In Memoriam


 


Francisco

1936-2025

 

El 13 de marzo de 2013, nuestro rostro se turbo al escuchar el nombre de Jorge Bergoglio como el elegido para ocupar la sede de Pedro, luego nos turbamos más con su presentación, pero durante años esta miserable pluma había defendido el papado y al Papa, pues habíamos aprendido que el Papa es el Papa, me guste o no la cara. Teníamos razones de sobra para semejante turbación, pero confiamos en el Espíritu Santo. Frente a los que consideraban el papado de Francisco no valido, siempre repetíamos era la Iglesia quien debía decirlo y no nosotros, simples laicos. Por aquellos años nos llamamos a silencio, quizás para no defraudar y no contradecir lo que habíamos escrito durante años.

De los cinco Pontífices, que hemos visto en nuestra vida y de los tres que hemos tenido conciencia, este ha sido el peor pontificado, como su paso por Buenos Aires había sido el peor arzobispo. Sin embargo, creo que siempre se pueden destacar algunos gestos y acciones que merecen ser rescatados no para ensalzar a la persona sino para valorar lo que implica realmente y el bien que pueden hacer los gestos.

El Papa Francisco ha revalorizado el sacramento de la Confesión y quizás no en sus palabras, en las cuales les pegó demasiado a los sacerdotes, pero sí en el gesto de su propia confesión, al arrodillarse frente al confesor con sus atributos papales. Este es un símbolo, que he visto en solo tres sacerdotes y que siempre me invitan a rezar por ellos y a realizar mi propia conversión en el sacramento.


Otro ha sido que el Papa, siempre ha hablado del Demonio e invitaba a no conversar con él, esto en un mundo que niega su presencia y sacerdotes que son perseguidos por hablar del mismo, es todo un símbolo. Que no hablemos del pecado y del tentador no significa que no esté, por el contrario, ese es su gran triunfo, por eso es bueno que el Papa lo haya sacado a la luz, más allá que los medios de comunicación siempre lo ocultaron.

Un tercer gesto es que ha querido visitar los lugares más remotos de la tierra y esto no me parece un dato menor, fue allí a llevarle el mensaje de Cristo, el mensaje de la Iglesia. Su viaje a Papua Nueva Guinea ha sido verdaderamente un gesto de caridad y misericordia. Y por supuesto que destacamos su trato paternal con la Parroquia de Gaza, a la que llamaba cada día.

No somos nosotros quien en este momento, en que debemos rezar por él, los que comentaremos los desvíos de su pontificado, ni las heridas abiertas que han dejado, ni las divisiones eclesiásticas, dejemos eso para los que saben o para los que se regodean en el amarillismo bloguero en hablar pestes del Papa, o aquellos que han movido a otros a pedir la “muerte del Papa”, muchos de esos comentaristas estarán festejando, otros lo han condenado en vida, desconociendo los caminos de la Misericordia de Dios. No, nosotros nos contentaremos con rescatar lo rescatable y en estos momentos, rezar por su alma y por la Iglesia.

Supla la Gracia la deficiencia de la pluma

 

Marcelo Grecco

Director





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