HERMANA CECILIA MARÍA DE LA SANTA FAZ , por Bernardino Montejano

 


Esta carmelita descalza perteneciente al Carmelo de Santa Fe, se llamó en la vida civil Cecilia Sánchez Sorondo, hija del coronel Santiago Sánchez Sorondo, nieta del político Marcelo Sánchez Sorondo, sobrina del obispo Marcelo Sánchez Sorondo.

El Carmelo de Santa Fe, es un convento muy querido porque al mismo pertenecen la madre María ´Magdalena de Jesús y la hermana María Verónica del Salvador, ambas hijas del inolvidable Patricio Horacio Randle.

En un libro precioso dedicado a Anne Randle, la mujer de Patricio, titulado “Una vida plena”, encontramos un texto de una de las carmelitas en un diálogo con su madre, conversa al catolicismo ya madura, cuando la futura monja ya había decidido ingresar al Carmelo: Y Anne le dice: No entiendo a los místicos, me parece un mundo difícil de comprender, a lo cual la hija responde: “En realidad, el secreto está en la honda experiencia del amor de Dios que tuvieron en sus vidas y que hizo de ellos verdaderos místicos. Y la hija le preguntó si había experimentado el amor de Dios. “No” respondió Anne que nunca tuvo vueltas y que llevaba varios años desde su conversión. Y como expresa la hija monja: “En realidad todo su proceso de conversión que duró hasta su muerte, fue un camino ‘en pura fe’ marcadamente intelectual. Ya el cardenal Newman confesaba que, a los ingleses, si hay algo que les cuesta, es abrirse a la fe… tal vez por ser muy racionales.

Concluye la hija: “En esta fe de mamá, que era débil y principiante, había en el fondo mucho de noble, recto, respetuoso y generoso, aun cuando no comprendía… Fue el paso del tiempo y las reiteradas visitas que nos hacía la que la llevó a comprender un poco más nuestra vida, aunque no del todo”.

Anne recibió la “Extremaunción” junto a las rejas de la capilla del Carmelo e impresionó a la comunidad el fervor con el que lo recibía. Deseaba con todo su ser recibir la Gracia que se le comunicaba, y en esos momentos se mostró una mujer creyente con todas sus letras llena de esperanza ante el cielo que se le abría… Allí pudimos ver el término de un largo camino de conversión en la que toda ella se abría al Don de Dios”.

Sirva todo esto para avivar nuestro recuerdo y mostrar el terreno en el cual germinó la santidad de la más joven de las integrantes del Carmelo de Santa Fe.

Volvamos a los Sánchez Sorondo; ya el abuelo que en un tiempo fue punto de referencia de nuestra juventud, había arriado varias banderas y en el Círculo del Plata blanqueó entre otros al tupamaro Liber Seregni, con sus dotes de ateo, masón y marxista.

Su hijo mayor obispo fue el sacrílego que en el Vaticano un día distribuyó la eucaristía al cínico de Alberro Fernández a su pajeja Fabiola y varios secuaces sin importarle un bledo la salvación de sus almas.



La antítesis de este traidor la encarnó un día la hermana Cecilia, quien ante el próximo fin de un pariente a quien mucho quería, le preguntó sin vueltas: “¿Confesaste tus pecados? ¿Los confesaste todos, todos, sin omitir ninguno? Una monja íntegra, que buscaba la salvación de alguien muy querido sin hacerse la otaria.

Durante su vida anterior a su ingreso en el Carmelo, la hermana Cecilia gozó de las pospitalidad de mi hermana Clara Mpntejano de Bosch y de su marido Juan Manuel Bosch. En la amplia casona, junto a la numerosa prole, también vivía feliz mi madre, Ada Lucía Linares de Montejano.    

Murió muy joven la hermana Cecilia; era la más joven del Carmelo de Santa Fe. En ella se encarnó otra vez el Libro de la Sabiduría: “Aun viviendo breve tiempo, llenó una larga carrera porque su alma era grata a Dios: por eso sa apresuró a sacarle de en medio”. Pero también nos regaló a su hermana menor Lucía hoy servidora del Señor y de la Virgen de Matará, hoy en Roma.

En mi mesa de luz, desde hace unos siete años tengo el retrato de mi madre y una estampa que me regalaron mis amigas Randle a mi paso en breve visita, con la foto de la hermana Cecilia que al dorso dice: “Te pedimos Padre Santo, que recibas a esta hija tuya, Cecilia María de la Santa Faz, que supo encontrar a Cristo en su fragilidad y enfermedad. Reconocen en ella el Rostro de tu amado Hijo, con quien se identificó en la aceptación gozosa de tu Voluntad. Te damos gracias porque tu Espíritu de Amor se derramó en ella, como ternura y misericordia para todos. Por Jesucristo Nuestro Señor, Amén”.

 Un día, tuve que soportar el comentario desabrido de alguien desinteresado de las cosas esenciales: “Ahí tenéis a esa monja”. Que esa “monja” que comienza a ser reconocida en Santa Fe por su arzobispo nos ayude a preparar para nuestra patria un nuevo amanecer.

 

Buenos Aires, febrero 26 de 2024.                                                                Bernardino Montejano


https://aica.org/noticia-la-hna-cecilia-maria-de-la-santa-faz-mas-cerca-de-ser-beata

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una Antorcha Encendida (Primera Parte)

Una Antorcha Encendida (Tercera y última parte)

A Noventa Años del Comienzo del Apostolado Parroquial del Padre Julio Menvielle