TOMÁS CASARES Y LOS CURSOS DE CULTURA CATÓLICA
Por el Dr. Bernardino Montejano
I.-
¿Qué fueron los Cursos de Cultura Católica? -Un hogar
intelectual, fue la respuesta de Rafael Jijena Sánchez y de
Y ahora dos textos de Ignacio Braulio Anzoátegui para
comprender el asunto un poco más:
“En medio de aquella época tan nefanda como nefasta,
en medio de aquel tiempo que sea creía dueño y lacayo del último quiquiriquí
del máximo mascalzone de turno, en
medio de aquellos años enloquecidos de aggiornamento
con el más vil de los viles detractores, los Cursos de Cultura Católica nos
rescataron a la confianza, nos reconciliaron con Dios, nos enseñaron a que el
católico no tenía por qué poner cara de drogadicto de la virtud, de monja
psicoanalizada por cualquier Amado Nervo”.
“Nacieron de la decisión de una minoría de hombres
inmunes a la heredosífilis liberal que venía regenteando el país después de
Caseros (donde la Patria se recalcó un pie)” (“Los Cursos de Cultura Católica y nosotros”, en Universitas n°38, p.15)
II.-
Y ahora nos preguntamos ¿Qué no fueron los Cursos de Cultura
Católica? Y lo mejor es relatar una anécdota con motivo de un homenaje a Convivio celebrado hace unos cuantos
años en el Museo Larreta.
Tuvimos que soportar una serie de mentiras
pronunciadas por
Guasta en su disertación no habló nunca de Tomás
Casares y se dedicó a exaltar a un hombre de los Cursos que traicionó su
espíritu: Atilio Dell’Oro Maini.
Cuando acabó abordamos a Agüer y le recriminamos: -¿cómo
podés soportar tantas mentiras sin decir nada? Nos contestó: -no encontré la
oportunidad. Le contestamos: -Yo como laico, si vos no lo prohibís, como mi
obispo, voy a encontrar la oportunidad cuando salga este individuo. -No me
opongo, respondió.
Tardó bastante en salir, porque estuvo contestando a
un reportaje radial, lo que hacía con mucha suficiencia, como hábil periodista,
que había sido antes de su sacerdocio. No olvidemos que la generalidad de los
periodistas “son individuos que poseen un océano de conocimientos de un
centímetro de profundidad”.
En la vereda lo abordamos yendo directamente al grano:
-¿Ud. es el que acaba de hablar acerca de Convivio y
de los Cursos de Cultura Católica? -Sí.
-¿Cree que se puede hablar de los Cursos de Cultura Católica
y omitir a Casares? -No.
-Es lo que acaba de hacer. Conoce la verdad y la
oculta, induce a otros al error: Ud. es un mentiroso.
-¿Sabe que Dell’Oro entregó las Universidades al
marxismo, en una de las cuales yo estudié, y acabó su vida pública homenajeando
como presidente de la UNESCO a Lenin como “gran humanista”?
-Lo último no lo sabía.
-Ahora lo sabe y si alguna vez lo oculta será un
mentiroso al cuadrado.
-¿Quiere saber quien soy yo? -No, quiero irme.
Así acabó la conversación. Hubo un testigo de ella y
de todo lo anterior: el P. Carlos Baliña. Está bien que los romanos acuñaron el
adagio “testis unus, testis nullus”,
ya que como reza el refrán “uno es ninguno”; pero, sin embargo, Baliña es
alguno, con su peso y su barba.
El mismo Dell’Oro, como Ministro de Educación, no tuvo
problema en poner en vigencia la ley 1420, ese hombre “cristianísimo, como
señala Jordán Bruno Genta, de la Archicofradía del Santísimo Sacramento de la
Catedral” (“El asalto terrorista al poder”,
Buen Combate, Buenos Aires, 2014, p. 62).
Esa ley, fue un instrumento, mediante la cual, como
expresa Tomás Casares “el liberalismo oficial monopolizó de hecho la
instrucción y bajo pretexto de neutralidad desterró la enseñanza religiosa e
imprimió un carácter prácticamente ateo a todas las enseñanzas” (Reflexiones sobre la condición de la
inteligencia en el catolicismo, Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires,
1942, p. 69). Porque la escuela no tiene muchas opciones, pues como expresa
nuestro amigo José Todolí O.P.: es templo o guarida.
Acerca de las aventuras de Dell’Oro Maini en la
Unesco, a cuya presidencia trepó con el apoyo de comunistas, árabes y
africanos, y que incluyen una condena al Portugal de Oliveira Salazar, se puede
ver la carta del embajador argentino en dicha organización, Bonifacio Lastra,
del 10 de noviembre de 1976, publicada
en
Además monseñor Guasta, vicario nada menos que para la
cultura del Arzobispado de Buenos Aires, hacía honor a su apellido, que
significa avería, descompostura, desperfecto, daño estropicio, destrozo.
Como el incidente fue bastante público, días después
recibimos adhesiones telefónicas de alguna viuda como Paulita Guelfo de
Spotorno, y una muy especial de
Se oculta la tarea apostólica de los Cursos: las
conversiones. Hombres que eran comunistas, anarquistas, libre pensadores,
judíos, se hicieron católicos gracias a los Cursos de Cultura Católica. Y
quienes ya eran católicos, mejoraron su catolicismo. Así contestaron por
anticipado, los dos amigos del reportaje a ese mentiroso clerical, cuando
respondieron a la pregunta -¿Qué le deben Uds. a los Cursos?, dos conspicuos
integrantes de los mismos: Jijena Sánchez: -“nos han dado un estilo, un
sentido, nos han enseñado un catecismo de adultos;
III.-
Integrantes destacados, por orden en los que los
conocí:
Y también sacerdotes que colaboraron en la obra como
Julio Meinvielle,
Hubo otros directivos y colaboradores en los Cursos; a
muchos lamentamos no haberlos conocido y a algunos, pocos, estamos contentos de
no haberlos conocido.
IV.-
Y ahora, dentro de este contexto de figuras ilustres
¿quién fue Tomás Darío Casares?
Dejamos la palabra a dos grandes amigos en el tiempo y
en la eternidad: Rafael Jijena Sánchez, el “teólogo telúrico”: -“quisiera
destacar la figura de Casares que es egregia en el mundo católico y su humildad
exquisita en aquellos días de obediencia, en los cuales se entendía que la
obediencia era a Cristo, no al superior”.
Y
V.-
¿Cómo lo conocimos a Casares? En alguna reunión social
en lo de Dondo y seguida de alguna visita a su acogedora casa de la calle
Pacheco de Melo donde gozaba de una monumental biblioteca de dos pisos.
Mientras tanto habíamos comenzado nuestra docencia en la Universidad de Buenos
Aires en la cátedra de Introducción al Derecho de Ricardo Zorraquín Becú, gran
historiador y amigo hasta su muerte, en la cual colaboramos con otro hombre de
los Cursos, ese gran señor criollo que se llamó Samuel Wenceslao Medrano.
Y también en la Universidad Católica de Mar del Plata
“Stella Maris”, regida entonces por
un rector egregio,
Así creció la indignación farisaica cuando invitamos a
disertar
El escándalo llegó a su culminación cuando invitamos
No importaban los méritos de Goyeneche; no interesaba
la magnífica revista Sol y Luna,
elogiada por Pío XII, para rasgarse las vestiduras bastaban acusaciones
infundadas respecto al llamado “virrey”. Para colmo, estudiantes amigos ganaron
las elecciones con una lista denominada “Martín Fierro”.
Era demasiado y en esa Universidad nos rescinden un
contrato, jamás firmado. Viajamos a Europa en un viaje académico, conocimos
mucha gente valiosa, pronunciamos una conferencia en la Universidad de Madrid y
participamos en un congreso en Lausanna, Suiza, sobre “Política y ley natural”.
A la vuelta, recibimos una llamada de Casares: “Lo
estábamos esperando”. ¿Qué había sucedido? Que Casares había tenido un problema
cardíaco, quería declararse “M.G.”, o sea “mandado a guardar”, como un militar
que está R.E. (retirado efectivo) y pretendía dejarnos la Cátedra de Filosofía del
Derecho en la UCA y todavía más, la de Ética Social en el posgrado de Ciencias
Políticas.
Aceptamos con dos condiciones; que siguiera como
titular y otra, que nos acompañara en la tarea. Y así empezó una gestión
universitaria que duró 39 años, hasta que un día, el entonces rector llamado
Zecca Felder la concluyó en forma abrupta por haber cometido un pecado nuevo:
cumplir 65 años y no morirnos. También ese día acabó en la UCA la presencia de
Tomás Casares; por más que se lo recuerde hipócritamente con un cuadro, sus
ideas están ausentes. Como escribe
VI.-
Tomás Casares vivió una larga vida, una vida ejemplar,
y como dijo de él, otro gran argentino,
Fue ministro de
la Corte Suprema de Justicia en momentos muy difíciles, pero fue rigurosamente
independiente del poder político. Allí están sus 85 disidencias y sus 22 votos
propios que la atestiguan. Pero a pesar de todo esto fue dejado cesante junto
con sus colegas por decreto de la Revolución Libertadora del 4 de octubre de
1955. Esa tarde recibe una llamada de Dell’Oro para saludarlo y al preguntarle
si podía ir a su casa, recibe la respuesta caritativa: “Por mí puede venir,
pero no respondo de lo que hagan mis hijos”.
Pero volvamos a la Universidad. Casares nos acompañó
durante años hasta poco antes de su muerte. Una vez por mes lo llevábamos a la
cátedra de Ética social, en la cual con maestría y experiencia solucionaba los
problemas que con toda libertad proponían los alumnos. Siempre sentíamos su
apoyo paternal.
Casares presidió la reunión del Primer Congreso del Instituto
de Promoción Social Argentina en el cual nuestro tema fue “Orden natural y subversión en la doctrina pontificia”. En esa
oportunidad
También nos propuso para escribir en su lugar tres
artículos en la Gran Enciclopedia Rialp acerca de temas claves: la ley, la
prudencia y la justicia y nos ayudó a salvar las diversas objeciones de los
directores, algunas bastante absurdas, hasta que un día no pudo más y exclamó -“¡Ahora,
que Dios lo ayude”. Dios nos ayudó porque los tres artículos se publicaron sin
más vueltas.
Y hasta una vez en un examen de tesis, ante los
reparos de uno de esos profesores envidiosos de los conocimientos de los
doctorandos, Casares que presidía el tribunal cortó la discusión por lo sano,
redactó el dictamen y le dijo al quejoso: “Ud. firme acá”.
La relación con Casares fue haciéndose cada vez más
estrecha con el correr de los años, fue creciendo nuestra amistad, mientras
“mirábamos juntos en la misma dirección” para decirlo con palabras de
Saint-Exupéry, a quien, en expresión de Casares, representábamos en el cono
sur. Eso se puede comprobar en las dedicatorias: en 1967 en la separata de
“Plenitud del Derecho”: “al Dr. B. Montejano cordialmente Tomás D. Casares”; en
la del libro “La justicia y el derecho”, 3ª. Edición, de 1974: “
Recuerdo la fiesta de sus bodas de oro matrimoniales
con la discreta y bondadosa Martha
Giménez Zapiola, con la cual tuvieron nueve hijos y el discurso del hijo mayor,
médico,
VII.-
Y ahora, formularemos algunas preguntas, que
responderá con sus mismas palabras escritas Tomás Casares:
1) ¿Qué
piensa Ud. del mundo contemporáneo?
-Que se organiza según el modelo del infierno que es
-decía Santa Teresa- un lugar en el que no se ama… Es como una encarnación de
las legiones que pronunciaron el “non
serviam”. Nótese como el liberalismo lo ha organizado todo contra la Obediencia: a la sociedad
mediante la negación de toda jerarquía; a la política, mediante la democracia
electoral; a la economía bajo el libre juego de todos los intereses; a la
familia, mediante el divorcio, la invasión de la autoridad paternal por el
Estado, so pretexto de liberar al hijo, y la equiparación de todas las
filiaciones; a la educación mediante el laicismo y las pedagogías de la
libertad; a la cultura, mediante la negación de toda verdad trascendente e
inmutable; al alma de los hombres, en fin, mediante el mito monstruoso de la
autonomía del espíritu…La vida de nuestros días es el pecado hecho normalidad.
2) Hoy se habla de la importancia de conservar las
instituciones políticas; ¿Qué diría de esas instituciones a las cuales hoy se
les rinde culto muchas veces?
-La idolatría de las instituciones es una consecuencia
espuria sacada artificialmente por los usufructuarios electorales del
liberalismo… Sólo la llama de la caridad consume en las almas la propia
idolatría.
3) En nuestros días monseñor Mariano Fazio, vicario
del Opus Dei en la Argentina, proclama que en ésta época de crisis debemos
retornar a los grandes valores, libertad, igualdad y fraternidad. ¿Está de
acuerdo?
-Los hombres moldeados en los dogmas de la Revolución
Francesa, que no han logrado ser más libres, ni más iguales, ni más hermanos
que los del viejo régimen, suelen sin embargo practicar una fraternidad: suelen
fraternizar en el odio a la Iglesia.
4) ¿Cómo será la plenitud de los tiempos?
-Será la plenitud de la Iglesia; una humanidad que sea
toda ella cristiandad. Asumida la humanidad por Cristo, todo en la humanidad ha
de ordenársele.
(Las cuatro respuestas se encuentran en “Catolicismo”, conferencia pronunciada en
la Ciudad de Santa Fe, el 29 de junio de 1932).
5) En estos días sombríos, ¿qué se puede hacer?
-No he de evocar aquí, el satanismo de los tiempos de
Apocalipsis de nos toca vivir… La actitud cristiana deberá ser siempre como una
réplica a la actitud del mundo. A la agitación pública de las opiniones
opongamos la formación de las conciencias y la ordenación sobrenatural de la
vida… A la reclamación jactanciosa y siempre insatisfecha de derechos y
libertades, opongamos el reconocimiento y la aceptación de los deberes y de la
disciplina.
(Discurso leído en la Liga de Damas Católicas el 16 de
abril de 1932, con motivo del ciclo de conferencias pronunciadas por el P.
Julio Meinvielle, en
6) El espectáculo de nuestro mundo ¿cómo
lo observa?
-Como el de un mundo materialista liquidándose a sí
mismo. El capitalismo, forma degenerada del legítimo capital, y su adversario,
el socialismo, aspecto económico,
parcial y adúltero de la lucha por la justicia, obedecen a una misma ideología,
positiva y amoral. Y el esfuerzo pacificador de transacción intentado por
algunos socialistas vacilantes, por los capitalistas atemorizados y los
gobiernos liberales es una vana ilusión impotente para restaurar la excelsitud
sobrenatural que unos y otros desterraron de la sociedad y del espíritu y sin
la cual, el mundo es una tienda de mercaderes.
(De nuestro
catolicismo, Buenos Aires, 1922, p. 26).
7) ¿Cuál es el origen de los males contemporáneos?
-El humanismo antropocéntrico del Renacimiento
promovió un hombre desligado de las condiciones que comportaba su condición en
el seno de la Iglesia y de la Cristiandad. El protestantismo lo sustrajo al
orden de la Iglesia y la Revolución Francesa al orden de la Cristiandad. Al
comunismo, mediante la Revolución Rusa, le incumbió sacar las últimas
consecuencias y sustituir a la Iglesia y a la Cristiandad por dos réplicas
invertidas de ellas: un estado de espíritu y un estado social impuesto mediante
un régimen que comporta la más radical negación de Dios y de todo orden que
tenga una razón de ser cristiano” (Universitas,
n° 1, Buenos Aires, 1967).
8) En este tiempo ¿existe una adulteración del juicio
y de la conciencia moral?
-Observamos un tipo humano centrado en el triunfo de
la informalidad, del absurdo, de la morbosidad, del erotismo y de una violencia
para la cual no hay medios vedados, porque a todos sin excepción los considera
justificados por el fin que se propone, lo cual es ‘signo’ de una trágica
adulteración del juicio y de la conciencia moral en sus mismas raíces. (Orden social, desarrollo y último fin de la
experiencia humana, Idearium,
Mendoza, 1977).
9) Hoy se habla mucho de lo social ¿existe vigor en
los grupos sociales?
De lo que podríamos llamar la socialidad de la
condición humana sólo queda en el mundo actual el espectro de una abstracción,
porque los núcleos sociales se han disuelto y las sociedades son como arenales
en los que tanto da que cada parte esté donde está o en cualquier otra parte” (Discurso
al personal del Poder Judicial), 1/2/1949.
10) ¿Qué piensa del positivismo?
Que asumió la tarea gigantesca, como todo imposible, y
poco feliz de demostrar que la humanidad había vivido en el engaño de creer que
el hombre es esencialmente distinto de todos los demás seres. El resultado fue
suscitar un tipo humano que casi le dio razón al positivismo (La justicia y el derecho, 4ª, ed., Abeledo-Perrot,
1982).
VIII.-
Ahora repasemos un poco el pensamiento político de
Casares del cual nos ocupamos en un trabajo titulado: “La filosofía política de
Tomás Casares” (Sapientia, Vol.
XXXIII, 1977).
La filosofía política de Casares no era academicista,
sino que se encarnaba en la vida; sentía en su carne y en su sangre una
responsabilidad concreta respecto a sus prójimos. Como manifestaciones de la
vida, de la conducta humana, surgen los problemas políticos, sociales,
económicos, jurídicos, educativos, artísticos, a los cuales debe dar respuestas
la filosofía práctica. Cuando no las da, cuando los filósofos eluden su
responsabilidad, cuando dan la espalda a su compromiso, quedan los hombres
huérfanos de los grandes criterios orientadores.
Casares nunca eludió su responsabilidad; para él la
vida práctica no estaba dividida en compartimentos estancos. Nunca fue un
politólogo, ni un juridicista, economicista o tecnócrata. Sabía, por herencia
de la tradición clásica, que en el orden temporal, “lo primero” era la política
y que la especie más importante de justicia era la legal, ordenada en forma
inmediata al bien común político, que hace posible la realización de las formas
de justicia particular.
Casares tuvo profundas preocupaciones políticas y
reflexionó acerca de la realidad a la luz de los primeros principios políticos y
a lo largo de su vida nos legó nos fue dejando por escrito el resultado de sus
inquietudes.
IX.-
Ya en 1927 se ocupa del tema en un artículo acerca de
Maquiavelo, en el cual afirma que el fin de la filosofía política será
encontrar “el principio jurídico capaz de fundar la organización colectiva más
perfecta, correspondiéndole al arte político realizar esa forma aquí y ahora…
¿Cuál es la mejor organización? La más justa, que da y asegura a cada miembro
de la colectividad lo que le es propio en la más honda acepción de la palabra,
lo indispensable a cada uno para el cumplimiento de su fin esencial” (La política y la moral).
Con el advenimiento del cristianismo aparece un nuevo
concepto de Estado definido por Casares como “siervo de los siervos de Dios en
cuanto se refiere a la organización externa de la sociedad”.
Esto se hizo realidad en ese fenómeno político que fue
la Cristiandad, arraigada a un orden eterno, porque como afirma Casares al
Estado, “sólo la sujeción a una realidad trascendente puede darle contenido. Y
si se desarraiga de ella queda solo la voluntad gubernativa cuyo fin no puede
ser otro que la imposición del propio arbitro”.
Fue lo que sucedió en la modernidad y Casares señala
una importante correspondencia: “la doctrina moderna del Estado fundada en la
soberanía del pueblo respondió como un eco fiel a la doctrina de la autonomía
individual, instaurada por la Reforma… de aquí la perenne disposición a la
rebeldía de los súbditos y la exaltación de la fuerza estatal para imponer un
orden que se hace cada día se hace más difícil en el caos de las individuales
autonomías desorbitadas”.
En la “religión del hombre” que ha desatado en el mundo
todos los egoísmos encuentra Casares el origen de los graves desórdenes de
nuestra época y afirma que “el proceso de laicización de todas las
manifestaciones de la cultura y de todas las instituciones del orden temporal,
es la consecuencia dialéctica de esa religión sustitutiva que concibe a la
naturaleza humana como una libertad sustancial y soberana, y erige
consecuentemente Al hombre en fin absoluto de si mismo” (Plenitud del derecho, Universitas, 1, 1967, p. 25).
El agnosticismo del Estado liberal, caracterizado por
su capitalismo individualista y su teórico igualitarismo, tuvo su respuesta en
el mesianismo marxista con sus promesas de redención secular; sin embargo,
mediante el comunismo se tradujo en tiranía ideológica, capitalismo de Estado y
reacomodamiento clasista. Respecto a la cuestión, afirma Casares que “la
revolución comunista de 1917 saca las últimas consecuencias dialécticas de las
premisas puestas por el humanismo antropocéntrico de la libertad suscitando una
mística en la que se conjuga el más intrínseco y riguroso ateísmo con una
ordenación de la vida individual, de la sociedad y del Estado que es la réplica
invertida -pervertida- de la Iglesia y de la Cristiandad, donde la soberanía de
la verdad es sustituida por una soberanía de la libertad que hace de su régimen
jurídico un absoluto en el que se da al Estado puro la justificación en sí
mismo de todos los actos de poder” (Plenitud
del derecho, ps. 26/27).
X.-
De la actuación de Casares en la Corte
Suprema de Justicia nos ocupamos en un trabajo titulado “Tomás Casares, Juez” (publicado en Prudentia Iuris, n° 2 Buenos Aires, diciembre de 1980).
El conjunto de los fallos, que ahora no
podemos considerar muestran la firmeza de un pensamiento encarnado en la
jurisprudencia en torno a una serie de temas fundamentales: la Nación, las
funciones de la autoridad judicial, la guerra, los derechos individuales y el
bien común, la estructura natural de la sociedad, la familia legítima y la
subordinación de la vida económica al bien común.
XI.-
Como
esto se está haciendo un poco largo, entendemos que es tiempo de ir
concluyendo.
Y de
pronunciarnos contra el Casares “light”
que algunos fabricaron, contra el Casares que sirve como ornamento y no molesta
a nadie, contra el Casares reducido a sus estratos superficiales en razón de la
exquisita suavidad de sus modos, nosotros reivindicamos al Casares de la
firmeza interior, de la voluntad templada como el acero; al Casares paciente y
resistente ante los embates del destino, mal Casares de la hondura y de la
densidad. Para decirlo con palabras de Saint-Exupéry, al Casares firme como “la
roda de la pros de un navío, que a pesar de la demencia del mar, retorna
inexorable a su estrella”.
Esta
firmeza está representada por su ex
libris escrito en latín: In Hoc Signo
Vincis, con este signo vencerás, recordado en “La canción del Signo
victorioso” de ese poeta del riñón de los Cursos, con quien aprendimos a
escribir, que fue Miguel Angel Etcheverrigaray:
“Aunque te creas derrotado
con este signo vencerás,
politeísmo fracasado,
sólo con Uno triunfarás.
Los dioses son camino andado,
polvo
de tierra y nada más.
Yo soy Aquel que bien te ama
y con mi signo vencerás”.
Bernardino MONTEJANO, octubre 12 de 2014.
Comentarios
Publicar un comentario
Deja tu comentario, siempre que sea respetuoso y lleno de caridad. Los comentarios van a ser moderados por los editores del blog.