De Aquí y de Allá


 

Ha comenzado febrero con una gran alegría, el día de la Virgen de Lourdes, ha sido canonizada María Antonia de Paz y Figueroa o María Antonia de San José, como ella se llamó al cambiarse el nombre en el momento de su consagración a Dios. Sin duda, una gracia para estos tiempos de la Iglesia y de la Patria. No nos sumaremos, aquí, al marketing eclesial que la pone como la “primer mujer argentina santa”, no es cuestión del lugar, hay otras mujeres que ya han sido declaradas beatas y que no tienen tanta prensa, aunque Mamá Antula la merece, por cierto, pero también merece el respeto a la verdad y que su vida y su obra no sean desdibujada. 

Hay, un trabajo para reconocerle a Monseñor Olivera, aunque no es santo de mi devoción, en relación con la activación, en los últimos años, de las causas que el episcopado tenía archivadas. No menos cierto, es que hay algunas que se hicieron de manera acelerada y que tienen ciertamente un motivo más político o ideológico, que verdaderamente eclesial y más alla de que se haya o no alcanzado el Cielo, dejan muchas dudas si sus vidas son mmodelos de imitación al Divino Modelo. Estas causas expres son más caprichos humanos que inspiraciones del Espíritu Santo, banderas del bando progresista que se levantan y que buscan sus propios “santos”, como las izquierdas que buscan sus muertos para inmortaliza, mas allá de sus méritos o mejor dicho por los meritos “por la causa” 

Pero, hemos de decirlo, que la causa de Mamá Antula ha comenzado a principios de siglo XX, con lo cual nos garantiza cierta objetividad en su motivación y en su avance. Aunque hemos de tener en cuenta y no dejarnos cegar por el marketing eclesial que reescribe ideológicamente la historia de la Santa. 



Este marketing eclesial la vende como “la primer santa argentina”, es verdad que es la primera mujer que nació y vivió en la Argentina que ha sido canonizada, pero no hay que olvidar que hay otras mujeres que alcanzaron en la Argentina la Santidad, Santa Nazaria March o las Beatas Laura Vicuña, cuya vida es de gran actualidad en estas horas que se quiere bendecir las “irregularidades”, según Trucho, el pecado, según Cristo; María del Transito Cabanillas, María Ludovica, que hoy es su fiesta; Crescencia Pérez; Catalina María Rodríguez. Cuidado porque atrás de esto de la “primera mujer”, puede andar el virus del feminismo.  

Hay algunos han puesto en duda la Argentinidad de la Santa, en virtud de que es anterior su nacimiento a la fecha oficial del nacimiento de la Patria, según la línea Mayo-Caseros. Creo que algunos de estos, entre ellos algún amigo, movidos por un hispanismo, verdadero, pero exagerado y la causa está en una “moda” que se impuesto en ciertos círculos, fundamentalmente por las redes, que parece haber descubierto la “hispanidad” ahora. 

 Hay hoy, gurúes del hispanismo, más preocupados por vender libros o tener adeptos en las redes que por la verdad, pero quienes peinamos canas recordamos a Ramiro De Maeztú, R. Darío, Hugo Wast y A Capponetto, entre otros, que defendieron y atacaron todas las leyendas negras. 

Hay un mito sobre el nacimiento de la Patria, mito canonizado por los cipayos de “Mayo - Caseros”; según ese mito, Argentina nace en mayo de 1810.  Pero la Patria nació antes y como creemos que “la historia es Cristocéntrica”, “afirmamos que Jesucristo es el eje de la Historia y que los siglos giran a su alrededor”, no podemos dejar de reconocer que la Patria nació el 1º de abril de 1520. Allí, en un sitio patagónico que todavía se venera, Cristo se hizo presente para nosotros en el Santísimo Sacramento. Allí se bautizó Argentina con el Santo Sacrificio de la Misa. Allí se celebró “la Eucaristía, perpetuación de la última Cena y del Sacrificio del Gólgota”, como afirma el papa Paulo VI.  

Aquel día nació la Patria, en la que llegó al mundo la querida Santa, que hoy veneramos. Ergo, podemos afirmar, sin problemas, que es bien Argentina, criolla en todas sus venas.  

Sigamos desojando el marketing eclesial, del cual hemos de cuidarnos mucho. “La Iglesia de la publicidad” y quienes se le sumen, querrán hacer lo mismo que hicieron con Brochero y tergiversar toda su vida y su obra, buscando llevar agua para su ideología. Hay que decirlo con claridad, el conservar el tesoro de la fe no es ideología. El destruirlo para imponer una teología que no es la católica, una liturgia protestantizada, etc., eso sí es ideología y de la peor, por cierto. Por eso, como hicieron con Brochero, querrán ocultar la verdadera causa de su obra, que no es otra que la misión de la Iglesia, la Salvación de las almas.  

“Su deseo no procede de otro motivo, que de la salud de las almas y del aumento de la religión”. Ahí está la causa de su obra, segura de que su “pensamiento procedía de Dios”, lo llevó adelante, teniendo como estandarte, el arma de amor que el Señor inspiró al gran Ignacio de Loyola, que sus hijos trajeron a estas tierras con tanto bien que han hecho y hacen a las almas, cuando son fieles. El objetivo de los ejercicios es la transformación del hombre y la conversión del alma, de un buen retiro uno no puede salir igual. 

Pero digamos que Dios, en sus designios, ha elegido para que quien la inscriba en el libro de los Santos, tenga su haber algunas cosillas que se contradicen con la obra de la Santa. Por ejemplo, la decisión de echar a buenísimos sacerdotes que hacían gran obra de ejercicios espirituales en Buenos Aires, a poco de asumir la sede porteña. Además de ser el verdugo de la Congregación sucesora de la obra de Mamá Antula: En 2008, hace su denuncia contra la Congregación y logra nombrar comisario pontificio al impresentable de Monseñor Eduardo García, su auxiliar, quien descabeza como verdadero déspota la orden y destruye la Santa Casa de Ejercicios, su afan de “comisariados” no es nueva en la persona de Francisco, es una realidad, asociada en su relación enfermiza con el poder, por eso, desde el inicio del Pontificado, no ha dejado de comisariar ordenes e incluso intervenir diócesis, pero ese es otro tema que algún día trataremos en detalle. 

Es verdad que la Santa no hace “Acepción de personas”, y esto es por un motivo sociológico, como quieren verlo algunos pastores, de “inclusión social”, como se dice ahora. No es el “todos, todos, todos”, sin importar el cómo, según la máxima franciscana. En la Santa, como en tantos otros, es la conciencia del llamado universal a la santidad, la certeza que “toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo”1 y que, por tanto, “fuera de la Iglesia no hay salvación”. A todos, verdaderamente debe la Iglesia llamar a la conversión.  “Conviértete y cree en el evangelio”, es la fórmula preferida del progresismo para el miércoles de ceniza, pero no entienden evangelio, en el sentido verdaderamente católico.  

Mamá Antula sí, y por eso en las tandas que preparaba, invitaba a hombres y mujeres de todas las clases sociales. No era como los liberales que desprecian a los pobres, ni como los tercermundistas (Teología del Pueblo y de la Liberación) que desprecian a los ricos (por lo menos en sus discursos). No, los ejercicios eran para todos, porque todos han de convertirse y todos han de ser santos, más allá del lugar que ocupamos en el mundo. La posibilidad de condenarnos es para todos, desde el peón analfabeto hasta el teólogo o el empresario, el político, el profesional erudito, pero también deben y pueden salvarse todos ellos. 

 Por eso la santa subió a Salta y Jujuy, llegó al Perú, caminó desde su Santiago natal, a Córdoba y Tucumán, llegó a la Gran Ciudad, que no era tan grande por cierto y aquí fundó la Santa Casa de Ejercicios, para que nadie perdiera la oportunidad de hacer ejercicios. Los padres Jesuitas, que no eran como los de ahora, habían sido expulsados de América y casi de la faz de la tierra, solo quedaban algunos en Rusia e Italia, por eso ella tomó su estandarte y siguió su obra, porque estaba convencida que los ejercicios llamaban y ayudaban a esa vocación universal. 

Otro tema, están activas las “pañuelos verdes eclesiales” y buscan cualquier excusa para justificar el acceso a lugares que no les corresponde por Orden Natural y por designio divino, renegando del enorme bien que las mujeres han hecho a la Iglesia desde su fundación, quizás sea la misma enfermedad de “poder” que las lleva a llegar a lugares, que si quienes lo ocupan lo hacen bien son lugares de servicio y no de poder.  



Mamá Antula no busca esos lugares, hace lo que debe hacer, como lo relata el relator anónimo en 1791: “En todo esto María Antonia no ejecuta, sino lo que le es permitido a una mujer hacer; ella no enseña ni predica, no tiene ninguna dirección inmediata de almas, pero en toda ocasión ella exhorta sin cesar a los ejercitantes a la conversión, (..) a confesarse y a corregirse de sus faltas”. ¡Que lejos de la “Suplica inmunda” del Trucho Fernández!  

Se ocupa de la catequesis y de que los maestros, a quienes le encomienda esa taea lo hagan bien, o dicho de otro modo no hagan tonteras. En su puesto de seglar, pero seglar totalmente consagrada a Dios, y aunque no pertenecía instituto alguno, había consagrado su vida a ayudar a los jesuitas y luego a ser beata ligada de alguna manera a la Congregación. Creo que, si los jesuitas hubiesen tenido rama femenina, se habría inscripto en ella, pero lo hizo de otra manera sirviendo y cubriendo su ausencia en esta hermosa tierra. 

Pidamos para nosotros y para la Iglesia de nuestro tiempo, el celo apostólico por la salvación de las almas que tuvo la Mama Antula. Que ella ruegue por nosotros a su Manuelito (una imagen del Niño Dios abrazado a la Cruz), que parodijamente no es muy mencionado. 

 

La Santa Cuaresma 



Ha comenzado también el Santo Tiempo de Cuaresma, un tiempo propicio para hacer ejercicios, recomendamos los que se están desarrollando desde el Instituto del Verbo Encarnado, ejercicios para gente ocupada, que solo pueden abstraerse una hora diaria puedes ingresar aquí. 

 Pero además, es tiempo de sacrificio y es importante recordar por ejemplo este escrito de nuestro querido padre Sato, que te dejamos aquí , que ayuda acercándonos a las pequeñas mortificaciones del hombre del siglo XXI. Es bueno recordar que la Santa a la que nos referimos, hacía mortificaciones y de una manera que para la edulcorada pastelería católica de hoy sería una locura y para progresía un escándalo de “rigidez”. Pero agradable a Dios. 

No se ayuna en Cuaresma de pecado, eso debe ser siempre un ayuno permanente, o por lo menos intentarlo. En cuaresma se ayuna de lo bueno, de lo permitido, de lo bueno, para ir formando el carácter y asociarnos a lo que ayuno el Señor en el desierto. 

Es también tiempo de Misericordia, quiero acá dejar algunas ideas para la Misericordia espiritual de cada día.  

Parto de un ejemplo que me dejó mi padre en sus últimos años, quizás a partir de la enfermedad de mi madre. Ante el sonido de una ambulancia o al ver una detenida en un domicilio con las balizas encendidas, se abstría y rezada por la persona que estaba enferma, una oración para la salud del cuerpo y del alma, una oración por los médicos para que sean iluminados y den un justo diagnostico y tratamiento y fundamentalmente que sean humanos. Esta acto de misericordia se puede repetir cada vez que pases por un hospital, rezando por aquellos que están internados, especialmente los más graves y fundamentalmente por quienes están pronto a presentarse al juicio eterno. Encomendandolos a la Santísima Virgen. 

Otro es el rezo por las almas de los fieles difuntos, no solo la señal de la Cruz cuando pasa un cortejo, cada vez más cortos, sino una oración profunda, por ejemplo “Dale Señor el Descanso eterno y brille para él la luz que no tiene fin”, la invocación a la Virgen y a los Santos para que intercedan por su alma. Esto lo podemos hacer también cuando pasamos por una casa velatoria, quizás allí allá mas de un muerto esperando la sepultura, solo y sin la familia que recen por ellos. O al pasar por cementerio, hoy hay muchos que niegan el cementerio porque esta cultura niega la muerte. Rezando por ellos hacemos un acto de misericordia y de paso podemos también sobre nuestro fin y nuestra vocación, que mejor que en esta cuaresma que inicia con aquella formula, caída en desuso como decimos, que tanto bien nos hace: “Del polvo eres y al polvo volverás”, sin olvidar el mandato del “Sed perfectos, como el padre Celestial es perfecto” y si podemos ser perfectos o santos no será por otra cosa por el triunfo de Cristo en la Cruz. 

Ofrezcamos estos sufrimientos por la Iglesia y por la Patria, sometidas ambas a una profunda noche oscura, que solo el brillo de la Luz Pascual puede darnos esperanzas. 

Supla la Gracia la deficiencia de la Pluma 

 

Lic. Marcelo Eduardo Grecco 

Director 

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