De Aqui y de Alli

 ¿Desprecio a la Casulla o a lo que significa?

 

En el número 337 de la Instrucción General del Misal Romano (IGM), indica que “la vestidura propia del sacerdote celebrante, en la Misa y otras acciones sagradas directamente relacionadas con ella, es la casulla, si no se indica otra cosa, revestida sobre el alba y la estola.” Cierto es que también dice en el número 209 que en concelebraciones “por causa justa, por ejemplo un gran número de concelebrantes” pueden usar solo alba y estola, “exceptuando el celebrante principal”, que siempre debe usar casulla. En la depredación de los setenta que sufrieron muchas parroquias, se han quedado sin ornamentos litúrgicos necesarios y ciertamente no parece haber conciencia de lo importante que es dotar a las mismas de estos elementos para que todos los sacerdotes puedan celebrar con dignidad la liturgia.

En la argentina se permite un “engendro”, me hago cargo que se llama Alba-casulla y que pretende cumplir las mismas funciones en algunos momentos, en celebraciones no abiertas a todas las comunidad, sino a algunas personas pertenecientes a una institución o grupo y cuando se celebra fuera del lugar propio de la liturgia, pero siempre y cuando no se sea quien preside la celebración, el decreto de la Conferencia Episcopal Argentina, citado en el IGMR, lo dice claramente: “En la Argentina se autoriza, para la Eucaristía, el uso de un ornamento consistente en una vestidura sacerdotal de forma muy amplia, con una estola colocada encima; vestidura que envuelve todo el cuerpo del sacerdote reemplazando el alba. Dicha vestidura sacerdotal puede ser utilizada en la concelebración, excluido el que preside la celebración (el cual debe llevar alba, cíngulo, estola y casulla), en las celebraciones con grupos particulares, y cuando se celebra fuera de lugar sagrado. En lo que respecta al color, para este ornamento se exige solamente que la estola sea del color que conviene a la Misa. (CEA, 84`-' Asamblea Plenaria, nov. 2002, Res. n. 18; Recon. CCDDS, Prot 23/03/L. 28 jun 2003).” Entendemos que hay momentos y lugares que pueden ser ciertamente excepcionales, pero notamos una cierta tendencia a abusar de estas “libertades” litúrgicas y a abandonar el uso de la casulla y en algunos casos hasta del Alba y no hablemos del cingulo





¿Pero porque estos abusos?

Seguramente en bastantes casos, quizás la mayoría debe ser simplemente por ignorancia o pésima formación, pero también un buen número por rechazo claro a su simbología y  con ella a toda la teología católica. Las vestimentas litúrgicas no son partes de un “circo”, como dijo torpemente alguien despreciando una vestimenta que marcaba su nueva dignidad, que lejos de ser un acto de soberbia es un acto de humildad.

Cuando el sacerdote se reviste externamente es símbolo de que en la celebración actúa In Persona Christi. “El alba, la estola y la casulla que el sacerdote lleva durante la celebración de la sagrada eucaristía quieren evidenciar, ante todo, que el sacerdote no está aquí como persona particular, como éste o aquél, sino en el lugar de Cristo”, dice Benedicto XVI. “No es el quien importa, sino Cristo. No es él mismo el que se comunica a los hombres, sino que ha de comunicarlo a Él. Se convierte en instrumento de Cristo”.(…) Es para el sacerdote un desafío: entrar en la dinámica que lo saca fuera del enclaustramiento en su propio yo, y lo lleva a convertirse en una realidad nueva a partir de Cristo y por Cristo”[1]  

La casulla es símbolo de “la caridad, que cubre todos los pecados”, quizás la palabra no sea tan feliz para este tiempo ya que desde una mentalidad no formada puede entenderse el “cubrir” como un encubrimiento, hay que entenderlo en el misterio de la Cruz donde la Caridad de Cristo asume y Redime los pecados de todos y es la Misa donde ese misterio de Amor se hace presente a través del sacerdote, que como dijimos ya no es él sino que actúa en nombre de Cristo y hace presente y actualiza el amor de Cristo a las almas que nos da la salvación en los misterios de su Muerte y Resurrección.

Por apoyarse sobre los hombros representa también “el suave yugo del Señor.” El yugo es la obediencia a Cristo y a sus mandatos que el asumirlo puede resultar pesado y fatigoso, sin embargo, es el Señor quien asegura que el suyo será “excelente” y “liviano”, justo después de invitarnos a ir a todos los que estamos “agobiados”, para hacernos “descansar” (Mt. 11, 28-30). En este sentido, nos ilumina monseñor Straubbinger en el comentario al versículo 30:

 “30. El adjetivo griego “jrestós” que Jesús aplica a su yugo, es el mismo que se usa en Lucas 5, 39 para calificar el vino añejo. De ahí que es más exacto traducirlo por “excelente”, pues “llevadero” sólo da la idea de un mal menor, en tanto que Jesús nos ofrece un bien positivo, el bien más grande para nuestra felicidad aun temporal, siempre que le creamos. El yugo es para la carne mala, mas no para el espíritu, al cual, por el contrario, Él le conquista la libertad (Juan 8, 31 s.; II Corintios 3, 17; Gálatas 2, 4; Santiago 2, 12). Recordemos siempre esta divina fórmula, como una gran luz para nuestra vida espiritual. El Evangelio donde el Hijo nos da a conocer las maravillas del Eterno Padre, es un mensaje de amor, y no un simple código penal. El que lo conozca lo amará, es decir, no lo mirará ya como una obligación sino como un tesoro, y entonces sí que le será suave el yugo de Cristo, así como el avaro se sacrifica gustosamente por su oro, o como la esposa lo deja todo por seguir a aquel que ama. Jesús acentúa esta revelación en Juan 14, 23 s., al decir a San Judas Tadeo que quien lo ama observará su doctrina y el que no lo ama no guardará sus palabras. Tal es el sentido espiritual de las parábolas del tesoro escondido y de la perla preciosa (13, 44 ss.). Del conocimiento viene el amor, esto es, la fe obra por la caridad (Gálatas 5, 6). Y si no hay amor, aunque hubiera obras, no valdrían nada (I Corintios 13, 1 ss.). Todo precepto es ligero para el que ama, dice San Agustín; amando, nada cuesta el trabajo: Ubi amatur, non laboratur”.”

Benedicto XVI nos indica que “llevar el yugo del Señor significa ante todo: aprende de Él. Estar siempre dispuestos a asistir a la escuela de Jesús. De Él debemos aprender la pequeñez y la humildad –la humildad de Dios que se muestra en su ser hombre”.

Cuánto significado hay en esa vestimenta litúrgica. Cuánta catequesis para el pueblo fiel que, bien formado, entiende que también él debe revistirse interiormente de manera de vivir plenamente en el amor de Cristo. Para que nos sometamos al yugo excelente y amoroso de Dios que nos hace descansar en las viscicitudes en este “Valle de lágrimas”

 


Ven como las vestimentas litúrgicas no son ni ostentación, ni parte de un “circo”. ¿Por qué tanto desprecio?

Seguramente hay que bucear en la teología de muchos de los que desprecian los ornamentos y casi siempre nos encontramos con los que tienen esta tendencia a despreciar la Cruz y a mundanizar el mensaje de Cristo. Aquellos que buscan y promueven la añadidura y se olvidan de que primero es el Reino de Dios. Aquellos que se han dejado influenciar por las corrientes de izquierda que están a años luz de la verdadera Doctrina Social de la Iglesia, fundamentalmente porque tienen una antropología materialista y anticristiana. Odian la casulla y las vestimentas sagradas, porque odian el verdadero espíritu de la liturgia, a la que han desarmado de contenido.

Las pocas vestimentas que usan no buscan ni la “belleza ni la nobleza”[2], pretenden hablar de sencillez y le quitan toda verdadera simbología hacia el uso sagrado. Basta ver esas bufandas tejidas de tantos colores que no se distingue el Tiempo litúrgico o las figuras que utilizan, ahora tuvieron la ayuda de ciertas beatificaciones para justificar los adornos que utilizan, resaltando figuras no por su santidad, sino por su “compromiso social” o diría mejor con el compromiso en la causa de su teología neo marxista.

En algunos casos sucederá lo del refrán: “Al que  nace barrigón, es inútil que lo fajen”, pero en otros hay que ayudarlos a comprender el espíritu de la liturgia, a regalarles libros como el mencionado, a dotar a los Templos de los ornamentos necesarios y si es posible a ellos mismos también.

Pero por sobre todo debemos rezar mucho, porque más temprano que tarde y a pesar de los vientos huracanados que vienen de Roma y de la malaria episcopal que tenemos, la liturgia será restaurada.

 

Iglesia, Madre y Maestra

 

¡Qué bueno que la Iglesia haya desarrollado, a lo largo de los siglos una hermosa doctrina! Ciertamente, lejos de ser una “tragedia”, como ha dicho un sucesor de los apóstoles, es un don y una gracia de Dios que la Iglesia nos muestre el camino y nos diga con toda justicia cuando podemos acercarnos a comulgar y cuando no. Gracias Santa Madre Iglesia, que como niños que somos, nos cuidas de que volvamos a equivocarnos, porque si pecar es grave, más grave es acercarnos sin las debidas disposiciones a encontrarnos con el Señor, deberíamos llegar “Santos e irreprochables ante Dios”, pero siempre alguna basura se nos pegó en el camino y por eso la Iglesia nos enseña que debemos hacer.

Que feo sería que una madre le dijera a su hijo: “¡mete los dedos en el enchufe nomás, que nada te va a pasar!” o “¡Saca nomás el cuerpo por la ventanilla!”. Pero no, ellas hacen todo lo contrario y nos dicen con claridad “¡No hagas eso, es peligroso!” La Iglesia nos da su catecismo, nos enseña el Decálogo para que sepamos que le agrada y que no a Dios. Nos enseña a cumplir el mandamiento del amor y nos advierte de que forma no nos la cumplimos. La Madre Iglesia nos enseña en su legislación cuando debemos y no debemos acercarnos al Sacramento de la Eucaristía y de qué forma hacerlo, para hacerlo con dignidad, no pensando en nosotros, sino en a quien recibimos. Ella no quiere que comamos nuestra “condenación” (1 Cor  11, 27-29)[3]

 

Sínodo y Cisma

 


En estos días se ha conocido las conclusiones pésimas del Sínodo Alemán, no muy distintas a las que se han ido conociendo en las etapas diocesanas de los distintos episcopados, claro que otros episcopados no son tan sinceros como el Alemán, que deja al descubierto para todos de los verdaderos objetivos del progresismo. Como ha dicho el Padre Menvielle en aquella memorable conferencia sobre el Complot contra la Iglesia “No quedará ningún dogma en pie”. La Iglesia sinodal a la que nos están llevando se está cargando en diez años dos mil años de Magisterio eclesial, la misma Palabra de Cristo y todas las Sagradas Escrituras.

El sínodo Alemán es ya un Cisma claro y tajante y aunque Roma no hará nada o si hace será fríamente y no lo ha de hacer nada más profundo, quizás porque no están tan lejos las intenciones de los alemanes a las que se están planteando en esta Iglesia sinodal, cuyos objetivos finales ya parecen salir más claramente a partir de las fases diocesanas y continentales.

 A ningún Obispo Alemán se le ha pedido la renuncia, mucho menos se lo ha destituido a pesar de las tantas herejías que dicen a diario. No se cierra ningún seminario, parece que estas medidas solo son para los buenos Obispos, para los fieles, para los seminarios ricos en vocaciones y con buena formación.

Ya nadie tiene duda que la Iglesia de la publicidad está encumbrada en gran parte de los llamados “funcionarios eclesiásticos”, mientras que en el silencio y con todas las trabas oficiales sigue viva la Iglesia verdadera, la Iglesia fiel.

Cuando pensemos en el cisma no debemos mirar solo a Alemania, ya hay cisma en toda la Iglesia, esta iglesia sinodal lo está destruyendo todo y se está separando de la verdadera fe. Nosotros sabemos que la promesa de Jesucristo y es en ella en la que nos aferramos para seguir adelante, para seguir en la fidelidad en esta Iglesia del silencio.

 

España: Bajan cada vez más las vocaciones

 


Hace unos años, un santo sacerdote al ver una ordenación con muy poca cantidad de candidatos, me dijo que era la consecuencia de la acción del ex arzobispo, que ahora estaba en Roma. “¡Esta es la Iglesia que nos dejó Bergoglio!”.

A lo largo de estos diez años vemos cómo se vive atacando a los sacerdotes y si me apuran, a la misión primaria del sacerdote. Es el sacerdote no quien debe predicar el Evangelio y el Magisterio, que debe “crear puentes” y puentes no para permitir que se llegue a la única Barca que va al destino certero en las Aguas Profundas, las otras van a algunas a falsos puertos. No, los puentes que se le exigen son más para unirnos a la barca única del relativismo y el sincretismo que conduce la masonería y no a la Barca de Cristo.

Claro está que si el sacerdote en lugar de celebrar el Misterio de la Fe, se convierte en un showman, en vez de predicar la verdad y acercar a los hombres se a Cristo, si la “cultura del encuentro” que debe promover es la de la fraternidad de la Revolución Anticristiana. ¿Qué sentido tiene ser cura?

Si los laicos van cada día tomando las responsabilidades que le son propias y hasta, como busca la sinodalidad, van a ser dispensadores de sacramentos ¿Qué sentido ser cura?

Si vas a confesar y no podes ya realizar la corrección fraterna y tienes que absolver no importa si hay o no arrepentimiento, si el penitente (convertido en mero interlocutor) tiene propósito de enmienda o piensa seguir con su vida como si nada y si te atreves a diferir en bien de su alma la absolución y solo das una bendición sos tratado de “delincuente”. ¿Qué sentido tiene ser cura?

Si porque no le gustan lo que dices o por la razón que seas a alguien se le ocurre escribir una cartita e inventar una denuncia contra tí y automáticamente te condenan en la Iglesia. ¿Qué sentido tiene ser cura?

Si predicas con la verdad, sujeto al Magisterio bimelenario de la Iglesia. Si llamas al pan, pan y al pecado, pecado; si celebras con dignidad y haciendo caso al Concilio rezas la partes comunes en latín y enseñas a la comunidad el valor de la música sagrada, en especial del Canto Gregoriano… Tu destino será la última parroquia de la diócesis, si es que se atreven a darte parroquia o te dan un carguito de vicario, capellán de monjas (donde no puedes hacer nada que no digan ellas) lo más progresistas posibles o simplemente te dejan a tu suerte y a la de algún curita que te ofrezca un horario de los menos poblados para no hacer olas, para que puedas celebrar en un Altar. ¿Qué sentido tiene ser cura?

Si ser cura es ser un agente social de los barrios populares, declarar contra toda la injusticia y no desde la Doctrina Social de la Iglesia, promover la lucha de clases… ah y de tanto en tanto celebrar los sacramentos. ¿Qué sentido tiene ser cura? Si lo hago como laico y hasta capaz que logró un carguito en la política y me paro para toda la vida y mi familia también…

Si además siento el llamado y los pocos seminarios donde se mantenía la buena doctrina son cerrados y me mandan para que «abra la cabeza y se me caiga el cerebro», como dijo Chesterton, a otros seminarios donde usaran lavandina para que nada de lo bueno me quede y me dedique a la “pastoral” sin doctrina. ¿Qué sentido tiene ser cura?

Así es como los seminarios cada vez están más vacíos, salvo los aquellos pocos que han zafado de la guadaña franciscana, donde la buena doctrina todavía se dicta (y todavía no han sido visitado “fraternalmente” ) y se les plantea a los jóvenes que ser sacerdote tiene sentido, porque ellos y solo ellos pueden hacer presente al Señor en el Altar y pueden salvar un alma con los sacramentos. Solo por esas dos cosas vale la pena ser sacerdote. El Señor vacía los pésimos seminarios progresistas y sigue mandando vocaciones a los más o menos buenos que quedan.

Seminario de Costa del Este antes de la
misericordia Franciscana a Monseñor Liviares


No nos extrañemos en los próximos años el número seguirá bajando, la era franciscana va a dejar su estela, pero Dios nunca ha abandonado a su pueblo.

 

Desagravio a Menvielle




Bien se dice que una verdad a medias es la peor de las mentiras, peor aún si esta verdad a medias se saca de la galera y sin la virtud de la prudencia para comunicarla es aún más grave. Desconocemos la intención de Francisco cuando en la entrevista que le hace su amiga Elizabeth Pique, encumbrada desde su asunción entre los periodistas dedicados a la curia romana, hablando de su manía de las “puertas abiertas”, entendiendo esto como esta cultura del encuentro o del puchero porque todo se mezcla en una pérdida de sabores y la Verdad es reducida a un relativismo y hasta en un sincretismo inaguantable para los hombres de bien. Decíamos desconocemos la intención donde el Papa trae a colación la anécdota de cuando el padre Menvielle, después de enfrentarse con celo apostólico por la Verdad a los falsos pastores que venían a su curato a traer la falsa doctrina de la reforma anticristiana y protestante, se enfrentaba desmotando todas las mentiras que le traían y cuando ellos insistieron y le pusieron la carpa frente al Templo parroquial como una enorme afrenta, hubo de “caer fuego del Cielo” sobre esas carpas. Por supuesto Francisco no habló ni del celo apostólico ni de la afrenta de los protestantes, solo tomo como algo negativo lo del padre Julio, sembrando una duda que fue tomada en redes por los mismos protestantes para denostar al insigne pastor. Tampoco recordó algo que en Versailles conocemos bien, porque nuestros mayores nos lo dejaron claro, Menvielle tuvo una verdadera pastoral de puertas abiertas y no hizo nunca acepción de personas. Amó el pecador, al errado, pero desecho, ataco el pecado y el error, pues sólo amó la Verdad.



Desde aquí lo consideramos un agravio de Francisco y no es el primero ya cuando hubo como Arzobispo de rendirle homenaje no tuvo ni el coraje de nombrarlo. Es que Menvielle les molesta porque ha desenmascarado todo lo que hoy está haciendo en la Iglesia el progresismo masónico.

Honor y Gloria al gran pastor de almas de Versailles.

 

Feliz y Santa Pascua

 

Para terminar, queridos lectores les deseamos Feliz y Santa Pascua de Resurrección.

 

Supla la Gracia, la enorme deficiencia de la pluma.

 

Marcelo Grecco

Director

El Caballero de Nuestra Señora

8-03-23



[1][1] “El Espíritu de la Liturgia. Una Introducción” Benedicto XVI Joseph Ratzinger Cap. II punto 6

[2] IGM 334

[3] “De modo que quien comiere el pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Pero pruébese cada uno a sí mismo, y así coma del pan y beba del cáliz; porque el que come y bebe, no haciendo distinción del Cuerpo (del Señor), come y bebe su propia condenación.”

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