¿Ritualistas?

 


La Real Academia dice que los ritualistas son los pertenecientes al ritualismo, definiendo a este como un movimiento del anglicanismo que concede gran importancia a los ritos y tiende acercarse al catolicismo. En los actos jurídicos, y en general en los oficiales, exagerado predominio de las formalidades y trámites parlamentarios. De esta definición podremos extraer con claridad que ritualista es aquel que se apega a la formalidad del rito o que entiende el rito como un fin en sí mismo y, digamos que puede ser que haya algunos que lo sean, sin embargo el rito católico, tiene solo sentido en su fin, que no es otro que la alabanza y la gloria a Dios Padre, Hijo y Espiritu Santo y la comunión con toda la Iglesia y con la Iglesia Triunfante, que se une en cada Misa, que es mucho más que un simple acto de culto, es en esencia la obra de Redención del Señor que se perpetua.

Quienes defendemos la sana liturgia, somos tildados, entre otras cosas de “ritualistas” y por eso hemos querido reflexionar sobre ello.

No es el rito por si mismo, lo que nos importa, sino nuestra mirada está puesta sobre a quién están dirigidos esos signos y lo que implican y significan. El problema no está dado en “como” hago la genuflexión, sino a quien está dirigida y por tanto la belleza y pureza del acto es una manifestación del amor y la piedad personal, claro que cada uno con sus posibilidades físicas. Es bueno saber que estos gestos externos tienen una doble dirección, de alguna manera brotan de nuestro interior, pero también corrigen nuestro interior. Son gestos pedagógicos de una Iglesia que es Madre y Maestra. Quizás alguno haya experimentado que en medio de un periodo de sequedad espiritual, nos ayudan a recuperar esa piedad perdida.

Yo no juzgo, pero hay cosas que son evidentes, hace no mucho tiempo un presidente hizo la señal de la cruz de una manera ridícula, estoy seguro que no es lo mismo que lo haga él, un niño o un anciano. El presidente hacía un gesto pour la galerie y no tiene ni idea de cómo hacerla, porque además en el fondo no cree. En cambio el niño – si fue bien catequizado- la hace rápidamente con su torpeza de niño para saludar al Señor. En cambio el anciano a quien ya las fuerzas y la coordinación, suelen jugarle una mala pasada, saben que quieren dar  Gloria y Honor a la Trinidad, pero no pueden hacerlo mejor.

No es ritualismo es amor y devoción. Mientras que en los abusos litúrgicos se quiere transformar el fin mismo de la liturgia y realizar la acción de desacralizar, esto es restarle valor sagrado y paganizarlo. La Misa, ya no es el Santo Sacrificio del Señor, es un encuentro de amigos, una fiesta, no en un sentido sobrenatural, si no en un sentido humano. No es primicia del Banquete del Cielo, sino que es la mesa de “todos”. El Altar no es Cristo, es simplemente una mesa. No es el Calvario, es una fiesta; no importa ya Cristo, sino quienes participan. Por eso dicen: “Basta de Misas tristes”, “no atraen a nadie”, “Debemos Renovarnos”. Misa Vip, decían en los 70, baile, aplauso, bombos, así vienen los jóvenes. La realidad,  la Iglesia vacía, los que venían en esa época ya no están desde hace mucho y no porque el Señor les llamará. Miremos a nuestro alrededor, estamos llenos de personas que participaron de grupos juveniles o estaban en el coro (si se les podía decir coro) y ahora son grandes ateos, perseguidores de la Iglesia o pañuelos verdes.

Aclaremos algo, la Misa es una fiesta pero no en un sentido horizontalista y profano, es una fiesta en tanto es la obra de Misericordia y amor inaudito de Cristo hacia el hombre que se perpetúa hasta el fin de los tiempos.

A ver si se entiende, la celebración de una Misa con dignidad, el poder comulgar dentro de los cánones establecidos por la Iglesia y que nunca ha abandonado y no comulgar de una manera nacida de la desobediencia[1], el querer que haya música sagrada, no importa que sea nueva o antigua, mientras que tenga una hermosa melodía y una letra por lo menos piadosa[2], no se trata de ser ritualista, se trata de darle el valor que tiene la liturgia, como obra sagrada que alaba a Dios. Por tanto hay un gran error en aquellos que nos llaman ritualistas, no miramos la letra roja de los misales para quedarnos en ella, sino porque obedeciéndolas rezamos con y en la Iglesia, pero además porque entendemos que hay un único destinatario de la liturgia y el mismo Señor.

Muchos además nos acusan de anti Vaticano II, entendiendo que el Concilio es el espíritu que no logro hacerse notar en los documentos y no los documentos, a los que muchos de ellos desobedecen o lo usan para denostar lo que en realidad el Concilio manda. Por ejemplo en el canto, donde se rechaza el canto gregoriano[3] o el uso del órgano[4] de tubos o se cree que cualquier melodía es buena para la liturgia[5]. Un día en una parroquia vino una señora a retar a las chicas que cantaban, porque habían osado realizar un canto gregoriano y “el Concilio, nos prohibio cantar en latín”, lamentablemente se encontró con personas que habían leído el Concilio y se fue por donde vino sin poder decir ni mu. ¡Concilio Vaticano II, cuantos crímenes litúrgicos se cometen en tu nombre!

Deberemos recordar por ejemplo como en la argentina durante años se desobedeció y se rezaba con el “ustedes” a pesar de que los misales no lo establecían, ahora que lo pusieron rezan con el voceo y si seguimos así en cualquier momento no faltarán sacerdotes que usen el seudo lenguaje inclusivo, pero los desobedientes y ritualistas somos nosotros.

Ciertamente me pregunto si los ritualistas no son los que se quedan en el aplauso, en el baile, en los “recursos pedagógicos” –que le llaman- para la Misa con niños, esos recursos buenísimos, en algunos casos para una clase de catequesis, pero indignos para la liturgia. La Misa con Niños, está en el Misal con moniciones y oraciones especiales (algunas quizás discutibles, pero está), lo que no manda es que el cura sea Piñon Fijo, el coro Canticuentos, ni aplaudir cada dos minutos, ni que se usen esos espantapájaros y el espanta buen gusto de muñecos, etc.

La respuesta que ellos son los verdaderos ritualistas porque se quedan en los gestos para agradar a los participantes no al verdadero destinatario de la Misa, el Sacrificio santo de Cristo que se eleva al Padre. “En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia”[6]

Como ven no nos quedamos en el ritualismo, sino que nuestro culto es un acto de alabanza en y con la Iglesia al Señor, porque queremos, en la liturgia de la tierra ser imagen y espejo de la liturgia del Cielo. Los signos y ritos deben hacernos exclamar, como lo hizo una vez una piadosa mujer al participar de una Misa sencilla, pero fiel, de un canto puro “esto es el Cielo”.

Supla la Gracia la deficiencia de la pluma

Marcelo Eduardo Grecco

Director

El Caballero de Nuestra Señora

11 de abril

Octava de Pascua



[1] “Más aún, en algunas comunidades y lugares se ha practicada este rito, sin haber pedido antes la aprobación de la Sede Apostólica, y a veces de manera que les ha faltado a los fieles la oportuna preparación.  (….) Por las respuestas dadas se ve que la mayor parte de lo obispos estiman que no se debe cambiar la disciplina vigente; más aún, que el cambio sería dañoso, tanto para el sentimiento como para el culto espiritual de los mismos obispos y de muchos fieles. Así, pues, teniendo en cuenta las observaciones y el parecer de aquellos a quienes «el Espíritu Santo ha constituido obispos para regir» las Iglesias (11), de acuerdo con la gravedad del asunto y con el valor de los argumentos aducidos, el Sumo Pontífice ha decidido no cambiar el modo hace mucho tiempo recibido de administrar a los fieles la Sagrada Comunión. En consecuencia, la Sede Apostólica exhorta calurosamente a los obispos, sacerdotes y fieles que se conformen diligentemente a la ley vigente y nuevamente -confirmada, tomando en consideración el juicio dado por la mayor parte del Episcopado católico, la forma empleada por el rito actual de la Sagrada liturgia y también el bien común de la misma Iglesia.”  Instrucción Memoriale Domine 1969  Quiero dejar claro que hay Sacerdotes que realmente permiten la Comunion en las Manos y hay Obispos que no los persiguen con este tema, lamentablemente también hay de los otros que fuerzan las conciencias.

[2] Vale resaltar  lo que San Juan Pablo II ha dicho en su Quirógrafo en el Centenario del Motu Proprio "Tra Le Sollecitudini”: Con respecto a las composiciones musicales litúrgicas, hago mía la "ley general", que san Pío X formulaba en estos términos: "Una composición religiosa será tanto más sagrada y litúrgicacuanto más se acerque en aire, inspiración y sabor a la melodía gregoriana, y será tanto menos

digna del templo cuanto más diste de este modelo supremo"[33]. Evidentemente, no se trata de

copiar el canto gregoriano, sino más bien de hacer que las nuevas composiciones estén

impregnadas del mismo espíritu que suscitó y modeló sucesivamente ese canto.

[3] “La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de

circunstancias, por tanto, hay que darle el primer lugar en las acciones litúrgicas.” SC117

[4] “Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional,

cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales.” SC 120

[5]En varias ocasiones también yo he recordado la valiosa función y la gran importancia de la música y del canto para una participación más activa e intensa en las celebraciones litúrgicas[9], y he destacado la necesidad de "purificar el culto de impropiedades de estilo, de formas de expresión descuidadas, de músicas y textos desaliñados, y poco acordes con la grandeza del acto que se celebra"[10], para asegurar dignidad y bondad de formas a la música litúrgica. (…)Por otra parte, hoy la misma categoría de "música sagrada" ha ampliado hasta tal punto su significado, que incluye repertorios que no pueden entrar en la celebración sin violar el espíritu y las normas de la liturgia misma.” San Juan Pablo II Quirógrafo mencionado

[6] SC 7

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