La Pastoral de y en la Verdad del Padre Menvielle.
Actualizamos el artículo que publicáramos en 2005, en
ocasión del centenario de su natalicio.
Ciertamente hoy estamos necesitados de pastores de la talla
del Padre Menvielle y de su pastoral que ha dejado surcos sembrados con la
buena semilla.
Cuando pensamos en el modelo pastoral, vemos que aquello si era una “Iglesia en salida”, en salida en búsqueda de las almas.
Pensando en aquello nos viene enseguida a la memoria las puertas abiertas de su casa, la cercanía con los jóvenes y con los hombres de «los barrios bravos», que lo llevo a emprender obras como el Scoutismo católico o la Juventud Obrera Católica; nos sigue su compromiso con el barrio que le había sido dado para la cura de almas, la activa participación en las organizaciones intermedias e incluso convocando a los vecinos en la gran obra del Ateneo Popular de Versailles, la atención a los pobres en aquella magnifica institución de los Vicentinos, en la limosna con caridad y justicia, siempre presta aunque en ello se fuera el colchón o la última prenda, en la visita pastoral a la villa sin ponerse ningún otro mote que el de sacerdote.
El dispensar los sacramentos, ya sea en la atención a los
enfermos (a cualquier hora del día o de la noche), en la confesión o en la
celebración de la Misa, siempre cerca de quienes necesitarán su figura de
pastor.
La presencia en su figura, su vestido clerical, en su
oración pública y privada (rezando el breviario o el Rosario en el atrio
Parroquial) y el cuidado de la liturgia.
La pastoral con aquellos a quienes Dios le dio la gracia de
alcanzar altos niveles intelectuales, ya sea en sus conferencias o en la
publicación de sus libros, o en la enseñanza de la Suma Teológica. Todas, en
especial a los jóvenes.
Formas de conducir al rebaño encomendado a las verdes
praderas del Verbo Encarnado, todas estas formas de manifestar el amor a las
almas que Cristo tiene y del cual el Sacerdote es el gran mensajero.
Formas de servir a Cristo y a la Iglesia, y no servirse de
ella, como destacó su sobrino en la hermosa homilía del 1 de agosto de 1998.
¿Cómo definir esta pastoral?
Sencillamente, “Pastoral de y en la Verdad".
Ciertamente cuando se
ama la Verdad, se la predica sin temores, se la enseña sin dobleces, se la
presenta a cada uno y en cada lugar según su esencia y esto ha hecho el Padre
Julio.
En cada lugar y con cada uno de la manera que era propio,
predicó la Verdad, que es Cristo Jesús. Acertado es el epitafio de su tumba en
Versailles, «amó la Verdad». Nada más claro para describir la obra de este
pastor santo, obra que lo trascendió largamente su vida, a pesar de los
silencios, a designio, sobre su obra tanto intelectual como pastoral.
Silencios que han contando, en muchos casos, con la
complicidad de los hijos de la Iglesia, que renunciando a la Verdad abrazaron o, a lo menos, guiñaron el ojo a los grandes males que el Padre Julio
supo denunciar y que hoy son la causa de los gravísimos problemas que tiene la
Iglesia.
El primero de ellos es, sin duda, haber perdido ese celo por
las almas y preocuparnos de lo temporal como fin de la vida del hombre,
renunciando a su ser trascendente para quedarnos en lo inmanente, en lo temporal. Y claro está que el Padre siempre se preocupo de lo temporal pero en relación a lo trascendente, Concepción Católica de la Política o Conceptos Fundamentales de la Economía, dos de sus libros, son muestra clara de ellos.
Dice bien el Padre Buela «No iba a lo
político por lo político mismo, ni a lo económico o a lo social por lo
económico; mucho menos se introducía en esos terrenos para llevar a Calvino, o
a Marx, o a Freud. Iba allí para llevar a Cristo, para llevar la Verdad de
Cristo, y solo Cristo, es la solución total incluso para los problemas
temporales ya que «no hay otro nombre dado a los hombres por el que seamos
salvos»(Act. 4,12)»[1].
No conocimos al padre, a poco de nacer nosotros él partía al
Cielo, pero vivimos en Versailles y somos testigos de los frutos de esa
pastoral, tuvimos la gracia de movernos en ciertos círculos donde pudimos ver
como penetro en su enseñanza y formo hombres y mujeres en la Fe en Cristo, en
la Verdad y ellos dieron y dan el buen combate.
Por eso su modelo pastoral tiene un valor de actualidad, los escasos frutos de la nueva pastoral que no abraza la verdad y que muchas veces la niega lisa y llanamente.
Cuando se teme decir la verdad, se hace pastoral “reunionera”
o sensiblera, cuando no se catequiza, ni se vive en la oración, cuando se
llenan los discursos con las tautologías de “discípulos misioneros”, “padre
Obispo” o la falacia, porque no se hace realidad, de "Iglesia en salida", cuando
se cierran los Templos y se abandonan a los fieles a su suerte, se niegan
sacramentos, muchos han muerto en la soledad sin posibilidad de acceso a los
sacramentos.La pastoral de la Verdad, es mucho más que frases inspiradoras y repetidas hasta el cansancio, pero no vividas, no son palabras vacías es Verbo del Verbo Encarnado, es palabra y acción en y por Cristo que solo tiene Palabras de Vida Eterna.
Cuando la Verdad, que es Cristo, no es aceptada en toda su
integridad haciéndonos ecos del relativismo nos enfrentamos a la negación de la
misión salvífica de Cristo y por tanto a la misión de la Iglesia. La Iglesia en
la actualidad, está viviendo lo que el Padre Julio anuncio hace más de
cincuenta años.
Hoy se niega la Verdad, y con ella a Cristo o reducimos su
presencia en el mundo como una simple presencia humana, negando su Divinidad
negando por tanto el Sacrificio de la Cruz y la Salvación que en Ella estuvo
sostenida, como canta la liturgia el Viernes Santo.
Cuando esto ocurre se niega a la Iglesia y a su misión por excelencia sin la cual no tendría razón de existir: la salvación de las almas.
Cristo vino a salvarnos del pecado, de la muerte eterna no del FMI o de las "estructuras caducas".
Anunciar la obra del Redentor, es la misión principal de la Iglesia y toda su acción en el tiempo está ordenada a ella. No hay que convertirse al pobre, sino a Cristo.
Hay que ayudar al pobre, primero para que
llegue a Cristo y para que teniendo el Tesoro por excelencia y también para que
progrese en todo los órdenes de su vida, en especial en la perfección del alma.
Cuando esta primacía
de la Verdad es negada, queda relegado todo celo por las almas y se convierte
la acción de los hijos de la Iglesia en mera acción social y nuestras
Parroquias en centros operativos de muy buenas ONG's, con algunos actos de
culto, la sinodalidad, tan de moda, da lugar a la autodestrucción de la misión
y se vuelve como en Alemania cismática.
Cuando se niega la primacía de la Redención se niega se niega la Eucaristía como presencia viva del Salvador en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, bajo las apariencias de pan y vino. Y cuando es negada la Eucaristía las celebraciones del Sacrificio pasan a ser reuniones de amigo, donde lo principal es "pasarla bien".
El solemne Banquete pasa a ser una simple representación y por eso es más importante ir saludándome con quien se cruce en mi camino o ir bailando al ritmo de los tambores y platillos que ir concentrado meditando con canciones, que así lo hagan, el hecho de que estoy subiendo al Gólgota a recibir el mismo Cuerpo Crucificado y Resucitado de Cristo, mi Señor y Salvador.
Se prohíbe
recibir con piedad y recogimiento y se cierran seminarios de buenos frutos bajo
cualquier excusa.Seminarios, donde la figura y enseñanza del padre Julio siempre estuvo presente.
En fin se niega la Verdad, y esto es consecuencia de una
serie de errores filosóficos que han ido destruyendo lentamente aquello que fue
la Cristiandad, claro que no ha sido posible sino por la renuncia y la traición
de muchísimos hijos de la Iglesia y en especial de los pastores.
Contra muchísimos de esos errores, sino contra todos,
filosóficos, teológicos e históricos lucho abnegadamente el Padre Julio, en ese
campo de la verdadera intelectualidad y no en el de los intelectualoides que
ocupan hoy miles de páginas en los diarios, revistas o horas de televisión y
radio diciendo nada, o Catedras que otrora enseñaban la verdad y hoy enseñan a
besar y permiten cantar marchitas políticas en los Templos, cuando no reniegan de devociones piadosas como la Adoración Eucaristicas.
Aquí también la Pastoral ha sufrido muchísimo y yo diría que es aquí donde más se ha lesionado el accionar de la Iglesia, a través de ese gran mal que es el progresismo católico.
El dialogo en la renuncia, el coqueteo con el mundo y el pecado, en
palabras de Pablo VI: «el humo de Satanás penetrando en la Iglesia»
Querido lector, dijimos al comienzo de este pretendido
homenaje al Padre Julio que su pastoral era de «una apremiante actualidad» y
ciertamente lo es, el propio Benedicto XVI lo ha dejado claro en aquella
homilía por la elección del Papa y ha vuelto a hablar con claridad cada vez que
pudo condenando el relativismo, Juan Pablo II ha pronunciado con claridad la
actualidad de la doctrina cristiana al exponer con majestuosidad el esplendor
de la Verdad.
No podemos dejar de pensar en los jóvenes perdidos y tirados
por la calle a la espera de la droga y el alcohol; de los movimientos
parroquiales que se parecen más a un club de amigos que a instituciones
católicas, donde cuando uno habla con los jóvenes sobre ciertos temas están muy
lejos de la enseñanza de la fe, en muchos ha penetrado la ideología de genero y
la cultura de la muerte.
Ignorancia de nuestros niños y jóvenes del Catecismo de la Iglesia; en la tibieza en la defensa de los valores cristianos y aún más del mismo orden natural callando ante los miles de abusos contra la Fe que se comenten diariamente.
El horror de los abusos litúrgicos, abusando del pobre
Concilio Vaticano II, a quien ponen de excusa para las atrocidades pero
desobedecen sistemáticamente escudándose en el famoso “espíritu del Concilio” que dista mucho del mismo Concilio.
En fin, podríamos mencionar muchísimas más aconteceres que nos
dejan ver la triste realidad y la ausencia de los pastores más burocratizados y
ocupados en tantas reuniones sin notar en ellos ese celo por las almas que
supieron tener los pastores de antaño quizás siguiendo el ejemplo y modelo del
Cura de Ars.
La «Pastoral de la Verdad» fue la pastoral de Menvielle y es
la pastoral de la Iglesia de Jesucristo, porque los pastores deben llevar el
rebaño a las verdes praderas de Cristo, así lo hizo Menvielle y así deberían
hacerlo los que han sido elegidos por Dios para tan alto don, pero también
nosotros debemos tener claro que la misión por las almas es la gran tarea de la
Iglesia y el celo de los pastores debe ser también el celo de los seglares para
llegar donde no llega el sacerdote, para corregir si es necesario al Sacerdote
cuando este equivoca el camino, para avisar al Sacerdote donde se requiere su
presencia, como Doña Ana, la enfermera que en Versailles avisaba al Padre Julio
a cualquier hora de la noche donde estaban necesitando los Sacramentos, esto le
mereció el mote de «Lechuza» por parte del Padre Ganchegui.
El hogar ha de ser la Iglesia Domestica y el gran centro
donde la Fe sea vivida desde los primeros años, tengan los pastores por ellos
especial interés, como supo tenerlo el Padre Julio que visitaba los hogares y
entablaba jugosas conversaciones con los jefes de hogar, muchas veces apartados
de la Iglesia.
Bien, terminemos pues encomendándonos a la Virgen de la
Salud, para que ella que ayudó mucho al Padre Julio en esta Pastoral de la
Verdad, nos auxilie guié para seguir su
ejemplo y ponerla nuevamente en marcha.
Nos encomendamos a las oraciones del Padre Julio quien ha de
estar breviario y Rosario en mano caminando por el Cielo rezando por esta
Argentina, “su herida” y por la Iglesia, “su vida”.
Marcelo Eduardo Grecco
[1] 1
R.P. Carlos Buela «Perfil Sacerdotal, Julio Menvielle. (1805-1973)» Artículo
publicado en la separata de la revista Dialogo Padre Julio Menvielle. San
Rafael 199
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