“Dios no lo Quiere”

 



 

Estas pequeñas palabras son en sí misma una clase de catequesis, máxime cuando las mismas han sido dichas por una jovencita que se enfrentaba a alguien a quien consideraba un gran amigo que la invitaba primero y luego le exigía cometer un pecado.

¡Pecado!

Sí, pecado porque la invitaba a realizar un acto contrario a la voluntad de Dios. Esa es la esencia del pecado, y si por el sobrevienen sobre el hombre todos los males y todas las infelicidades, podemos descubrir que la felicidad está en hacer lo que Dios quiere y manda. Pero si solo miramos en una línea horizontal o, pero aún miramos para el suelo, estamos muy lejos de poder alcanzarla, nuestra mirada debe superar la mediocridad terrena y ver la plenitud del amor de Dios.

¡Cuánto nos cuesta mirar hacia el Cielo, hacia la verdadera felicidad!

 ¡Cuánto nos cuesta ser verdaderamente felices!

Santa María Goretti, nos enseña a su corta edad, que la verdadera felicidad solo es posible cuando uno se somete a la Voluntad de Dios. Ella tenía grabada en su corazón la fórmula que supo enseñar Maximiliano Kolbe, que expresa que nuestra voluntad (v) cuando hace la Voluntad de Dios (V), obtiene la verdadera felicidad:

v=V=F

Este santo sacerdote no la enseñó en la teoría, sino que la comprendió, por gracia infinita de Dios y no pudo callarla, la anunció con su propia vida y en la oscuridad de su prisión, mantuvo animados a todos los que le acompañaban en ese calvario y cuando no quedo ninguno con vida, entregó la suya.

San Maximiliano Kolbe,
con su Revista "El Caballero de la Inmaculada"
y su traje de prisionero


Pero volvamos a María, que años antes que Kolbe, prefirió dar la vida terrena, antes que hacer lo que Dios no quería. Lo había hecho en sus propósitos de la comunión: “no ofender a Dios con el pecado” y “Pureza a toda costa”. ¡Que hermosa catequesis que preparaba para tan altos ideales! ¡Que lejos estamos de aquello!

Pero su atacante, estaba demasiado cegado por la lectura perniciosa y por el ocio que le arrojaba al lodo. Ella nunca se cansó de enseñarle: “Dios no lo quiere”. Aún más, cuando Alejandro cegado e incapaz de reaccionar correctamente la atacó, hasta herirla de muerte, no dejo de explicarle que el verdadero camino de la felicidad, es cumplir la voluntad de Dios y esta es una felicidad que no pasa, sino que permanece.

La Voluntad de Dios, no es algo que se escuche mucho en la Catequesis, no es algo que se enseñe a buscar en la oración y en la formación. El Señor muestra su camino en la Revelación, enseñada por el Magisterio de la Iglesia, dos veces milenario. Esto último hay que aclararlo, en medio de las corrientes de refundación de la Iglesia, que nos agobian. Hay que agarrar el Catecismo… No muerde.

Es necesario que redescubramos que es lo que Dios quiere y que no. Y los mandamientos son claros y concretos, hay que enseñárselo a nuestros jóvenes. No tengamos miedo de ayudarlos a encontrarse con Cristo, como lo hacía María, con una profunda oración. No es solo por “doctrina”, que algunos creen caduca, aunque el que la escribió es Eterno y el único Legislador válido que ha dado reglas claras. A él debemos recurrir para dar como argumento al rechazar las conductas indebidas que arrastran al pecado. María nos lo enseñó a todos, cuando se lo decía a quien le incitaba al pecado y por no ceder la llevo a la muerte: “Dios no lo quiere”.

En muchos hogares “católicos” no vivimos esta realidad de hacer la voluntad de Dios y entonces dejamos que penetren en nuestra Iglesia domestica los medios tecnológicos con su ideología que se opone claramente a la enseñanza de Dios. “La desconstrucción” que nos ofrecen, no es más que la rebeldía que la serpiente le ofreció a Adán y Eva. Y no hablemos sobre el consumo de alcohol de nuestros jóvenes, cada vez más jóvenes, no menos cierto el boliche, donde esto se agrava con la droga que en ellos corre. Los invito a ir una madrugada a la salida de los boliches y verán la triste realidad.

¿Cuántas veces ponemos en duda la enseñanza moral de la Iglesia? A veces hasta los mismos que deben enseñarla la ponen en duda. Ciertamente, es más fácil arrojarnos a la corriente del mundo, que buscar dominar nuestras pasiones y enseñar a hacerlo. No hay que hacer cursos de coaching para eso, hay que enseñar la virtud. Es más fácil darle la pastilla a nuestra hija o el preservativo a nuestro hijo, que explicarle la grandeza de la castidad y la santidad de la pureza. Es más simpático hablar de la farándula y sus entuertos morales, cambiando de cama en cama, que enseñar la vida de santos y santas de la grandeza moral de María Goretti o de Santo Domingo Savio.

¡Qué gran catequesis la de esta Santa! Catequesis que deberíamos recordar todos, sobre todo en los momentos en que la tentación nos enfrenta al pecado. Si verdaderamente amáramos a Dios, seríamos capaces de resistirnos a la idea de hacer lo que no quiere. Por eso, es que deberíamos recordar estas palabras y no solo cuando nosotros estamos en ocasión de pecado, sino cuando el prójimo también lo está, nos afecte a nosotros o no. Amigos, no dudemos en decirnos y decir con María Goretti:

“Dios no lo quiere”

Supla la Gracia, la deficiencia de la pluma.

 

Marcelo Eduardo Grecco

Versailles, junto a la Virgen de la Salud

6 de julio de 2007

 Fiesta de Santa María Goretti


Nota del editor: Editorial del número 128 de El Caballero de Nuestra Señora, por supuesto con algunas modificación y ajustes.

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