Padre Martín Bustamante, In Memoriam

 

Hace algunos días falleció, en Buenos Aires, el padre Martín Bustamante, a quien conocí en sus tiempos de párroco en San José de Flores.

 SI bien tuve algunas diferencias y se de cierto carácter especial que le provocó más de un inconveniente, no quiero dejar de valorar lo valorable, en este tiempo donde las figuras sacerdotales escasean en lo esencial, con lo que esto implica en la promoción de las vocaciones sacerdotales y el padre Martín en lo esencial fue un sacerdote de Jesucristo.

Destaca su fe en la Eucaristía, en medio de un mundo que la pierde y que la rechaza. Si, lo que debe ser ordinario se convierte en extraordinario, en estos días. Tenía fe y creía en la Eucaristía, además promovía y fomentaba su devoción. De Ella, en definitiva, es alimento y vida de la Iglesia, es “centro y culmen de la vida cristiana”.

Recuerdo claramente, aquella homilía donde recordaba a la Madre Teresa y como ella tenía en el centro de su obra a la Eucaristía, incluso como parte de la regla de su congregación. Toda acción pastoral es estéril si no nace de la Eucaristía.

Otro aspecto fue la caridad, pero una caridad que no nacía sino de la devoción y la oración. En una homilía, comentaba que Caritas tenía algunas necesidades y que él podría pedir directamente esas necesidades y que sabía que las darían, pero esperaba que esa caridad naciera de la vida de gracia y oración y no de una respuesta simple a un pedido del “párroco”.



En honor a la verdad, sé que tuvo algún inconveniente con quienes genuinamente querían recibir la Eucaristía de rodillas, pero no menos cierto que la presión episcopal era mucha y que en Buenos Aires se habían establecido algunas normas, aunque equivocadas, que debían respetarse. Recuerdo a otro santo sacerdote que un día llamo la atención en la Iglesia y luego que todo fue aclarado me dijo que hacían muy bien algunos al comulgar de rodillas. No sé si a lo largo de los años el padre Martín cambio con respecto a esto, pero estoy seguro de que no era por desmedro hacia la Eucaristía, ni afectaba su fe eucarística. Creía verdaderamente en Ella y en la Presencia de Cristo.

Celebraba según las normas y daba a las celebraciones el esplendor que debían tener, es cierto que, con la ayuda y el acompañamiento, sobre todo en Flores, de la feligresía que siempre ha sido una comunidad religiosa, de profunda fe...

San José, San José Obrero, Nuestra Señora de Lujan, la Inmaculada, Fiestas que se celebraban con gran solemnidad, oportunidades para dar testimonio en las calles de Flores, sin miedos, por Rivadavia y por las laterales con o sin apoyo policial.

Las celebraciones de Semana Santa tomaban un relieve particular, que nos permitían un refugio de oración que en otros lugares nos negaban.

No se sumo, que yo recuerde, a la transformación de la liturgia en un circo. No digo que no había cantos objetables y propios de este triste tiempo eclesial,  pero en el resumen nos sentíamos sostenidos y fortalecidos en la fe.

No menos importante es la restauración del Templo y su embellecimiento. Un trabajo que implica mucha gestión.

Cuando se celebró el primer San José, en el que iba el Cardenal Quarracino, el padre Martín llevó un hermoso coro, al finalizar la celebración, el Cardenal le felicito por el coro y, fiel a su estilo, le dijo: “lástima que sea prestado”.  Inmediatamente se puso en campaña para que San José tuviese su coro propio y así embellecer las celebraciones.

Me cuentan que formalizó algunos servicios, según la legislación laboral, lo que indica coherencia con la Doctrina Social de la Iglesia. Recuerdo que inicio la vigilancia en el Templo, lo que permitiría tener abierto el Templo desde las primeras horas hasta casi las 22 y en ocasiones las 23.

El comedor y hogar para gente de la calle, Madre Teresa, fue un desafío, inspirado en esa devoción a la Madre, sostenido por la Eucaristía y una profunda caridad.

La adoración perpetua, como fruto de una preparación espiritual y material, es una manifestación del amor eucarístico brindado a la comunidad. Trasladar la capilla de adoración a una de las puertas laterales, en horarios de mucho tránsito, nos permitía participar de esa adoración que la Iglesia hace en el mundo y que pienso que es una de las reservas de fe, en medio de tanto ataque interno. No hay que dejar de comentar que la Capilla de Adoración tenía una ventana por uno de los pasajes contiguos a la basílica, permitía adorar desde afuera a Jesús Eucaristía

Me llegaron testimonios de su paso por Candelaria, un compañero de trabajo me hablaba de sus tareas allí e incluso como se convirtió en un referente espiritual para él. Inauguro, como primer rector, el Santuario del Santísimo Sacramento, en la calle Corrientes, teniendo como desafío contrarrestar la influencia de la secta brasilera que se instaló en el ex mercado de las flores con su “catedral de la fe”, huelgan los comentarios.

Luego de este paso por ese centro Eucarístico Arquidiocesano, que muchos desconocemos, fue trasladado al límite entre Mataderos y Parque Avellaneda, a una parroquia que supo tener su esplendor en el barrio y de la que salieron hombres de la talla de monseñor Aguer.

Una Iglesia hoy casi centenaria, que junto a sus casas vecinas es testimonio de la acción de la Iglesia en beneficio de los que menos tienen. El barrio Mihanovich[1], donde está emplazada la hoy parroquia bajo el patronato de Santa María Goretti, es uno de los tres proyectos de la Unión Popular Católica[2], bajo la guía y el impulso de Monseñor De Andrea. Fueron hechas para obreros calificados con la contribución de Nicolas Mihanovich, en terrenos donados por Antonio Leloir y señora. Allí se entablo la capilla bajo el patrocinio de Nuestra Señora de Lourdes hasta 1938 y fue sede de la parroquia San Francisco Solano, hasta que es trasladada a su sede actual.





En 1950, Monseñor de Andrea, quien vivía en el barrio, le pidió a Monseñor Copello que la capilla sea elevada a Parroquia y este que estaba empeñado en la construcción de parroquias la erige canónicamente en noviembre de ese año, poniéndola bajo la protección de Santa María Goretti, una joven recientemente canonizada, que a principios del siglo XX había entregado su vida por la castidad, perdonando a su agresor, quien estuvo junto a la madre en la canonización y llevo una vida de oración hasta su muerte en la década del 60.

Como verán iba a una parroquia con historia, como le había tocado en suerte desde joven. Llega en 2010 a reemplazar al padre Arnáez quien estaba al frente desde 1979 y que entregaría su alma al Cielo meses más tarde.

Inicia pues, conforme su estilo, un trabajo de fortalecer la comunidad, las acciones misioneras y embellecer el Templo. Un nuevo Altar que será junto con el Templo consagrado en noviembre de 2012. Un campanario original para que vuelvan a sonar las campanas y la imagen de la Virgen dé San Nicolás colocada de manera maravillosa que permite ser venerada desde el exterior. Y nuevamente el oratorio parroquial para que Jesucristo Eucaristía sea adorado. La santidad compartida de una manera especial en varios relicarios de mármol, con reliquias de santos contemporáneos, como un modo de destacar que es la vocación de todo cristiano. Conciertos, conferencias, cursos, eran habituales en la querida parroquia.

Las veces que fui a la Parroquia siempre estaba confesando y de sus homilías uno podía sacar enseñanzas para la vida cristiana.

Sin duda, tuvo una vida sacerdotal, fue un sacerdote de fe y de fe Eucarística, que en estos tiempos es mucho. Un hombre que pudo haber cometido errores, pero que su paso dejó huellas y huellas profundas. Y esas huellas quedaron evidenciado en las lágrimas de quienes participaron en la Misa exequial, lágrimas que no eran de ocasión, sino que brotaban del corazón de muchos de aquellos niños, jóvenes y adultos que participaban y de la que era yo testigo por gracia de Dios.

Quisimos destacar lo destacable, ahora nos queda rezar por él y recordar que nunca hemos de dejar de rezar por las vocaciones y por la fidelidad de los sacerdotes, estamos siempre prestos para la crítica y poco para la oración y, como supo decir el gran padre Emilio Povse, “si el párroco no es más santo, es porque ustedes no rezan los suficiente por él”.



Que María Santísima le presente a su Hijo a este noble sacerdote y que goce de la Gloria del Cielo y allí rece por nosotros y por los sacerdotes.

Marcelo Grecco



[1] Un conjunto de “20 casas apareadas, que se instalan en 10 construcciones de 2 casas cada una que comparten medianera. Ocho de estos pares dan a la Av. Escalada, y los otros diez están en un pasaje privado interno con acceso por Chascomús 4765 y José E. Rodo 4766. El centro de la Av. Escalada lo ocupó la Capilla de Lourdes hasta 1938” (Barrio Mihanovich – Buenos Aires Historia)

[2] Barrio Monseñor Espinosa – Barracas // Mansión Obispo Abel Bazán / Mansión de Flore – Flores // Barrio Nicolás Mihanovich – Parque Avellaneda

 


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