Blogueros y Periodistas Católicos: ¿Amantes de la Verdad o Amarillistas Anticatólicos?


 

Algunos acontecimientos de estos últimos tiempos me han puesto sobre aviso de la actitud de algunos blogueros y periodistas católicos. A veces, en un supuesto amor a la verdad a cualquier costa, los lleva a hacer juicios temerarios y a parecerse al amarillismo periodístico más rancio de los medios laicos y las más de las veces anticatólicos.

Sabemos que, lamentablemente se están sucediendo hechos oscuros dentro de la Iglesia, pero me da la impresión de que hoy se sale enseguida con un juicio sobre la más mínima denuncia, o noticia tomada de otros medios sobre ellos, especialmente cuando se trata de sacerdotes y Obispos, no teniendo empacho a promover el insulto más feroz o quizás ser vías de la peor difamación.

Nosotros no hemos estado excluidos de esto, alguna vez hemos caído, aunque siempre tratamos de analizar más los hechos y no escribir con la emocionalidad que nos provocaban algunos de ellos, tratamos, no sé si lo logramos tratarlos, poniendo un “manto de piedad”, como se suele decir, e implorar la misericordia, para todos los involucrados. Primero, que nada, porque como está claro en el Evangelio nadie puede tirar la primera piedra, ni por los pecados cometidos, ni por los pecados que sabe que cometerá y que de ninguno estamos exento, no olvidemos que el demonio es más astuto de lo que creemos.

La tarea de la comunicación social ya sea como blogueros, como periodistas de medios católicos, nos impone una responsabilidad mayor en la comunicación y aquí, queridos lectores, no todo vale. Quien se precie de periodista o bloguero católico no puede olvidarse de dos cosas importantes: La primera es que esta actividad no puede no ser sino un medio de misión, la misión de la acción evangelizadora. Si nuestra misión, no es la búsqueda del encuentro con Cristo, para poco y nada sirve nuestro servicio.  La segunda es la virtud de la prudencia, que nos tiene que hacer medir cada noticia y si es posible pasarla por el filtro de las famosas tres rejas:

1-     ¿Es verdad? Estamos totalmente seguros de que el hecho es verdadero. En algunos casos, y más en este tiempo donde la sola denuncia ya juzga y condena, debemos preguntarnos sobre el grado de certeza de la situación, aún cuando venga de personas de nuestra confianza, para publicar alguna situación debiéramos ver si no hay nada escondido atrás y si no estamos seguros descartar la noticia o tratarla desde otro ángulo, sin condenar a nadie de antemano.

2-     ¿Es bueno? Realmente esto va a hacer bien, sirve a nuestra misión, que repito si somos y nos confesamos católicos, debemos estar seguros de que sirve para ayudar a nuestros lectores para el bien de su vida espiritual y no para el escándalo sin sentido. Hubo un momento donde una situación visiblemente compleja y donde no quedaban dudas, nos llevo a escribir un editorial sobre esa situación, pero en él no perdimos la misericordia y eso nos valió la ponderación de un gran amigo y maestro.

3-     ¿Es necesario? Insistimos con no perder el objetivo de nuestra misión y entonces, debemos preguntarnos si esa noticia es realmente necesaria para nuestra misión evangelizadora.

Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, no merece ser publicado y si es verdadero (o por lo menos tenemos un alto % de certeza) pero no es bueno, ni hace a nuestra misión no debemos publicarlo o a lo sumo, insisto, debemos saber tratar el tema desde otro ángulo, donde siempre haya algo que podamos rescatar y que sirva a nuestros lectores.

A poco del 19 de marzo de 2013, nos llamamos a silencio o lo poco que publicamos de pluma propia lo llevamos a otra dimensión que no fuera las internas eclesiásticas, lo hicimos a sabiendas, que si bien era verdadero no siempre era bueno y mucho menos necesario, por momentos creemos que es hora de reforzar la doctrina, la lectura de los místicos y la promoción de la oración y la vida sacramental. Alguna vez escribimos un editorial en el que decíamos que era tiempo de santos, héroes y mártires (verdaderos no inventados), lo suscribimos y nos preguntamos: ¿Cuánto hacemos para estar en ese grupo? Mucho nos falta, y es ahí donde volvemos nuestra mirada a la Virgen y a San José y les pedimos que guíen nuestro camino.

A San José le rogamos, además, por los  sacerdotes y a San Maximiliano Kolbe le pedimos por los comunicadores católicos, periodistas y blogueros, para que no nos sumemos al amarillismo periodístico y no seamos parte del escándalo anti iglesia y anti sacerdocio, sin que ello implique negar lo evidente, pero si tratarlo con la prudencia (que no es cobardía) necesaria y no ir atrás de la noticia y la primicia, pues la única primicia, como me enseño un maestro, es la del Verbo Encarnado y su obra salvífica.

Y que además sepamos preguntarnos siempre: “¿Y por casa como andamos?”.

Marcelo Grecco

Director

El Caballero de Nuestra Señora

Comentarios

Publicar un comentario

Deja tu comentario, siempre que sea respetuoso y lleno de caridad. Los comentarios van a ser moderados por los editores del blog.

Entradas populares de este blog

Carta a la Nación, Lógicamente no publicada

Presbítero Jon Koldobika Gárate. Sacerdote de Cristo[1]