Tomas Casares por Bernardino Montejano
El ciclo de charlas “Grandes
Católicos Argentinos Contemporáneos”, Organizado conjuntamente por el Centro de
Estudios Cruz del Sur, la Corporación de Abogados Católicos, el Centro Cultural
Universitario Ars Iuris y la Academia del Plata, acompañados por la UCA, la
Facultad de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de la UNSTA, la Asociación
de Dirigentes de Empresas, la Fundación Emilio Komar y el Colegio San Pablo,
tuvo su comienzo el pasado 9 de agosto, con una conferencia
en la Corporación de Abogados Católicos en homenaje a el Dr. Tomás Casares, en
la que disertaban el Dr. Bernardino Montejano y el Dr. Ignacio Casares.
Comenzó la disertación el Dr. Bernardino Montejano
y en ella dijo a algunas verdades sobre los devenires de la UCA y de la pésima gestión
de algunos de sus directivos, por supuesto con nombre y apellido. La verdad
siempre molesta y más de uno se sintió incomodo, pero el presidente de la CAC,
interrumpió al disertante exigiéndole que ajustara su disertación sobre Casares
para no incomodar a las instituciones auspiciantes, por lo que el Dr. Montejano
con el objeto de no molestar al censurador, le redujo el resto de la exposición, en su cuenta de Facebook publicó
el resto de la misma para no mutilarla y luego la ofreció para que podamos
acceder a ella en forma completa ya que el Centro de Estudios Cruz del Sur la
había retirado de su canal de YouTube, por pedido del mismo personaje.
Le solicite al Dr. Montejano el texto ofrecido y
ofrecí publicarla en nuestro blog, de manera que pueda ser conocida y esté al
alcance de todos, quienes deseen leerla. Tenemos el honor que nos las haya
enviado, conjuntamente con una conferencia de octubre del año 2014,
en el XVII Encuentro de Formación Católica “Maestros y Testigos del catolicismo
argentino”. (publicada en post aparte)
Publicamos
ambas y lo hacemos por deber de justicia, por amor a la verdad y en contra de
esta “cancelación” que se ha puesto de moda en los ámbitos, cancelación a lo
bueno, bello y verdadero.
Gracias
Dr, Montejano por los dichos que nos acercan a un hombre que nosotros no hemos
conocido, gracias por defender la verdad, gracias por la generosidad y
confianza.
Lic.
Marcelo Eduardo Grecco
Director
El
Caballero de Nuestra Señora
I.-
En
principio hablaré solo de mi relación con el homenajeado en la Facultad de
Derecho de la UCA; como fue mi ingreso invitado por Casares, la conservación de
su legado durante 39 años y el fin de todo eso. A Casares lo había conocido un
tiempo antes en la casa de Dondo; entonces yo era adjunto de Introducción al
Derecho en la UBA en la cátedra de Ricardo Zorraquín Becú y en 1967 acababa de
ser echado de la Universidad Católica de Mar del Plata, ex Stella Maris porque
para sus autoridades era poco democrático. Las mismas ya habían prescindido de
la Virgen María y de su rector Juan Carlos García Santillán.
Ese
antecedente no lo preocupó a Casares y al volver de Europa, donde había participado
en un Congreso en Lausana, Suiza y dictado una conferencia en Madrid, me llamó
para convocarme. Todo ignorado en el 2007 por el director de El Derecho, en una semblanza mentirosa
que usa a Casares, dejado como irresponsable, para elogiarse a sí mismo. Esto
me obligó a mandarle una carta, nunca publicada.
Entonces,
me reuní con Casares, quien ya tenía un adjunto Ernesto Pueyrredón en el curso matutino
y necesitaba otro para el de la tarde y le dije: Mire doctor, tengo 27 años y
necesito su ayuda, que él, con inmensa generosidad, siempre me brindó.
Al tiempo
me volvió a llamar para designarme en el doctorado en ciencias políticas y el
compromiso era mucho mayor. Entonces llegamos a un acuerdo, aunque él insistía
en estar MG, mandado guardar: una vez por mes, me acompañaría y la clase versaría
acerca de un tema concreto de Ética Social propuesto por los alumnos.
Así comenzó
una relación cada vez más estrecha y profunda con el correr del tiempo. Casares
enseñaba con su palabra y su ejemplo; desbordaba en anécdotas. Por ejemplo,
había conocido a Carnelutti en un congreso año 1948 en Tucumán…
Desde
entonces “mirando juntos en la misma dirección” participamos en las Jornadas de
ortodoxia católica; allí, el tema de Casares fue El sentido social de la Eucaristía y en el Curso de Recova acerca de los mitos actuales
(1970) donde su tema fue El mito de un
cristianismo sin cruz; presentado por el recordado Julio Barberis quien
destacó la coherencia del orador como cristiano, filósofo y juez.
Para que
ustedes entiendan la colaboración del titular mostraré dos casos, uno de
ciencias políticas y otro de filosofía del derecho. El primero fue la tesis
doctoral del coronel Gustavo Adolfo Ortiz; el segundo el cuestionario de Susana
García Pullés.
En 1975
Ortiz presenta su tesis y la expone. Uno de los jurados comienza a formularle
preguntas fuera de tema y tiene una áspera discusión conmigo, que era el
profesor patrocinante. Casares presidente del jurado la corta en seco y nos
retiramos a deliberar; al pasar frente a Ortiz lo felicita y ordena a la
secretaria lo siguiente: “Se le concede el título de Doctor en Ciencias
Políticas con la calificación de SOBRESALIENTE y la siguiente MENCIÓN ESPECIAL:
El tema de la tesis, de suma actualidad, expuesto con objetividad a la vez de
una justa y bien fundada concepción de la Ética y la Política; su materia ‘La
función militar’ es objeto de un examen penetrante desde todos los puntos de
vista que requiere la dilucidación de su específica naturaleza. Ello pone de
manifiesto la madurez de juicio del autor y su recto sentido de la debida
inserción del estado militar en el todo social. Débase destacar la lógica con
que el tratamiento del tema es desarrollado, y que lo es con un estilo de real
calidad que lo realza”. Casares y otro jurado firmaron y el primero se dirigió
al quejoso y le dijo: “Usted, firme acá” con lo que concluyó el acto.
En plena
decadencia de la Facultad fui elegido como jurado para un examen de tesis. El
tribunal no se pudo poner de acuerdo y la culpa principal era la del padrino,
que además era el decano. Cuando se lo hice saber me contestó que no había
leído la tesis. Me acordé de la tesis de Ortiz, de Casares y de monseñor Juan
Dan. ¡Eran otros hombres, otros tiempos!
El segundo
caso es el de una alumna de Filosofía del Derecho, Susana García Pullés.
Ella me
presentó sus dudas acerca de las aporías bíblicas y no quedó satisfecha con las
respuestas de Tomás de Aquino en la Suma
Teológica… la nota de cuatro páginas concluye: “Costándome un triunfo
escribir estas líneas porque poco se hablar, pero menos escribir, le aseguro
Dr. Montejano que es según mi verdadero pensar y sentir. Quiera Dios
disculparme si con esto cometo herejía alguna.
Le envié a
Casares las dudas y contestó con la siguiente
NOTA: La
ley natural es participación de la ley eterna y la ley eterna es, en cierto
sentido, Dios mismo. Lo que quiere decir que la naturaleza, creación de Dios,
lo expresa y refleja.
Tal es el orden natural, es decir, el principio
general que rige la disposición de las cosas y de las acciones conforme a su
naturaleza. Una naturaleza creada
por Dios, y de la que, por lo mismo Dios es soberano Señor.
Él da y
quita la vida. Él la quita legítimamente porque es absolutamente Suya. Lo propio del hombre no lo es sino
relativamente, porque lo ha recibido.
Y así como la quita por acto suyo al inocente, está en su poder mandar a un
hombre que la quite. Lo que iría contra el orden natural, sería atribuir al hombre semejante potestad
de quitar sin causa al semejante lo que es suyo.
Además, en
el caso del sacrificio de Isaac está de por medio la prueba a que es sometida
la obediencia a la voluntad de Dios, voluntad expresada genéricamente en el
orden natural y la ley natural pero que, no contra ella, pero sí fuera de su órbita -porque la ley
natural expresa el orden de la
convivencia de las criaturas- puede al hombre serle mandado en un caso particular por el Legislador
Supremo, obrar de otro modo que como debe obrar siempre que su acción esté
librada a su propia iniciativa.
Esto no es
poner a la voluntad de Dios por sobre su razón. Es una mala acción matar al
inocente, cometer adulterio, apoderarse de lo ajeno, en esto la ley natural
participa de la ley eterna, en el sentido de que sería contraria a la
perfección divina una creación en la que la propia vida estuviera librada a la
voluntad de los semejantes, y lo mismo la mujer propia en razón de la
indisolubilidad esencial del vínculo matrimonial, y las cosas propias (si bien
la razón de lo ‘propio’ es diversa en los tres casos) pero si en un caso particular Dios manda realizar un
acto por el que se toma al semejante lo que es suyo, no manda contra Su razón,
pues no manda o autoriza a que las criaturas por acto suyo procedan de ese modo; el acto en estos casos es de Dios, que dispone de lo que es
eminentemente y absolutamente Suyo, lo cual no quiere decir que sea una pura
decisión voluntaria sin otra razón de ser que el haberlo querido la voluntad de
Dios, es decir juzgar el caso como si se tratara de un acto del hombre, capaz
por la libertad de sustituir con la decisión
de su voluntad la razón de su acto, pero en la perfecta unidad de la
esencia divina esto no es concebible”.
Muchos años después, el 30 de abril de 1994
recibí una nota de la prosecretaria letrada de la Procuración General de la
Nación, que dice: “Dr. Montejano: Todavía guardo la carta del Dr. Casares… tal
como le dijera a mi hija Dolores, le hago saber que, para mí, fue un honor el
haber sido su alumna. Susana García Pullés”. Casares, gracias a la tradición,
recibía honores después de muerto.
En 1969
participamos junto con Casares en un curso en la Facultad y cuatro de sus
conferencias se publicaron en 1971 con el título Acerca de la justicia (Casares, Cabral, Montejano, Rossi).
Primer
Congreso del Instituto de Promoción Social Argentina: el 6 de diciembre 1969
Casares y Sacheri presidieron la sesión en la cual hablé sobre Orden natural y subversión en la doctrina
pontificia. Casares y Ballester Peña fueron los únicos famosos que le
respondieron a Sacheri. Los personajes económicos le fallaron y fueron
reemplazados por Julio César Noacco y José María Wathelet.
Casares me propuso
para reemplazarlo en la Gran Enciclopedia Rialp, artículos Ley, justicia y prudencia y me ayudó ante múltiples observaciones.
Sus últimas palabras, ya harto, fueron: “¡Que Dios lo ayude!
Homenaje de
Universitas en los 80 años de Casares.
Participamos Pueyrredón y yo.
Casares en
vida fue muy generoso; hasta me regaló su caja de hierro, que hoy se encuentra
en el INFIP en la sala Patricio Randle bajo el Atlas por el cual el último,
obtuvo el Premio Nacional de Geografía. Dos joyas que pueden visitarse.
II.-
Muerto
Casares, nunca tuve problemas en los decanatos de Jorge Mazzinghi y de Santiago
de Estrada, sino todo lo contrario; pero a partir de allí, con los decanos siguientes, los tres pertenecientes a
la orden del tornillo, que siempre ajusta para abajo y afloja para arriba, la
situación empezó a complicarse y el hostigamiento, más allá de mi persona
abarcó a mi adjunto José Luis Rinaldi a quien se le privó del acceso al
doctorado por exigencias que no existieron en otro caso idéntico.
En 1977
apareció en Sapientia n°125 mi
artículo La filosofía política de Tomás
Casares.
En 1979 le
dediqué el libro La Universidad,
junto a otros tres amigos muertos: Medrano, Noacco y Wathelet. La dedicatoria
permaneció en las otras ediciones argentina (2001) y mexicana (2007), agregando
en ellas a Francisco Javier Vocos. En el recuerdo, Casares aparece como el doctor
del Derecho cristiano y destaco sus respuestas a los alumnos del
doctorado “ortodoxas, actuales, prudentes, que aunaban experiencia y sabiduría;
ellas eran formuladas con humildad en términos sencillos y mostraban un
profundo respeto por aquellos que no sabían. Porque con él era harto difícil no
ser dócil”.
En 1980
participé con Monseñor Derisi y Mario Amadeo en el homenaje rendido por la
Facultad. En el mismo año apareció el artículo Tomás Casares, juez, en Prudentia
Iuris.
En mayo de
1981 recibí una carta del presidente de la Corte Suprema de Mendoza, Emilio
Poccioni, que dice: “en medio de las injusticias que se hacen a Dios y a la
Patria, y más allá de los entretenimientos técnicos de nuestro tiempo, el
pensamiento esclarecido de don Tomás Casares… sirve a la justicia en sus
motivaciones más hondas”.
En 1985 se
publicó el artículo La filosofía
económica de Tomás Casares y los derechos del hombre concreto, Idearium, Mendoza.
Mientras
tanto, en la Facultad crecía la mentira y así el 2 de octubre de 1989, el
decano en una nota al rector se quejaba de las consideraciones formuladas por
Santiago de Estrada, profesor emérito, relativas al nuevo plan de estudios.
Respecto a Doctrina Social de la Iglesia, incorporada por el quejoso, la nota
dice: “Como la materia estará a cargo del equipo de especialistas de notoria
capacidad que dirige el Dr. Bernardino Montejano, ello redundará en hacer
descender a la práctica profesional”. La mentira se concretó cuando de ese
equipo, una veintena, al restaurarse la materia se convocó a dos, Gustavo
Ferrari y Hugo Verdera.
En el año
1992 fui invitado por el Centro de Estudiantes para hablar en un homenaje estudiantil a Casares. Entre
otras cosas, les confesé que lo había conocido envejeciendo, recordando las
palabras de Saint-Exupéry acerca del atardecer de la vida “me consoló verme desligado de mis trabas, como si en lo invisible toda
esa carne reseca se me hubiera transformado en alas. Como si me paseara, al fin
nacido de mí mismo en compañía del arcángel que tanto había buscado. Como si,
al abandonar mi vieja envoltura, me descubriera extraordinariamente joven. Y
esta juventud no estaba hecha de entusiasmo ni de deseo, sino de una
extraordinaria serenidad. Esta juventud era de esas que abordan la eternidad,
no de aquellas que abordan al alba los tumultos de la vida” (Ciudadela, XLV). Lo veo sonriendo desde
su descanso eterno porque para él yo era el representante de Saint-Exupéry en
el cono sur.
Así lo
conocí a Casares, quien predicaba con su palabra, pero sobre todo con su
conducta: el deber, la obediencia, el respeto, el sacrificio, la
responsabilidad… todo dicho y hecho naturalmente, pero con una naturaleza elevada por la gracia.
El 4 de
julio de 1994, participé con Alberto Caturelli en la presentación del libro de
Carlos Daniel Lasa: Tomás Darío Casares.
El pensamiento y la obra de un jurista y filósofo cristiano. Abelardo Rossi
no pudo participar por enfermedad, pero me confió su mensaje: “Casares era nuestro abanderado”.
En 1994, en
el simposio de OIKOS Ante el colapso de
la educación, organizado por el inolvidable Patricio Randle, propuse dos
ejemplos argentinos a quien tanto debo en mi formación: el padre Meinvielle y
Casares.
En octubre
del mismo año tuvieron lugar unas jornadas tituladas “Vigencia del ejemplo y
del pensamiento de Tomás Casares”, en la Corporación de Abogados Católicos En
ellas participaron entre otros Lasa, Rinaldi, Ignacio Casares y Roberto Brie.
Nuestro tema fue “Casares ante el mundo moderno”.
Era el año 2000 y la Facultad rindió un extraño
homenaje a Sacheri, en el cual Casares y Santiago Estrada estuvieron presentes
en mis palabras; recibí el día anterior un llamado de la Facultad, querían
saber que diría. Y al día siguiente del homenaje, otro llamado por el temor de
la publicación de mi discurso en Cabildo.
Pero no tenían nada que temer… se publicó en España.
Extraño
homenaje… porque las autoridades querían tributarlo y a la vez no tributarlo… o
sea reducirlo al mínimo. Limodio, entonces secretario, quiso hacerlo en la sala
de consejo, pero la Misa celebrada por el Padre Julio Méndez, desbordó de gente
y tuvieron que habilitar un aula, sin micrófono. Cuando habló Juan Manuel
Medrano, se escucharon protestas porque no se oía y cuando hablé yo, otras
protestas, por hablar a los gritos.
En el mismo
año, por el voto de los graduados, fui elegido para hablar en un acto en el
cual exalumnos cumplían 25 años de recibidos; tuve una llamada de la Facultad, para
que no hablara de su actualidad porque eso no les interesaba. Pero, algunos de
los exalumnos eran padres de alumnos, así que el tema les interesaba y mucho.
Ahora
algunas de mis palabras: “Ustedes han
vuelto y en la perspectiva de los años han evaluado esta casa y la recuerdan
como una gran familia… con un decano, el doctor Santiago de Estrada, paseando
por los pasillos, con despacho abierto a los alumnos…
Todos eran entonces personas,
profesores, estudiantes, empleados, tenían nombre y apellido y muchos
sobrenombres, inventados o recogidos por la tradición. El bar de Avelino era un
lugar, no un no lugar como los shoppings.
No existían lugares vedados, a los
cuales se accede con tarjeta, pero todos
sabíamos cuál era nuestro lugar. Reinaba
el respeto y la autoridad se ejercía sin gritos ni prepotencia; no existían
el muchachismo ni la adulación a los poderes culturales, políticos, económicos
ni periodísticos. La política partidaria
era ajena a los claustros…
Ustedes han vuelto y después de cinco
lustros han hecho una evaluación personalizada, idónea, responsable, de la casa
en la que transcurrieron los años de formación universitaria y de los
profesores que les han dejado en la vida humana y profesional, huellas que
desafían la erosión del tiempo.
Y se han encontrado con otra realidad…
somos más ricos, disponemos de más bienes y, sin embargo, una cosa esencial nos
falta: hemos perdido alguna parte de misteriosas prerrogativas… La Universidad
y la Facultad han crecido en exceso… Los nombres han sido sustituidos por
números. Nos hemos masificado. Hemos perdido identidad.
Se ha resentido la jerarquía. Se ha perdido
el respeto. Los profesores, los ayudantes y los alumnos nos sentimos maltratados,
perseguidos, humillados, recargados con exigencias inútiles y a veces absurdas.
Es como si la gran familia se hubiese
burocratizado.
La
inflación reglamentaria también invade los claustros… hemos pedido identidad
y no la vamos a recuperar con inútiles reuniones y menos convocando para
adoctrinarnos a un marxista confeso como Francisco Delich”
La pérdida de identidad se nota en el
cambio de la tapa de Prudentia Iuris,
fundada y dirigida por Santiago de Estrada. En ella aparecía un dibujo de
Francisco Fornieles: Santo Tomás y su
mundo, la Cristiandad, así explicado: sobre el trasfondo del orden natural
instituido por Dios… se destaca la reordenadora sabiduría cristiana,
representada por el más alto exponente de la teología católica. Maestro Común
de todos los tiempos. Pero un día soplaron otros vientos, los de lo vago, de lo
equívoco y el dibujo fue reemplazado por una tapa anodina de dos colores.
Y
vinieron las evaluaciones de los profesores por los alumnos. Así los
míos de primer año, sin discriminar entre el sobresaliente y el cuatrero, en
forma anónima e irresponsable, incluso antes de rendir el examen final, fueron
consultados acerca de si asistía a clase, si llegaba puntual, si sabía la
materia, si tenía condiciones pedagógicas, etcétera, para luego ser las
respuestas evaluadas por personas sin conocimientos jurídicos, pero infectadas
por los vicios denunciados por Sorokin: metromanía, numerología, cuantofrenia
Durante un mundial de fútbol como un partido de
la Argentina coincidía con horas de clase, en el Curso de Introducción al
Derecho, mañana B concurrió el profesor y ningún alumno; solo encontró a una
empleada. Después de una espera de dos horas, el adjunto se retiró. En la clase
siguiente anuncié a los estudiantes, fundando mis razones, que pediría se les
asentara la doble inasistencia. Ese día y a la misma hora, en la Universidad del
Salvador daba clase, con alumnos varones y mujeres.
En la nota
al decano el 27 de junio de 2002 le expresaba: “si todos los argentinos, en
cualquier lugar de la sociedad, comenzáramos por cumplir con nuestro deber, no
por el deber mismo, sino por su orientación al bien fundado en el ser, si no se
cometieran tantos pecados de omisión, esta Argentina que me duele, no se
encontraría en el estado que hoy padece.
Por eso,
porque ningún alumno fue capaz ese día de un acto de voluntad, que probara el
señorío de lo mejor de sí mismos y porque frustraron el dictado de las clases,
merecen por lo menos que se deje constancia de sus inasistencias, lo que es de
estricta justicia y lo que expresamente solicito”.
No recuerdo
la resolución del decano, pero tengo los resultados de la evaluación acerca del
trato con los alumnos: muy buena y buena 37%; regular, mala y muy mala: 63%.
No tengo la menor duda que en este caso, Casares hubiera optado por el bien de
los alumnos, que consistía en corregirlos, y no por el muchachismo demagógico.
Durante su decanato, Limodio me invitó
a escribir en Prudentia Iuris, de la
cual había sido subdirector, en un número dedicado a la familia; a lo cual me
negué porque su director había abandonado a su familia y juntado con otra mujer;
lo hice, como se lo dije, por respeto a mí mismo, fiel al legado de Estrada y
Casares.
En el año
2012 la Universidad de Santiago de Compostela publicó un libro: Tópica, Retórica y Jurisprudencia, en
homenaje a Francisco Puy y nuestra colaboración se tituló La Cristiandad y el Derecho
Cristiano, una contribución bien argentina, porque allí aparecen tres maestros a quienes tanto debo en el
orden de la inteligencia y de la vida: el Padre Meinvielle y los doctores
Casares y Medrano; largamente citado el libro del último, La construcción de la Cristiandad en la Argentina.
En octubre
del año 2014, en el XVII Encuentro de Formación Católica “Maestros y Testigos
del catolicismo argentino”, tuve a mi cargo la conferencia: Tomás Darío Casares: un hombre de los Cursos
de Cultura Católica.
III.-
Pero un día
nefasto llegó a la UCA Mon Alfredo Zecca “dispuesto a desterrar el viejo estilo
impuesto por los Cursos de Cultura Católica” como escribe Juan Luis Gallardo.
Casares fue el alma de esos cursos.
Durante su
paso por la Universidad Zecca se destacó por sus invitados: así para el Jubileo
del año 2000 lo fueron Francisco Delich y el rector de la UBA Oscar Shuberoff,
a quien la prescripción y la muerte lo salvaron de sus procesos; y bajo su
amparo la Cátedra de Derecho Eclesiástico convocaba al paseo “Tres visitas”,
que incluía a la Mezquita “Rey Fahad” sita en el predio regalado por Menem al
Reino de Arabia Saudita en el cual está prohibida la Cruz.
Otro convidado
especial fue Gianni Vattimo y la invitación del rector y su decano de Filosofía
destacaba “el máximo nivel académico… de oír a todas las voces de la cultura de
nuestro tiempo… y su testimonio… en el humano camino bajo la atracción de la
verdad”. También era habitual la presencia de Daniel Filmus que poco antes
había dispuesto la distribución de un manual pornográfico para combatir el SIDA.
Zecca se dedicó
a eliminar profesores; discípulo del francés Jacques Attalí, quien en su obra El hombre caníbal, reclama la eutanasia
colectiva para los mayores de 65 años, este rector
caníbal aplicó el castigo a todo quien cometiera un pecado nuevo: cumplir
65 años y no morirse, excepto colaboracionistas y chupamedias.
Quiero
recordar a uno solo, fundador del Instituto de Bioética al cual donó su
biblioteca: el doctor Hugo Obiglio, a quien ni siquiera le concedieron el
tiempo para jubilarse, porque la virtud de la gratitud era ajena al caníbal,
sus cómplices y secuaces.
Mientras
tanto, en la cátedra heredada seguíamos adelante, cada año con el abordaje de
un tema especial: las bienaventuranzas del político, la guerra de Irak, una
muerte en la UCA, el juicio a Cristo, la democracia morbosa, el ateísmo
militante, la injusticia del terror, el Domingo, último bastión de la
Cristiandad, ética pública y privada (el caso Maccarone, el sacrilegio y los
pecados sexuales), la cuestión demográfica y después de nuestro cese: la seguridad
y el bien común político y la anomia argentina, en el campus de Pilar de la USAL,
casi todos publicados en San Rafael y en España.
También me
llegó la hora, el fin de mi presencia en la UCA notificado por una carta
certificada. Como Rinaldi, mi querido adjunto renunció el mismo día, se acabó
la presencia espiritual de Tomás Casares, porque el sucesor en la cátedra
renunció al INFIP aduciendo que se inventaban cosas para atacar a la UCA,
disertando luego en el Rotary Club e ingresando en una Academia presentado por
Alberto Rodríguez Varela; todo esto imposible para nosotros.
Derisi fue constructor de la UCA; Zecca
destructor. Pero su carrera ascendente concluyó en el 2011 al ser designado
arzobispo de Tucumán. A los abrazos con el gobernador Alperovich, se lo ve muy
contento junto al mismo y a José López, firmar un compromiso por el cual le
entregarían 15 millones de pesos para embellecer la catedral; poca
circunspección del prelado cuya divisa era “soy obispo para vosotros”. en una
provincia aquejada por la desnutrición infantil. Parece que los millones nunca
llegaron y como los bolsos arrojados por López al convento contenían dólares, desconozco
el destino de esos pesos.
Hace poco,
en Francia se suicidó un sacerdote François de Foucauld; lo encontraron colgado
de un árbol en un bosque, justo en el año que fue canonizado Charles de
Foucauld. Abandonado por su obispo, hacía más de un año que estaba a la deriva.
Como hoy, justamente la Iglesia ha modificado su pastoral acerca del suicidio,
un obispo amigo celebró la Misa en sufragio de su alma.
Algo
parecido le sucedió a Zecca: apareció muerto el sacerdote Juan Viroche, quien
estaba amenazado, en circunstancias confusas y el obispo enseguida hizo suya la
hipótesis del suicidio para luego, lavarse las manos. Pero el sacerdote era apreciado
por sus feligreses, que detestaban al obispo que lo había abandonado. El
resultado fue que el rector caníbal
sufrió un castigo cósmico y tuvo que renunciar a los 67 años; fue nombrado
emérito de Bolsena, Italia, para nunca volver a Tucumán.
Con motivo
de la renuncia hice pública una nota manifestando mi alegría, la cual motivó
una discusión con un matrimonio amigo que intentó defender al rector caníbal
alegando que Viroche tenía dos mujeres, lo cual mereció una respuesta
contundente: obispo, viene de inspector y si era bígamo sacrílego, Zecca se
tenía que ocupar el doble de él y que el reemplazante sería peor, lo cual era
más grave, porque tratándose de un futuro humano contingente, usurpaban un
poder divino, pecado gravísimo si lo hicieran con pleno conocimiento. Con
motivo de la nota recibí críticas y apoyos de los que transcribiré dos: de un
santo sacerdote el padre Ignacio Bojorge y el de una destacada mujer la doctora
Inés Futten de Cassagne. El del primero: “Me congratulo con el In Memorian de Zecca. Un testimonio
histórico duro y maduro”, y el de la segunda: “BRAVO por el coraje de
desenmascarar el CV desastroso-destructivo-infame”. Pero dejemos a ese ácaro y
recemos por su conversión al catolicismo.
Una última
reflexión: si en 1967, cuando conocí a Casares, en lugar de Derisi hubiera
estado el rector caníbal, éste habría prescindido de sus servicios a los 65
años y lo que les he contado nunca hubiera existido.
En el
encuentro del 2014 formulé diez preguntas con respuestas textuales de Casares.
No las repetiré, y agregaré una sola:
¿Qué piensa de la
situación penosa de la Iglesia y su cúpula?
Lo veo en
un doloroso silencio, con el cual también nos enseña y se remite a una poesía
de un íntimo amigo Carlos Sáenz, acerca de quien había escrito en su obituario:
“fue poeta en el más riguroso sentido de la expresión... escribió versos de un
altísimo vuelo poético, proveniente de una vida espiritual de análoga
elevación” (Mikael n° 11, 1976). La
poesía se llama:
Oración del feligrés
Porque te
vea expoliada
no voy a
quererte menos;
de
llanto mis ojos llenos
no
torcerán la mirada;
la
fe no precisa nada
que
por gala la decore;
para
que en el yermo adore
me
basta acatar tu voz,
pero,
por amor de Dios,
no
me pidas que no llore. (Mikael, 18)
Bernardino MONTEJANO, Corporación
de Abogados Católicos, agosto 9 de 2022.
Comentarios
Publicar un comentario
Deja tu comentario, siempre que sea respetuoso y lleno de caridad. Los comentarios van a ser moderados por los editores del blog.