¡Habemus Papam! S.S. León XIV
En los casi 25 años de El
Caballero de Nuestra Señora, es el tercer articulo donde damos gracias a Dios
por habernos dado un Sucesor de Pedro.
En los comienzos de un
Pontificado, siempre el corazón católico debe estar agradecido y expectante.
Sin duda, es un nuevo tiempo, un nuevo ciclo, eso ha quedado demostrado cuando
vimos al Sumo Pontífice con las vestimentas que corresponden, según la liturgia
y cuando escuchamos su saludo, no con palabras profanas, sino con las primeras
palabras del Cristo Resucitado. Hay vientos de cambios, pero tampoco nos
adelantamos a ningún juicio, queremos esperar y por eso decimos que estamos
expectantes.
Se ha dicho que el nombre
elegido, puede ir en dos sentidos o en memoria de Fray León, el compañero de
San Francisco de Asís o en honor a León XIII, ya el Papa Leon XIV ha confirmado
que su elección ha sido en honor de León XIII, principalmente, durante su
discurso a los Cardenales: “Precisamente,
al sentirme llamado a proseguir este camino, pensé tomar el nombre de
León XIV. Hay varias razones, pero la pero la principal es porque el Papa León
XIII, con la histórica Encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión
social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia
ofrece a todos, su patrimonio de doctrina social para responder a otra
revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa
de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo.”[1]
León XIII, dejó una huella
importante en su Magisterio, no solo con la Rerum Novarum de claro tono social
y, que junto a otras con ese sentido dieron comienzo al Corpus Doctrinal Social
de la Iglesia, pero también otras muy valiosas desde lo espiritual y de
relevancia para el estudio de la Ciencias Sagradas, podemos destacar algunas:
DIVINUM
ILLUD MUNUS, sobre el Espíritu Santo; PROVIDENTISSIMUS DEUS, sobre
el estudio de las Sagradas Escrituras; QUAMQUAM PLURIES, sobre la
devoción a San José; LIBERTAS PRAESTANTISSIMUM, sobre la libertad y el
liberalismo; IMMORTALE DEI, sobre la constitución cristiana del Estado; SUPERIORE
ANNO, sobre el rezo del Santo Rosario; SUPREMI APOSTOLATUS, sobre
la devoción al Santo Rosario; HUMANUM GENUS, sobre la condena al
relativismo filosófico y la masonería; DIUTURNUM ILLUD, sobre la
autoridad política; ARCANUM DIVINAE SAPIENTIAE, sobre la familia; AETERNI
PATRIS, sobre la restauración de la filosofía cristiana
conforme a la doctrina de Santo Tomás de Aquino; Quod Apostolici Muneris, sobre las
pestes que afectan a la sociedad, desde la masonería al Socialismo que
desvirtúa el evangelio; INSCRUTABILI DEI CONSILIO, sobre los problemas
que atañen a la Iglesia y a la Fe.
Como decíamos, son solo algunas
de su valioso Magisterio que algunos quieren reducir a la Rerum Novarum, a la
cual quieren reducirla, desvirtuárla y parcializárla, cuando no idiologizarla
para ciertos sectores que hoy han reescrito el evangelio desde ideologías
anticristianas.
¡Habemus Papam! Estamos felices y
expectantes. Sabemos que Leon XIV no será un Pío X, un Juan Pablo II, pero
tampoco un Francisco. Será, sin duda, León XIV, con sus particularidades, sus
virtudes y sus defectos, conducirá la barca como pueda, como sepa y como le
dejen. Esperamos que el Papa reinante nos confirme en la Fe, nos ayude a
caminar en fidelidad a Jesucristo en este tiempo, nos convoque a la santidad.
Imploramos que “sea su fiel administrador (cf. 1 Co 4,2) en
favor de todo el Cuerpo místico de la Iglesia; de modo que esta sea cada vez
más la ciudad puesta sobre el monte (cf. Ap 21,10), arca de
salvación que navega a través de las mareas de la historia, faro que ilumina
las noches del mundo.”[2]
El Padre Menvielle decía que la
respuesta había que darla en el tiempo, en el momento de la historia donde el
quiso ponernos en esta tierra, el Papa nos plantea como es nuestro tiempo. “Hoy
también son muchos los contextos en los que la fe cristiana se retiene un
absurdo, algo para personas débiles y poco inteligentes, contextos en los que
se prefieren otras seguridades distintas a la que ella propone, como la
tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer.
Hablamos de ambientes en los que
no es fácil testimoniar y anunciar el Evangelio y donde se ridiculiza a quien
cree, se le obstaculiza y desprecia, o, a lo sumo, se le soporta y compadece.
Y, sin embargo, precisamente por esto, son lugares en los que la misión es más
urgente, porque la falta de fe lleva a menudo consigo dramas como la pérdida
del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la
dignidad de la persona en sus formas más dramáticas, la crisis de la familia y
tantas heridas más que acarrean no poco sufrimiento a nuestra sociedad.
No faltan tampoco los contextos
en los que Jesús, aunque apreciado como hombre, es reducido solamente a una
especie de líder carismático o a un superhombre, (agregaríamos nosotros un “revolucionario”)
y esto no sólo entre los no creyentes, sino incluso entre muchos bautizados,
que de ese modo terminan viviendo, en este ámbito, un ateísmo de hecho.” Por
eso nos plantea que “estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús
Salvador. Por esto, también para nosotros, es esencial repetir: «Tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16).
Es fundamental hacerlo antes de
nada en nuestra relación personal con Él, en el compromiso con un camino de
conversión cotidiano. Pero también, como Iglesia, viviendo juntos nuestra
pertenencia al Señor y llevando a todos la Buena Noticia (cf. Concilio Vaticano
II, Const. dogmática, Lumen gentium, 1).”[3]
Nosotros lo ponemos en las manos
maternales de María Santísima, nuestra Señora de Lujan, en cuya fiesta fue
elegido el Sucesor de Pedro, también el 8 de mayo de 1887, su antecesor León
XIII coronaba solemnemente la Imagen que quiso quedarse en la Villa de Lujan.
℣. Oremus pro Pontifice nostro León
XIV
℟. Dominus conservet eum, et
vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in animam
inimicorum eius.
℣. Tu es Petrus,
℟. Et super hanc petram aedificabo
Ecclesiam meam.
Oremus.
Deus, ómnium fidélium pastor et
rector, fámulum tuum N.N., quem pastórem Ecclésiae tuae praeésse voluísti,
propítius réspice: da ei, quaésumus, verbo et exémplo, quibus praeest,
profícere; ut ad vitam, una cum grege sibi crédito, pervéniat sempitérnam. Per
Dominum nostrum Jesum Christum. Ámen.
℣. Oremos por nuestro Pontífice
(Francisco)
℟. Que el Señor le conserve, y le
dé vida, y le haga santo en la tierra, y no le entregue a la voluntad de sus
enemigos.
℣. Tu eres Pedro,
℟. Y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia.
Oremos.
Dios, pastor y guía de todos los
fieles, mira lleno de bondad a tu siervo, el Papa León XIV. Te pedimos, la
gracia de hacer, por sus palabras y por su ejemplo, que progresen en la virtud
aquellos a quienes él preside, y llegue, con el rebaño que le fue confiado, a
la vida eterna. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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