Una Antorcha Encendida (Segunda Parte)

 

Con el Padre Lojoya, el día de su ordenación

Detengámonos en esta mirada especial de la acción apostólica del padre Julio. Toda su obra estuvo dedicada a los jóvenes, tanto en su Parroquia como en los grupos de la suma. Por eso la formación integral del joven estuvo en el centro del apostolado del padre. Él sabía que el sacerdocio es para la santidad de los fieles: “Si no producen santos, el Sacerdocio Católico es estéril y como la higuera estéril del Evangelio, no sirve sino para el fuego”[1]. 

La sociedad que le ha tocado vivir y en la que se gestaban todos los males que hoy estamos viendo y viviendo, en todos los ámbitos, no necesitaba personas que vivan mirando el suelo, no necesitaba “demagogos”, que se aumenten la confusión con las falsas ideologías que se meten en la Iglesia y en el mundo. ¡Hacen falta santos! 

No se puede dar una respuesta cristiana sin ser santos, sin vivir la santidad, entendiendo a esta como aquel que cada día peca un poco menos y vive plenamente el mandato de Dios. Así lo ha predicado: “Porque hoy en esta humanidad seca y estéril, lo que hace falta son grandes santos. (…) Hacen falta hombres de Dios, hombres santos, que nos hablen de Cristo, que es el Único que tiene palabras de Vida Eterna.” 

Ser y hacer santos, es la base, el fundamento de su trabajo apostólico en Versailles, en su apostolado en los medios, en su cátedra de maestro, en sus capellanías, en el asesoramiento en las instituciones nacionales, en su acción y caridad con los pobres y con los sacerdotes y seminaristas, en su acción social y política. No puede haber Cristiandad sin cristianos, no hay cristianos sin santidad. En definitiva, el cristiano solo tiene un arquetipo, Cristo y el santo es aquel que lo ha seguido e imitado en toda su vida. 

La santidad es la primera y gran misión del sacerdote católico, lo demás es añadidura. Si el padre trabajo en la añadidura ha sido porque era el complemento de la búsqueda y el anuncio del Reino de Cristo en todo el orden social. 

El Celo Apostólico 

El celo apostólico es la pasión por la evangelización, la pasión por que cada persona alcance su fin último, porque cada persona se santifique y esa pasión lleva a anunciar con valentía y a defender virilmente a las almas contra el error, la mentira que sirvan a quien solo busca nuestra perdición. 

Quiero destacar dos hechos, que marcan el celo apostólico del padre, que marcan como decíamos antes esa búsqueda de santidad. El primero se refiere a que en su misión de párroco buscaba que los niños se acercaran a Cristo, contaba el Dr. Padilla en el homenaje que se realizó en el Instituto de Filosofía Práctica, que el padre decía que el padre decía “las almas deben comulgar en cuanto sepan que van a recibir”[2]. 

Una señora deseaba que sus hijos recibieran el sacramento, pero su marido que era un trabajador y que tenía su fe alterada por las ideologías socialistas negaba a los chicos el acceso a ese medio de salvación y el encuentro en su Corazón con Cristo. Luego de varias charlas con el párroco de Versailles, este decidió ir a la casa del matrimonio y conversar largamente con el esposo, luego de una larga charla el padre se retiró. Al otro día Jesús, tal el nombre de la persona en cuestión dio el permiso para que sus hijos hicieran la catequesis y recibieran la Comunión. Si bien esto ya era un triunfo del sacerdocio, mayor ha sido la gracia recibida cuando esta persona en su lecho de muerte pidió que llamaran al padre Julio y recibiera los auxilios de la Religión en momentos tan extremos, ofrendando su alma cristianamente a Dios.[3] 

El segundo hecho que muestra el celo apostólico del padre, paradójicamente era admirado por Jesús, cuya historia acabamos de contar, quien lo ponía de ejemplo de coherencia y amor a sus fieles, pero es repudiado por la alta jerarquía católica. Sin duda, el Señor encubre estas cosas a los «sabios», en el sentido humano y las revela a los pequeños (Cif. Mt. 11, 25). 

Los emisarios de la Revolución protestante, primera etapa de la Revolución anticristiana, llegaron a Versailles con carpas para confundir y predicar el error protestante, para que este penetre en las almas de los vecinos, en los fieles del curato, sobre los que el padre tenía responsabilidad, no ante los hombres sino ante el Señor. Este hecho lo llevo a ir personalmente a las puertas de esas carpas y desde allí nomás, en la entrada comenzó a destruir con su palabra, que era el mismo Verbo Encarnado, cada uno de los argumentos del emisario del error y dejar solito al pastor, porque la gente se iba con el Párroco, en quien reconocían al buen Pastor. Un día, las cosas se complicaron y con las benditas manos que Dios le dio, defendió virilmente y un solo golpe bastó para dejar fuera de juego al atacante. Pero insistieron y los profetas del error “cercaron el campamento de los santos”, la parroquia amada; “más del cielo bajó fuego [de parte de Dios] y los devoró.” (Ap.  20, 9). Esto hoy escandaliza a los timoratos, a los tibios, pero a los sencillos como aquel obrero alejado de Dios, le fue esencial para acercarse a la Iglesia, pues se preguntó ¿Qué habría en aquella fe, que él había abandonado por falsas ideologías, celoso que lograba de aquel celoso sacerdote tamaña acción en su defensa? 

¡Qué tiempos aquellos! ¡Que sacerdotes! Tan distintos a los falsos ecumenismos panteístas de hoy, a los ministros de la fraternidad masónica, del ecologismo y de la agenda 2030. 

El Padre Celebrando Misa (foro: JEHV)


Una Vocación 

Monseñor Aguer, en el homenaje del Instituto de Filosofía Práctica, afirma haber escuchado de “Don Julio”, como le llamó, que fue él mismo quien pidió al Cardenal Copello, ser relevado de las cargas del parrocato, para dedicarse más profundamente al apostolado intelectual. Confieso que, hasta la noche de este 2 de agosto, tenía la idea de que al padre le sacaron la parroquia por ese acto de virilidad sacerdotal, de celo apostólico que acabamos de compartir y esto estaba en mi cabeza no sé si porque lo he recibido o porque entendía, con lo visto en estos cincuenta y dos años, que es la práctica habitual de la jerarquía argentina. 

Lo cierto que al escucharlo a monseñor considere las circunstancias y entendí, cmo algo muy razonable esta situación por la que el padre deja de ser el párroco de Versailles para convertirse en Capellán Mayor de la Chacharita y Capellán de la Santa Casa de Ejercicios, fundada por la Beata María Antonia de Paz y Figueroa y regenteada por la Congregación Hijas del Divino Salvador[4].   

La situación del país no era la mejor y se empezaban a vislumbrar tiempos oscuros, que siguen hasta nuestros días y en la Iglesia comenzaba a brotar la semilla de la perdición doctrinal, era necesario dar batalla y dedicar plenamente el tiempo al estudio. Usar la pluma para desarmar todo ese andamiaje del error que nos rodeaba, y a la vez formar más profundamente a jóvenes en la Verdad, que Santo Tomás a expuesto tan claramente en sus obras, pilares para la Iglesia. Formar toda una generación de jóvenes en la santa doctrina.

Su casa paso a ser el aula magna y su máquina de escribir la herramienta más preciada para la producción de sus artículos y obras ; su voz, junto con su inteligencia, los dos dones con los que ejercía su misión de profeta, anunciando en las Conferencias a Cristo, que debe reinar en los corazones y en la sociedad toda. 

Foto (JEHV)


  

La Cátedra del Maestro 

“Permaneció un sencillo / bajo la toga del maestro”, dice de él con belleza el padre Sato. Toda su vida fue una cátedra, porque toda su vida la dedicó el sacerdocio. Es misión principal del sacerdote, la enseñanza del Verbo a todos y a cada uno: “El sacerdote católico está constituido maestro de Israel (Jn 3,10) por haber recibido de Cristo el oficio y misión de enseñar la verdad: «Enseñad a todas las gentes» (Mt 28,19). Está obligado a enseñar la doctrina de la salvación, y de esta enseñanza, a imitación del Apóstol de las Gentes, es deudor a sabios e ignorantes (Rom 1,14)”[5]. Sobre todo, en medio de las aberraciones del pensamiento, es el sacerdote quien hace presente a la Iglesia, que “se yergue cual faro luminoso”[6] y que por el sacerdocio ejercita su ministerio de la palabra, palabra que no es suya sino la de Cristo, el Verbo Encarnado.  

Ciertamente esta prédica de Cristo, porque no es la propia doctrina la que se prédica, ni la de otro maestro. “Sino la enseñanza de Jesucristo, la verdad que Él comunica o, más exactamente, la Verdad que Él es.”[7]  

Siguiendo a Santo Tomás, en la enseñanza de la Verdad, predicó y enseñó con la palabra, con el ejemplo, con el testimonio, a tiempo y a destiempo. Quería que la verdad penetre en las almas, infunda la luz que disipa tinieblas y alimenta y fortalece para el combate sobre del destierro. 

Enseña con la palabra,  que “aun en medio del torbellino de las pasiones, se levanta serena y anuncia impávida la verdad e inculca el bien: aquella verdad que esclarece y resuelve los más graves problemas de la vida humana; aquel bien que ninguna desgracia, ni aun la misma muerte, puede arrebatarnos, antes bien, la muerte nos lo asegura para siempre.”[8] 

Fue voz de la Iglesia, “que condena toda desviación —a la diestra o a la siniestra— de la verdad, que indica a todos y a cada uno el camino que deben seguir”, que lejos de ser algo “terrible”[9] que nos ha pasado en la Iglesia, es el mayor regalo que Dios nos ha dado por ella, que es Madre y Maestra.  ¿Qué sería de nosotros sin ese faro, que es la Iglesia? 

Pues bien, el padre Julio Menvielle hizo brillar la luz de la Iglesia en cada enseñanza, desde el pulpito, en cada conversación, en cada consejo, en las conferencias, en sus libros y en esa cátedra casera que fueron los «grupos de la suma».

Aquellos grupos donde se formó más de una generación. Los grupos de la Suma, eran grupos de formación de jóvenes en la casa del padre, donde enseñaba a Santo Tomas directamente desde su lectura directa, en especial de la Suma Teológica. Había unos dedicados especialmente a la filosofía, otros a la Doctrina Social de la Iglesia. Dedicaba los fines de semanas a formar jóvenes en la más pura doctrina de Santo Tomás o mejor dicho en la doctrina de la Iglesia, a la luz del Aquinate. Entre sus discípulos había distinguidos hombres de la cultura y el saber nacional, entre los que debemos destacar al, “mejor” de ellos, que llevó al extremo sus enseñanzas, ofreciendo su propia vida por Cristo, la Iglesia y la Patria. Nos referimos, claro está, al Dr. Carlos Sacheri, que sufrió el martirio un año después de la partida del padre[10].

Muchos de los que mencionamos en la nota se beneficiaron de estos cursos, también en los últimos años hubo  mujeres, mencionemos a Silvia Ortiz, a Maricel y a Mónica del Río de destacada actuación en la lucha provida, desde hace años, con seguimiento legislativo y con las publicación de boletines bien informados de la realidad. Mónica, junto al recordado padre Juan Claudio Sanahuja, han llevado y lleva adelante Notivida y Noticias Globales. También, según el testimonio de Mónica, varios matrimonios cristianos se gestaron en esos institutos. 

Su cátedra, eran las charlas puntuales y concretas con todo aquel que lo visitará en La Salud o en la Santa Casa de Ejercicios, en los consejos prácticos y concretos de la vida cotidiana, siempre iluminados con la Luz del Verbo.  

Su cátedra era para el niño, el joven y el adulto. Cuando Jorge Menvielle, un niño aún, le anunció que entraría al seminario menor de los salesianos porque deseaba ser sacerdote, simplemente le dijo “no hagas nada contra tu conciencia” y eso fue para aquel niño una luz que le guíó aún en su vida adulta, incluso siendo Obispo[11]. 

Su cátedra fueron sus conferencias en distintos ámbitos, destaquemos los Cursos de Cultura Católica, Córdoba, Rosario, Corrientes, Concordia, Gualeguay, Curuzú Cuatiá, Madrid, México, Santiago de Chile[12].  

Sus cátedras, son sus libros donde trató todos los temas desde la Doctrina de la Iglesia, siguiendo especialmente a Santo Tomás y al Magisterio Pontificio que destacaba, leyendo siempre a este en el conjunto del Magisterio Eclesial.  En los que defendió la doctrina de la Iglesia que amaba, en la que vivía y a la que servía, pues estaba amenazada por errores e hizo de su cátedra un puesto de combate contra el mal que la asechaba y advirtió de todos los errores que se gestaban en la Iglesia y que se esparcían en seminarios y universidades católicas.  

Entre sus libros, puedo destacar: “Concepción Católica de la Política”, “Concepción Católica de la Economía”, “Conceptos fundamentales de economía”, “Entre la Iglesia y el Reich”, “Un juicio católico sobre los problemas nuevos de la política”, Hacia la Cristiandad. Apuntes para una filosofía de la historia”, “Qué saldrá de la España que sangra”, “tres pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo”, “El judío en el misterio de la historia”, “De Lamennais a Maritain”, “Crítica de la Concepción de Maritain sobre la persona humana”, “Respuesta a dos Cartas de Maritain al R. P. Garrigou-Lagrange, O. P.”, “El comunismo en la revolución anticristiana”,La «Ecclesiam Suam» y el progresismo cristiano”,En torno al Progresismo Cristiano”,La cosmovisión de Teilhard de Chardin, “Theilard de Chardin o la religión de la evolución”, “La Iglesia y el mundo moderno”, “El progresismo en Congar y en otros teólogos modernos” y “De la Cábala al Progresismo” (esta fue la última que publicó, aunque hay uno postumo sobre Karl Raner, que acaba de ser publicado, según comenta De Betia).  

Su cátedra fueron sus publicaciones en las revistas que él mismo fundó y en las que colaboró. Quiero detenerme aquí, porque en esto también muestra que el padre que siempre estuvo en línea con su tiempo, son muchos los sacerdotes que en esos años utilizaron las publicaciones como medios de evangelización. No solo en lo religioso, sino también en lo social, eran las redes sociales de su tiempo. Los mimeógrafos eran un activo parroquial.  

 Convencido de que “la respuesta hay que darla siempre en el mundo en que Dios nos coloca, a saber: en aquel contorno, en aquellas circunstancias y coyunturas en que estemos situados”[13], con los medios que estén a nuestro alcance, el padre Menvielle, hace uso de los medios de su tiempo, muy pronto inicia  Versailles”, boletín de la Parroquia Nuestra Señora de la Salud (mayo de 1933) y luego a nivel nacional fundó y dirigió: “Nuestro Tiempo”, “Presencia”, “Balcón” y “Diálogo”, “Jauja,”, además colaboró en: “Ars de Córdoba”, “Criterio” (en su época católica de Monseñor Francheschi), “Sol y Luna”, “Ortodoxia”, “Cabildo”, “Cruzada”, “Universitas” (en su primera época), “La Fronda”, “Itinirarium”, “La Nueva República”,  “Azul y Blanco”, “Tiempo Político”, “Mikael”, “Cruzada”, etc.[14] 

Cátedra del maestro, donde presentó e iluminó todos los ámbitos de la vida social con la voz y la luz del único Maestro, Cristo, el Señor. Cátedra que tuvo un solo fin que Cristo Reine en los corazones y en la sociedad. Cátedra del maestro que enseñó al Maestro, con humildad y sencillez pues, “Permaneció un sencillo / bajo la toga del maestro”

  



La Fecundidad Sacerdotal 

La fecundidad del sacerdocio ha quedado visible en la santidad de muchos de sus hijos de Versailles, en el compromiso de muchos de sus discípulos en la vida social, llegando incluso al martirio, como Carlos Sacheri, asesinado por Dios y por la Patria. 

Pero también la fecundidad de ese sacerdocio es visible en las vocaciones religiosas. Don Cámara nos cuenta que el recuerda, que por lo menos ha habido cuatro mujeres que tomaron los hábitos luego de su paso por la parroquia, menciona y recuerda a “Adelaida Ortiz”, a quien conocí hace muchos años en la muerte de su sobrina[15]. También las vocaciones al sacerdocio, sabido es que ellas han salido tanto de su trabajo en Versailles, como de su acción con los grupos de la suma y su acción en las diferentes institucionales eclesiales y de formación. Entre aquellos que respondieron con generosidad al llamado de Dios, motivados por el testimonio del padre Julio, se encuentran monseñor Rodolfo Bufano, monseñor Aguer, Monseñor Marino, el Padre Pablo Di Benedetto, Padre Carlos Mugica y algunos más que nosotros desconocemos, pero si conocemos a algunos que han sido discípulos directos del padre Pablo y por tanto recibieron también la formación del padre Julio y además ellos mismos han motivado vocaciones multiplicando la fecundidad del sacerdocio del padre. Pienso especialmente en los padres Carlos Buela y Carlos Lojoya, que se multiplicaron sus hijos espirituales[16], siguiendo la línea del padre Lojoya se cuentan a granel las vocaciones que encuentran su origen en la fecundidad del padre Menvielle.

Pero, además de esta gracia de multiplicar su sacerdocio, ha tenido también un corazón de padre y de generosidad con los seminaristas y sacerdotes, son varios los testimonios que nos hablan de su generosidad con ellos, incluso ayudándoles materialmente en sus estudios en Roma, tanto el padre Buela en su libro ya citado, como el Dr. Mario Caponnetto han dado testimonio de esto. El Dr. Caponnetto comenta que habló con varios sacerdotes que le relataron, con el corazón agradecidos que, estando en Roma estudiando, regularmente les llegaba un giro con dinero para solventar sus estudios.  

También en un artículo del año pasado el Dr. Caponetto nos trae el testimonio de Monseñor Giaquinta: “En una larga conversación que tuve con Monseñor Giaquinta cuando residía en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires en su calidad de Obispo emérito de Resistencia, hablamos mucho de Meinvielle. Giaquinta lo quería y lo admiraba; había sido su discípulo desde muy joven (más aún, me confesó que había sido como un padre para el)” [17]. Algo que el mismo Obispo recuerda en un artículo, a pesar del tono descalificaste en el que se expresa de Castellani y Menvielle en sus recuerdos del Seminario,  no deja de reconocer que, eran “notables figuras” y sin dudarlo dice, “a quienes debo tanto”[18]. 

No podemos menos dejar de mencionar una obra en beneficio del sacerdocio y, por tanto, del pueblo de Dios. Son varios los que mencionan la decidida influencia del padre Julio a la formación de uno de los mejores seminarios que ha existido en el país, nos referimos al seminario de Paraná, se lo hemos escuchado a Mario Caponnetto y a otros hablar de ese hito importantísimo en la formación del clero argentino.  Agustín de Betía, citando al padre Jorge Luis Hidalgo, nos cuenta que la “misma creación (del seminario) se decidió durante una reunión en su casa, a la que asistieron el padre Luis María Echeverry Boneo, el padre Alfredo Sáenz, y monseñor Adolfo Tortolo, entonces arzobispo de Paraná y presidente del Episcopado. En esa reunión, según (el padre) Hidalgo, “cuando Tortolo dio su visto bueno a la creación del seminario, Meinvielle le hizo la siguiente pregunta a quemarropa: ‘¿usted no nos va a traicionar como hizo Bolatti, no?’ Porque el seminario había funcionado un año en Rosario[19] y monseñor Guillermo Bolatti, entonces arzobispo de Rosario había dispuesto su cierre ante el levantamiento de los tercermundistas[20]”.  También monseñor Aguer en IFIP hace referencia a estos dos seminarios.

Todos conocemos el odio del progresismo a esta obra en la que el padre colaboró ardientemente, más temprano que tarde y con la llegada de monseñor Karlik, a Parana, a la postre presidente de la CEA y amigo de la masonería destruyó la obra. Pero, Dios tiene sus caminos y no se deja ganar en generosidad, toda esa obra se trasladó, por la benevolencia de un santo Obispo Monseñor Kruk, a San Rafael Mendoza. Los primeros seminaristas y los sacerdotes rezaron frente a la Tumba del padre Julio antes de emprender el camino a San Rafael, por lo que podemos asegurar que sin duda el padre ha intervenido desde el Cielo para semejante obra, que ha dado a la Iglesia en la Argentina y en el mundo una importante cantidad de sacerdotes, bien formados en la sana doctrina y en el espíritu misionero y evangelizador que Dios ha querido para la Iglesia y que el padre Julio Menvielle encarnó desde sus primeros actos sacerdotales en San Vicente de Paul y en Versailles.  

Cierto es, que este seminario nunca dejó de ser perseguido por el progresismo y que, con la llegada al Trono de Pedro de un hijo de esa Conferencia Episcopal mediocre y enferma, con el cáncer progresista encima y la ayuda de un desequilibrado psicológicamente, como ha sido el hoy emérito de San Rafael, privaron al pueblo de San Rafael de la formación sacerdotal de su clero. Un pueblo que desgastó sus oraciones y sus bienes en pos, de esa santa obra. ¡Que Dios les perdone! 

En fin, en todas estas obras el padre ha sido fecundo. Fecundidad que se extiende hasta en los últimos sacerdotes formados en esos santos seminarios. Todos ellos son deudores de la caridad sacerdotal del padre Julio y nosotros, simples seglares, también, ya que por estos sacerdotes nos seguimos beneficiando de las Gracias que Dios, ha querido dar a la Iglesia y a la Patria por medio del padre Julio. 

Por eso debemos comprometernos cada día rezar por ellos y su fidelidad, en medio de tanta confusión y tormenta. Pidamos con fuerza, por medio de María y del padre Julio por los sacerdotes. 



 
 
 

[1] Homilía Primera Misa del R.P. Carlos Buela 

[3] Este hecho lo ha relatado Outeda Blanco en el marco de un homenaje realizado al padre Julio Menvielle, en la Exposición del Libro Católico 

[4] Escribíamos esto y pensábamos si el Comisariato que cayó sobre la Congregación y la destrucción de la Santa Casa no habrá tenido algo que ver con que ese era el lugar sea donde Menvielle formó a una importante cantidad de buenos católicos. Significativo es que el ejecutor de tanto daño, sea el sucesor de uno de los primeros discípulos del padre y también por haber sucedido a este, del sobrino del Padre Julio. Pero no veamos conspiraciones por todos lados… 

[5] S.S. Pío XI, CARTA ENCÍCLICA AD CATHOLICI SACERDOTII 

[6] Ídem 

[7] Juan Pablo II Carta CT 6 

[8] S.S. Pío XI, CARTA ENCÍCLICA AD CATHOLICI SACERDOTII 

[9] Hacemos referencia a los dichos del recientemente nombrado Prefecto en Doctrina de la Fe, en marzo en La Catedral de La Plata. "Durante siglos la Iglesia ha ido en otra dirección, y ha ido desarrollando un pensamiento filosófico y moral lleno de clasificaciones. Así, lejos de la frescura del Evangelio, aprendimos a poner rótulos, nos volvimos expertos para ponerles nombres a los defectos y pecados ajenos, para explicar qué se puede perdonar y qué no, para hacer un listado de las personas que pueden comulgar y las que no pueden." "¡Terrible que nos haya pasado eso en la Iglesia!". Aclaremos que el texto escrito no dice eso, pero si el video que habrá que rsguardar antes que lo borren del mata. https://youtu.be/-6kE6WpOZb0,

[10] El Aviso fúnebre de sus discípulos y amigos lleva los nombres del Raúl Sánchez Abelenda, Carlos Bertolini, Oscar Spinosa Melo, Héctor Chacur, Rodolfo Iribarne, Fernando de Estrada, Tomás Young, Patricio Videla Balaguer, Raúl Canicoba,  Carlos Sacheri, Guido Soaje Ramos, Héctor Iribarne, Cecilio Jack Viera, Miguel Piedras, Roberto Gini, Vicente G. Massot, Fernando Olmedo,  Marcelo Sánchez Sorondo (h), Alberto Ezcurra, Augusto Falciola, Eduardo Cnazieletti, Francisco García Olano, Virgilio Fernández y Juan Pulgbo (Diario La Prensa 4 de Agosto de 1973) 

[11] Cif. Homilía del 1 de agosto de 1998 en la Parroquia Nuestra Señora de la Salud. Monseñor Jorge Arturo Menvielle 

[12] Buela 

[13] Julio Menvielle, El Comunismo en la Revolución Cristiana de la Historia 

[14] Buela 

[15] Cámara 

[16] Así reza el Aviso fúnebre La Nación 3-8-1973 

[17] Mario Caponnetto “Agradecido homenaje a Meinvielle”, La Prensa 24/07/2022 

[18] Monseñor Carmelo Giaquinta, Mis recuerdos del Seminario de Villa Devoto, colaboración en “Apacienten el Rebaño de Dios. Libro del Centenario del Seminario en Villa Devoto 1899-1999 editado por Monseñor Dr. Antonio Marino y Pbro. Dr. Mario Aurelio Poli Bs. As. 1999 

[19] Monseñor Aguer, también refiere la acción del padre para la fundación de Rosario. 

[20] Hace referencia a que a partir de una crisis en la formación el Obispo Rosarino incorpora hacia fines de los sesenta y principio de los setenta a formadores Jesuitas y Dominicos, con la sana doctrina de Santo Tomás, entre los que estaba el padre Sáenz y que había provocado una carta de seminaristas acordes con las ideologías de infiltración que han penetrado en la Iglesia y que le han quitado el sabor para ser sal de la tierra y la han debilitado la luz para ser Luz del mundo. 

 

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