A Noventa Años del Comienzo del Apostolado Parroquial del Padre Julio Menvielle





Hace 90 años comenzaba la acción pastoral de un joven sacerdote, dos años y tres meses habían transcurrido desde su ordenación y el ejercicio de su ministerio en la tradicional parroquia San Vicente de Paul, del barrio porteño de Mataderos. 

Hace noventa años la humilde capilla, elevada, el 31 de diciembre de 1932, a Parroquia por el Cardenal Copello, recibía aquel Domingo 19 de marzo de 1933, al novel sacerdote, que llegaba con su sotana distintiva del ministerio sacerdotal y el entusiasmo misionero, propio del don recibido y que lo llevaría a encarar enormes obras. 

Venía a cuidar y curar el alma de los fieles de aquellos barrios de Versailles y Villa Real.  Llegaba con la misión de apacentar al pequeño rebaño y a traer al redil a todos y cada uno de los vecinos. Llegaba para Predicar a Cristo, para santificar las almas de todos, porque el sacerdocio es para la santidad propia y de todos a los que se les encomienda, quien así no lo vive hace estéril ministerio. Vino y conquistó corazones de jóvenes, niños y adultos, aún los más duros, no para su persona, sino para la Persona de Cristo, para la Iglesia, para la Patria.  



Le arrebató a la masonería miles de jóvenes fundando el Scoutismo Católico no solo en Versailles, sino en la Argentina toda. Evitó que el marxismo engañará a obreros, colaborando en la formación de la Juventud Obrera Católica. Formó hombres y mujeres apóstoles y soldados de Cristo, en la gloriosa Acción Católica, superando también los límites del curato. Le ganó la batalla a los vicios, que se contraponen con la virtud, preservando a los jóvenes y niños de la calle, al fundar el Ateneo Popular de Versailles, institución que fue para todos, no hacía falta hablar de inclusión se hacía, con justicia y en el orden natural. Le quitó poder al demonio al fundar las Hijas de María. Formó en la Caridad a la comunidad con los Vicentinos y dando vivo testimonio de caridad y justicia, sin recurrir a falsas doctrinas e ideologías, sin reducir o desdibujar el ministerio con el que fue revestido, no hubo quien necesitase ayuda que no fuera atendido, aunque para eso debía vender el colchón y dormir en el suelo. Sembró la Verdad en la sana Catequesis y en el sermón dominical. Promovió la sana diversión en el Cine Parroquial y lo más importante celebró con devoción arrobado al Santo Rosario el Santo Sacrificio de la Misa, fuente y vida para la Iglesia. 



Engendró en el espíritu y varias fueron las vocaciones que, de aquella humilde capilla hecha parroquia salieron, vocaciones que buscaron imitar al Buen Pastor, algunas inclusas alcanzaron la plenitud sacerdotal, que algunos dicen el padre declinó más de una vez.  

No dudó en visitar las casas de los vecinos para los sacramentos o para predicar a Cristo y cautivar los corazones más duros haciendo posible el encuentro con Él de las almas, a veces solo era una cena, otras un simple saludo. 

En el cambalache eclesiástico de hoy es muy difícil, que no imposible si se busca bien, encontrar verdadero celo apostólico, ciertamente se ve más en presbíteros que en mitrados, pero también en estos los hay.  

La dictadura del relativismo y el panteísmo reinante hacen que valga todo lo mismo y las mentiras penetren sin resistencia en las almas de católicos y de no católicos. Menvielle hizo frente al error, como buen pastor celoso de las almas. Defendió el rebaño encomendado, que no era solo el que estaba adentro del redil, sino también el que caminaba afuera y por tanto estaba más desprotegido. Cuando vinieron los lobos, los divulgadores del error, salió con toda su fuerza a expulsarlos de sus barrios. Era responsable no ante las autoridades del tiempo, a veces muy cobardes, sino ante el Único y Verdadero Señor, por las almas de sus fieles y de todos y cada uno de los vecinos. 

Aquel curita, dotado por Dios de una inteligencia superior, con una formación filosófica y teológica superlativa, la uso para el bien de las almas y no toleró a los falsos predicadores que venían al barrio a esparcir el error, a predicar la Revolución Protestante, primera manifestación de La Revolución Anticristiana que nos llevó al caos de hoy con la ayuda de sus hijas dilectas, la Revolución Francesa, la Revolución Comunista y la Revolución Moral de las últimas décadas y que hoy alcanza su cúspide con la ideología de género, abrazada a veces por los mismos católicos. No faltan ni en parroquias ni en escuelas “católicas” los mentados pañuelos verdes y con la sinodalidad pronto se convertirá en “dogma de fe”. 

Desarmó uno a uno, frente a los adeptos incautos que iban a escuchar al predicador de errores, los argumentos con los que pretendían engañarlos. Una y otra vez volvieron en afrenta certera, colocando sus carpas junto al Templo, atacando a la Patrona del barrio, la Virgen de la Salud, “más del cielo bajó fuego [de parte de Dios] y (…) devoró”1 aquellas carpas, del Cielo vino el fuego con ayuda o no de personas humanas. Locura y escándalo para los tibios y cobardes, celo apostólico para los católicos de ley. 

“Es la Misa lo que me enardece” decía el padre Castañeda. Es el amor a la Verdad, el celo por las almas lo que enardecía al noble sacerdote, uno de los más grandes Teólogos y Filósofos en la Argentina, pero por todo pastor, que como Cristo recurre a la santa ira si la Casa del Padre o las almas son profanadas. 



 No dudará el pastor fiel, siguiendo al Buen Pastor, en defender a tiempo y destiempo las almas. Para todos la Iglesia tiene las puertas abiertas, pero no para el error y para quienes lo pregonan. La iglesia de publicidad deja entrar el humo de satanás por las ventanas, como dijo Pablo VI, la verdadera Iglesia no. Esa iglesia de la publicidad que pregona la unidad, aunque no sabe en qué fundar la unidad, porque la unidad de la Iglesia se funda en la unidad de doctrina, en la unidad de Fe, en el Credo.  

Ese mismo celo en Versailles lo dedicó para desmantelar todos los errores que penetraban en la Iglesia y que la llevaron a la actual situación eclesial. En la fidelidad al Magisterio perenne y no a falsos espíritus que nadie sabe que son o si responden al príncipe del mundo vencido por Cristo en la Cruz. ¡Hay que leer sus libros! 




Hace noventa años comenzó la siembra, caló tan hondo su celo apostólico que la santidad se multiplicó en el barrio. Conocimos y damos testimonio de muchas almas sencillas y santas de Versailles, pero también de la Patria y quizás el ejemplo más claro lo tengamos en el mejor de sus discípulos que dio la vida por Cristo, por ser “soldado de Cristo” -según confesaron sus verdugos-, Carlos Sacheri. El padre Julio Menvielle fue el instrumento para que se encontraran con Cristo y permanecieron unidos a Él y a la Iglesia hasta el final de sus días, agradeciendo al pastor, pero siendo ante todo de Cristo.  

Sean estas pobres palabras, homenaje a aquel comienzo pastoral que tanto bien hizo en Versailles y que se irradió al mundo en sus discípulos fieles no a Menvielle, sino a Cristo. En su obra intelectual, en su docencia formó hombres y mujeres testigos, en la vida seglar y religiosa de la Verdad a la que amó, vivió y enseñó hasta el desprecio de si por el bien de las almas que les fueron encomendadas. 

Sean también en desagravio por aquellas que se dirigen desde la tribuna mediática por quienes nos tienen que confirmar en la fe y avalan el error y escandalizan sin sentido, contando verdades a medias que son las peores mentiras.  

Honor y gloria al “vigía y testigo de la verdad”.  

Honor y Gloria para quien “fue intransigente con el error” y que “no conoció la cobardía del apaciguamiento ni la complicidad de la concesión.” 

Honor y Gloria a quien “el mundo moderno profeta y precursor de la bestia” le reclamó idolatría y nunca pudo obtener de él “ni el esbozo de una sonrisa menos aún, la genuflexión.” 

Honor y Gloria a quien “solo dobló la rodilla ante la Trinidad Santísima y ante la Madre del Salvador.”2 

Padre Julio Menvielle, como hace 90 años, Párroco y Pastor de Versailles, de la Patria y de la Cristiandad toda,  

Padre Julio Menvielle ¡Presente! 

 

Marcelo Eduardo Grecco 

Director  

El Caballero de Nuestra Señora 





 


Comentarios

  1. HE TENIDO LA OPORTUNIDAD -GRACIAS A DIOS- DE CONOCERLE EN EL ATENEO POR EL FUNDADO, Y LO QUE SE DICE DE ESTE SANTO VARON, ES POCO.
    QUE LE TENGAMOS COMO FIGURA EJEMPLAR
    DG

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