Misa del padre Buela
[23] Ángel Tachella, Palabras al
finalizar la Misa de Cuerpo Presente 4 de agosto de 1973 (en adelante Tachella)
[24] Cámara
[25] Tachella
[26] Pío XI Carta Encíclica NON
ABBIAMO BISOGNO
[27] Cámara
[28] Concepción Católica de la
Política
[29] https://scouts.es/historia-scouts-msc/
[30] Arbas
[31] Cif. Discurso en el
Meinvielle en el torneo del 43 publicado en “Los Scout de Menviele Historia de
la Agrupación N.º 1 Nuestra Señora de la Salud”, Fabián González Arbas 2
de agosto de 2001 (La Rural)
[32] González Arbas cuenta que el
sacerdote Jesuita había escrito un libro sobre el particular, que el padre se
consigue y lo lee íntegramente en francés, idioma que manejaba a la
perfección.
[33] Cámara
[34] Arbas
[35] Carta al director de “En
Versailles” Revista del Centro de Estudios Sociales Padre Julio Menvielle Año
1-Nº 2 mayo – Junio – Julio 1983
[36] La Rural
[37] Significativo el nombre del
Pontífice que con la Rerun Novarum dio el puntapié inicial al Corpus doctrinal
social católico.
[38] Juventud Obrera
Católica
[39] Cámara
[40] Tachella
[41] Ubi Arcano
[42] El Buen Combate del Padre
Julio Meinvielle, por Antonio Caponnetto, en el canal Augusto TorchSon de
YouTube https://www.youtube.com/watch?v=Yr5S7fbypUA&t=4130s
[43]
Cierto tipo de cobertor hecho de pieles, principalmente de guanaco.
[44] Cámara
[45] Tachella
[46] Padre Julio Menvielle, R.P.
Carlos Miguel Buela, ediciones del Verbo Encarnado 1993 (en adelante
Buela)
[47] Uno de los primeros asentamientos
de la Provincia de Buenos Aires, en la zona de Lanús
[48] Una vez el padre Lojoya nos
contó en una reunión de misioneros, que había una señora de Versailles que
quería hacer una capilla a la Virgen en una villa y para hacerlo busco ayuda
casa por casa, cuando tuvo que tocar el timbre al pastor, rezó previamente a la
Virgen María y recibió la ayuda del pastor.
[49] Buela
[50] Tachella
[51] Relato del Dr. Mario
Caponnetto, a quien se lo habría contado uno de los seminaristas, en la
charla “Julio Meinvielle: Patriota Del Cielo Y La Tierra”, en el canal de
YouTube La Brigadier General, en Julio de 2022
[52] Buela
[53]Que hacía el recorrido de
Versailles hasta la Aduana y que continúo hasta comenzada la década del 80,
finalizando ya en Liniers.
[54] Tachella
[55] Ídem
[56] Cámara
[57] La Nación Artículo homenaje
el día 3/08/1973 en ocasión de la muerte del padre Julio
[58] Cámara
[59] Cif. Cámara
[60] Couselo, antiguo un vecino de
Versailles, cercano al padre cuenta, en el homenaje que el Instituto de
Filosofía Práctica les realiza a los cuarenta años de su muerte, que un día al
ver su biblioteca un libro de Marx se sorprendió y quedo atónito, el padre le
dio una lección sobre la lectura de estos libros que jamás se olvidó.
[61] Las citas no son
textuales,
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