¿Mi último Corpus Christi en Buenos Aires?
Este sábado diez de junio, decidí
luego de varios años ir a la tradicional fiesta de Corpus en la Catedral de
Buenos Aires, no recuerdo cuando fue el último, pero si recuerdo que hace diez
años estuve en el primer Corpus celebrado por el flamante Arzobispo porteño
Monseñor Poli y sentí en ese momento que había sido una celebración católica,
algo parecido a lo que experimente este sábado.
Era una fecha histórica, por lo
menos histórica a nivel eclesial. Ciertamente considerando el último
nombramiento del Papa Francisco para la Arquidiócesis, a nadie se le escapa que
las cosas ya no serán igual en Buenos Aires por largo tiempo. No quiere decir
que la Metrópoli porteña sea la panacea eclesial, ni mucho menos. No debemos
olvidar que de estas tierras “del fin del mundo” salió el desastre que está en
Roma, desde 1998 Buenos Aires se ha ido convirtiendo hacia el progresismo y
aquella teología poco católica devenida hoy en la “teología del pueblo”, más sociológica
que teológica, porque poco tiene de Dios y de las realidades eternas en ella.
Sin embargo, nadie que conozca un poco esta realidad eclesial porteña, sabe que aquí
hay un poco de todo y siempre hay cosas rescatables, todavía quedan muchos sacerdotes con fe.
Pero volvamos a la Solemnidad a
la que nos dirigimos, primero para dar testimonio de nuestra fe en la presencia
real de Cristo, pero también para despedir a mi Arzobispo, ya que este sería el
último acto público en el gobierno de la
Arquidiócesis. Sentía y siento que fue un hecho histórico y quise estar
presente, como estuve cuando se despidió el Cardenal Aramburu y en las exequias
del querido Cardenal Quarracino, el mejor Arzobispo que tuvimos a quien también
acompañé en su asunción, asimismo estuve en la jornada en la que asumió el
Cardenal Poli. Será el primer Arzobispo, desde el Cardenal Aramburu, que pondrá
a su sucesor en la Catedra.
Al ir a este acontecimiento
eclesial no esperaba aquellas multitudes que llenaban la Plaza Mayor en otros
tiempos, mucho menos esperábamos el fervor de aquellos jóvenes y ancianos que
un 11 de junio de 1955 llegaron hasta las puertas de la Catedral atravesando a
pie toda la ciudad, desde los puntos más remotos, obligados porque
la suspensión gubernamental del transporte público, solo pudieron participar de
la Misa desde la Plaza de Mayo y no hubo procesión porque fue prohibida, a lo
sumo recibieron la bendición con el Santísimo desde la puerta de la Catedral
Primada, por el Obispo Auxiliar Monseñor Tato, que le valió su expulsión del país, luego
marcharon heroicamente por Av. de Mayo, Callao y Santa Fe hasta el Obelisco,
dando testimonio de su Fe, su catolicismo y su patriotismo. No faltaron los
infiltrados que cometieron correrías para ensuciar a los jóvenes gloriosos de
la Acción Católica, entre los que estaban mi padre, mi padrino y la JAC de la
querida Parroquia de San Bernardo, a algunos
de sus dirigentes le valió la cárcel.
Tampoco esperaba encontrarme con
aquella multitud de la década del ochenta, donde muchos de los jóvenes del
cincuenta y cinco estaban con sus hijos y familia, cuando la Acción Católica
estaba en su plenitud; cuando la USCA estaba viva, aunque ya estaba en
decadencia; donde la catequesis todavía tenía algo de católica; estaban vivas muchas
agrupaciones parroquiales y donde también estaban esos “grupos juveniles” que
algo les quedaba de “Sensus ecclesia”, hay que decir que algunos de esos jóvenes son
todavía feligreses de las parroquias.En aquellos años la Misa se celebraba en 9 de Julio y Av. de Mayo y la procesión era por toda la Avenida, en los balcones la gente saludaba con sus banderas al Amor de los Amores.
No esperaba tampoco esa multitud
de jóvenes, que si bien no eran conservadores recorrían las grandes avenidas en
esa marcha juvenil que bajaban por Cabildo, por Rivadavia y por Corrientes con
cantos no muy solemnes, rezando y repartiendo estampitas… Era la verdadera
“Iglesia en salida”, era la época del Cardenal Quarracino, después vino la
sequía, que aquel plan pastoral sembró y el nuevo Arzobispo se encargó de cuidar
bien y hoy vemos la cosecha.
No esperaba entonces una Iglesia
floreciente, son pocas las plantas que florecen en invierno, mucho más en un
largo invierno. Mas que invierno a nivel mundial, en los últimos años, vemos ya una gran
noche eclesial. Sin embargo, encontré poca gente, algunos muy piadosos, entre los
mayores y entre los jóvenes, me sorprendieron gratamente muchas comuniones de
rodillas de personas entre 16 y 30 años. Ya no hay una multitud, algunas pocas
parroquias con micros, algunas no llegan a llenar un micro, otras ni un auto.
En fin, llegue a una ceremonia que me sorprendió su piedad en el altar, no hubo
más aplausos que los de la homilía, un coro engalanaba y el órgano, como manda
el Concilio, llenaba toda la Plaza Mayor, a la que convirtió por momentos en la
mismísima Catedral. La liturgia alababa a Dios y elevaba a los fieles, no vi
muchos bailecitos, por los menos en masa, no alcanzamos a escuchar si había
guitarra, pero si lo había sonaba armónicamente, si no había ni bombos, ni
baterías. Se nota la influencia de lo bueno del padre Russo y que el Arzobispo
saliente lo ha dejado actuar.
Si vimos dos cosas que me parecen
preocupantes, un sacerdote de estos que no usan sotana, pero que están muy bien
vestidos y con ropa cara y con la “biaba” en el pelo, el cual tenía un corte
muy especial, con sus manos permanentemente en el bolsillo y bailando al ritmo
de la música. Por otro lado un joven scout al momento de la Consagración se
puso de rodillas y puso su bordón en posición horizontal como signo de
adoración y un dirigente que tomaba mate permanentemente le patea el pie y lo
hace levantar y que vaya con el resto a sentarse, estos son los frutos del
scoutismo masónico que penetró en la Iglesia y al que se opuso Menvielle al
fundar la USCA.
Escuchamos una homilía que seguramente una
lupa, que no será la nuestra, podrá hacer alguna que otra objeción, pero
nosotros destacamos que nos hablaron explícitamente del Sacrificio incruento de
Cristo en la Misa, (“es un reconocimiento a la providencia del Creador que pone
en nuestras manos estos dones para el sacrificio, en el que Cristo se vuelve a
inmolar por todos, ahora en forma serena e incruenta (cfr. CEC 1334)”,
no se habló hasta el cansancio de un banquete horizontal, no se habló del pan
desde lo temporal, sino que siguiendo al
Catecismo se recordó la Transubstanciación (“Recordemos algunas enseñanzas del
Catecismo: «En el corazón de la Misa que estamos celebrando se encuentran dispuestos
el pan y el vino, signos de la bondad del Creador, que por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se
convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Jesús» (cfr. CEC 1333)
(…)La Palabra de Dios dispone y prepara el alma para adherirnos a la presencia real de Jesús en la Eucaristía.”). Una
homilía que si bien se cita 5/9 veces un documento del Papa Francisco, solo se
lo mencionó una sola vez y no cada dos palabras como nos tienen acostumbrados.
Se afirma la unión hipostática de Cristo al hablar de la Virgen, “cómo no
evocar a la Santísima Virgen María en este día. Ella consintió libremente para
que la Palabra se hiciese carne y habitará entre nosotros (cfr. Jn 1, 14). Ella
por su fe abrió su corazón y dispuso su cuerpo, para que el Hijo del Altísimo
tuviese un cuerpo humano. De su seno virginal y generoso tomó Dios su carne
para darle un cuerpo a su Hijo divino, conforme a la naturaleza humana. San
Efrén, un enamorado de la Virgen nos enseña: «María fue constituida en un
verdadero cielo a nuestro favor por el hecho de llevar, en los angostos límites
de su seno, la misma divinidad; gracias a ella, Cristo, sin dejar la gloria del
Padre, pudo conducir a los hombres a una dignidad mayor... Ella es el templo
del Hijo de Dios, quien habiendo entrado en su seno sin cuerpo, salió de ella
revestido de un cuerpo»[8].”
En fin una homilía católica y no de papolatría y horizontalista, como nos
tienen muchos acostumbrados.
Una procesión digna, con cantos
tradicionales, no faltaron: “Te Adoramos Hostia Divina”, “Cantemos al Amor de
los Amores” y el “Cristo Jesús”. Extrañamos el tradicional “Dios de los
Corazones”, himno del Congreso Eucarístico de 1934, acontecimiento eclesial sin
que en estos casi noventa años ha sido superado y que tanto fruto tuvo en la
Iglesia que peregrina en la Argentina, una de ellas la gran cantidad de
vocaciones. Aunque felizmente tampoco estuvo el Himno del Congreso Eucarístico
Nacional en Corrientes, horizontalista si
los hay. Faltaron los tradicionales, vivas a Cristo Rey, aunque hubo algún
¡Viva Jesús! Aquí, hacemos mea culpa que tampoco nosotros lo hicimos, como
otrora solíamos hacerlo.
En fin un momento
eclesial, un testimonio de Fe que dudamos ciertamente vuelva a repetirse con el
regalito que nos ha hecho el Papa Francisco al pueblo fiel de Buenos Aires, al
nombrarnos al personaje que nombro como nuevo Arzobispo. Dudamos que crea en la
presencia real de Cristo en la Eucaristía, si nos atenemos a lo que dijo oportunamente
al prohibir taxativamente la recepción de la Comunión fuera de la Misa en
pandemia, decía el mitrado patagónico: “La comunión es para celebrarla en el
contexto de una Misa”, “La comunión se celebra comunitariamente en la
Eucaristía”. Esta bueno recordar que el Código de Derecho canónico en su 918
dice “Se aconseja encarecidamente que los fieles reciban la sagrada comunión
dentro de la celebración eucarística; sin embargo, cuando lo pidan con causa
justa se les debe administrar la comunión fuera de la Misa, observando los
ritos litúrgicos” y hay que recordar también lo expresado por los documentos
emanados para la reforma litúrgica querida por el Concilio, donde se expresa que
si bien, “hay que procurar que los fieles comulguen en la misma celebración
eucarística(,) (…) Los sacerdotes no rehúsen administrar, incluso fuera de la
misa, la sagrada comunión a los fieles cuando lo piden con causa justa. Incluso
conviene que quienes estén impedidos de asistir a la celebración eucarística de
la comunidad se alimenten asiduamente con la eucaristía, para que así se
sientan unidos no solamente al sacrificio del Señor, sino también unidos a la
comunidad y sostenidos por el amor de los hermanos”[1]. Creo que en
pandemia y la resolución de cancelar la Misa pública era realmente causa más
que justa ¿no?
Así lo entendieron,
hay que decirlo, muchos sacerdotes de Buenos Aires, incluso muchos no cerraron
los Templos y sabemos que con la prudencia pública, tampoco dejaron de celebrar
Misa con fieles y dar la “Comunión”, no como la “aspirina” que dijo
oportunamente el flamante Arzobispo, sino que dieron a Cristo a quienes a Él
acudían para que los sane, alivie y fortalezca en el combate de la vida, un
momento de gran dolor, de ausencias, de cruz, donde el yugo se hizo demasiado
pesado y solo el Señor podía aliviarlo (cif. Mt. 11, 28-30) ¡Gracias a Dios! El
Arzobispo era otro y no tenemos conocimiento que haya presionado o perseguido a
estos abnegados sacerdotes, algunos de los cuales no tuvieron miedo al contagio
y ofrecieron su vida por sus hermanos.
Tenemos entonces
motivos para dudar de que se crea en la presencia real, se rechazó la Adoración
perpetua por ser una “devoción extremadamente personalista”, iguala la “presencia
Cristologica” en la Eucaristía con la “presencia Cristologia en el pobre”,
parece que para que Cristo habite en el hombre sólo debe estar en el pobre, el
resto que se jorobe. Además ¿es la misma presencia? Aca vemos dos cosas si es
la misma presencia, entonces el pobre es Jesucristo o esa presencia “Cristológica”
que refiere el flamante Arzobispo es simplemente una presencia simbólica y no
real en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad hasta en la partícula más pequeña está
Cristo todo.
La dignidad del
hombre está sin duda en el hecho de ser creado a imagen y semejanza y con el
Bautismo Templo del Dios que habita en nosotros, reconocer y poder servir al
hombre con verdadera caridad solo es posible cuando nos unimos y conocemos a
Cristo, es cierto que “Cristo camina con rostro sufriente por nuestras
ciudades”, como se repite hasta el hartazgo, pero como reconocerlo si desde
hace décadas, la catequesis se desgasta para no mostrarnos a ese Cristo
sufriente, al Crucificado. Se han lavado hasta las cruces para no mostrar las
llagas de Cristo. Es de rodillas y adorándolo donde se le puede conocer, para
luego salir al mundo y “reconocerlo” en nuestros hermanos que sufren y sino que
se lo pregunten a Santa Teresa de Calcuta y a sus hermanitas que pasaron muchas
horas en la adoración diaria, para poder estar con los pobres entre los pobres.
Santa Gianna Beretta Molla dijo con razón que “el apostolado se hace antes que
nada de rodillas», claro si queremos hacer apostolado y no sociología barata,
acción social de “unidad básica”, a la que parece que el nuevo Arzobispo
pertenece.
En fin, queridos
lectores, lindo regalito nos mandó el Papa a Buenos Aires y por muchos años, a
no ser que Dios disponga otra cosa. Sabemos que Francisco con su llegada a Roma
hipotecó el futuro eclesial de la Argentina, con el nombramiento de Obispos auxiliares
a diestra y siniestra, no hay curas para atender comunidades pero sobran
Obispos auxiliares por doquier, pensar que Santo Toribio recorrió la inmensa
diócesis en más de una oportunidad, pero eran otros tiempos y otros Obispos….
Francisco no está
solo en este camino de destrucción de la Iglesia en Argentina, lo acompaña de
cerca el capo de la CEA, Ojea diocesano de San Isidro, donde procede el
flamante Arzobispo de Buenos Aires.
Debemos rezar por el
clero porteño que es ciertamente demasiado diverso, desde tercermundista hasta
pastores fieles, estos últimos serán perseguidos seguramente por su fidelidad.
No sabemos si este nombramiento, en donde ni siquiera se pensó en uno malo pero
porteño, no es una respuesta de Francisco al clero que cerró fuertemente filas
para defender de la movida mediática que quisieron hacerle al Cardenal Poli, el año pasado para
adelantar aún más su salida y entronizar quizás al Trucho platense, a quien según
me refieren el clero porteño en su mayoría no digiere, dado su carrerismo
apañado por el Papa porteño desde su épocas de Arzobispo. Claro que la terna,
por lo menos la que se difundió no era muy buena, alguna esperanza nos quedaba
en un correcto Obispo del interior de Buenos Aires que formó parte del clero
porteño pero no, se nombró a uno cortado por el cuchillo del Arzobispo porteño
y del clero Sanisidrense de Casareto y Ojea, con neto corte de la endiosada
Teología del pueblo, “curas villeros” los llaman, como si hubiesen descubierto
las villas y los pobres y nunca los curas hayan atendido a los más necesitados. Los Altares están llenos de ejemplos, la gran diferencia es que los de los
Altares (no hablamos de beatificaciones forzadas en los últimos años) tenían
como norte la misión primaria de la Iglesia y el sacerdocio, la salvación de
las almas y no la sociología inmanentista y la politiquería barata.
Vemos ya los
primeros y desgraciados frutos de este nombramiento, ya uno de los párrocos de
Buenos Aires, con permiso del flamante Arzobispo, dejaría de ejercer “momentáneamente”
el sacerdocio para dedicarse a la política peronista, idea de la que el
Arzobispo electo no reniega, alguna vez dijo “yo quiero ser peronista, yo me
juego en esta idea”. Este cura será candidato de Guillermo Moreno y ya hizo de
una de las parroquias más tradicionales de la ciudad de Buenos Aires una unidad
básica y un teatro.
Hemos visto algunos
videos donde el Obispo promovido a la Arquidiócesis porteña habla de su
“militancia” peronista, justamente es por eso que me preguntó si este será mi
último Corpus en Buenos Aires, pues me parece que en lugar de “Te Adoramos
Hostia Divina” y el “Cristo Jesús” se cantará “Solo le pido a Dios” y la marcha
peronista y en lugar de Misa y Procesión habrá marcha y olla popular contra el
FMI y en pos de los “nuevos derechos” LGTB…
Hoy más que nunca
rezamos con fuerza, “¡Salva al Pueblo Argentino, escucha su clamor! ¡Salva al
Pueblo Argentino, Sagrado Corazón!”
Supla la Gracia, la
deficiencia de la pluma.
Marcelo Eduardo Grecco
Director
El Caballero de Nuestra Señora
[1] INSTRUCCIÓN
«EUCHARISTICUM MYSTERIUM» SAGRADA CONGREGACION DE RITOS Y CONSILIUM PARA LA
REFORMA LITURGICA 33 25-6-1967 y Ritual
de la Sagrada Comunión Fuera de la Misa 14 21-6-1973
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