Es la Iglesia...

 



¿Quién será el nuevo Papa? ¿Quiénes son los papables? ¿Qué estilo tendrá? ¿Será conservador o progresista? ¿Seguirá la misma senda de Francisco o volverá «para atrás»?

Preguntas que surgen permanentemente en estos días, preguntas que quieren hacernos a hacer a los católicos, preguntas que se hacen los periodistas agnósticos y ateos, preguntas que se hace la gente común que está simplemente bautizada o que profesan otras religiones.

Preguntas, que muestran claramente que la iglesia sigue estando en el centro, ya sea para aquellos que la quieren destruir, ya sea por aquellos que sabemos que a su poder espiritual ha de someterse todo el orden social, porque en último término es tener a Cristo como REY, de todo el orden. A pesar de todas las críticas y de los esfuerzos de quienes la odian, a pesar del ateísmo reinante y de la corruptela que la masonería infiltró en su seno, aun así la Iglesia permanece “en medio de los pueblos cual columna de verdad”.

 Y quizás aquí está el problema, porque las visiones distintas de la Iglesia, la continuidad o la ruptura, como decía el gran Benedicto XVI, con la Tradición, el Evangelio y el Magisterio, las tres fuentes de nuestra fe. Una iglesia que cambia absolutamente  todo para no dialogar con el mundo, sino para coquetear con el mundo o una Iglesia que cambia lo accidental para estar en el tiempo y hacer nuevo el mensaje siempre vigente e inamovible de Cristo.

Porque el coqueteo implica mostrar al otro lo que quiere ver y no mostrarse tal cual es, desdibujar a Cristo y cometer gravísimos errores

 No sabemos quién será el nuevo papá, no sabemos quién de los cardenales es papable, porque estrictamente, los papables son los 135 y todos los hombres bautizados que tengan las condiciones para ser Obispos, esto último, en esta etapa del mundo es ya una gran utopía. Tampoco nos gana la ingenuidad sabemos que la política eclesial y no eclesial, sabemos de las fuerzas oscuras – digámoslo son miedo, la masonería – actúan en la Iglesia y no estarán ausentes en el Conclave, donde los 135 cardenal elegirán al Sucesor de Pedro.



Ciento treinta y cinco, un número nunca alcanzado y superando lo legislado por la propia Iglesia, algo que nos acostumbró el último Pontífice, quien modificó, a su antojo, una serie de leyes para asuntos claves que le permitieron hacer cosas que nunca hubiesen ocurrido[1]. Ciento treinta y cinco, menos algunas ausencias por enfermedad y exclusiones, son los que han de elegir al sucesor de Pedro, a Pedro lo eligió Cristo aún sabiendo que lo iba a negar. Contarán, sin duda, con la asistencia del Espíritu Santo, que no es una asistencia mágica, sino de inspiraciones y discernimiento, olvidar esto es un grave error, pero también pensar que los señores  cardenales  no pueden desconocer la Voluntad de Dios. Entre Juan recostado en el pecho de Jesús, firme al pie de la Cruz y unido a la Madre. Estará Pedro con sus negaciones y arrepentimientos, estará Santiago y Pablo con anhelo misionero por la salvación de las almas y habrá, siempre estará Judas, que venderá al Señor y a la Iglesia por 30 monedas de oro, por popularidad en los medios, por oscuras propuestas de la masonería. Las monedas de las agendas globalistas, de la Revolución anticristiana, liberal, protestante y marxista, serán la guía de muchos, las monedas de la Cábala y de las tres mentiras. No faltarán los adalides de la ruptura y aduladores de un espíritu conciliar, no faltarán los cardenales discípulos de  aquellos del pacto de las catacumbas.

A Todos ellos debe inspirar el Espíritu Santo, ciertamente, no baja y marca el nombre, tampoco cambia misteriosamente los nombres en las papeletas (no porque no sea posible, sino porque respeta la libertad), pero si dando, tocando el corazón. Ahora bien, los Cardenales podrán rechazar esa inspiración y elegir obstinadamente, algo que nosotros vamos a desconocer, siempre será el Señor quien tenga la última palabra y quizás nos pida algo a partir de esa elección.

Nadie puede dudar que uno de los frutos del pontificado que acaba de terminar, fue la división en la Iglesia y la persecución concreta a los sectores más fieles. Durante años esta persecución era solapada, porque nadie se quería sacar la careta y mostrarse claramente como progresista, por otro lado, se limaba así cada vez más la fe de la Iglesia y la formación de los fieles. Con Francisco quedo bastante claro quien es quien, quizás sea uno de los motivos por lo cual este Conclave se presenta como uno de los más complejos, porque muchos quedaron al descubierto.

En último término cuando nos preguntan por uno o por otros, decimos que queremos un Vicario de Cristo, un sucesor de Pedro que tenga una vida santa y que sea fuerte para no renunciar a la Verdad y llevar a la Barca por los mejores mares. Un Sucesor de Pedro que sea roca que nos confirme en la Fe, que no nos confunda. Sabemos que tendrá virtudes y defectos, pero rezaremos por su crecimiento en la virtud. No será esto lo que quieran en los medios de comunicación, ni Nelson Castro, Cristina Pérez, ni Feinmann, ni Rial, ni Longobardi o el Gato Silvestri y sigue la lista, mucho menos la izquierda periodística, pero no nos tiene que importar y mucho menos sumarnos a ello.

Claramente es la Iglesia la que preocupa y ocupa a todos estos personajes. Nosotros como sus hijos, la cuidamos y rezamos por ella. Por eso terminamos este editorial, simplemente proponiéndote que, junto al Coro Guadalupe de San Luis, recemos el Veni Creator:

https://www.youtube.com/watch?v=DHHUjNZfjuc

 

Supla la Gracia, la deficiencia de la pluma.

 

Marcelo Eduardo Grecco

Director



[1] Valga como ejemplo los cambios que permitieron algunas beatificaciones, incluso algunas de definiciones de “martirios”, de personajes que fueron líderes políticos y lejos de la doctrina de la Iglesia.

Comentarios

  1. Justamente contestando a una amiga que el Espíritu Santo está presente pero los que votan.son.hombres Miren.sino a.Pedro.el primer Papa que lo.nego 3.veces
    Un abrazo fuerte

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