Veinte Años de Misión
Se están
cumpliendo los primeros veinte años desde que iniciamos, la segunda etapa de
esta pequeña obra apostolado. Una manera
distinta a la original, una metodología y un alcance que, para aquellos
tiempos, se presentaba como algo novedoso, pero como nos enseñó una vez el Dr.
Antonio Caponnetto la única novedad es la obra de Salvación de Cristo Nuestro
Señor.
Nacía hace veinte años, un
boletín electrónico, muy rudimentario por cierto, con millones de errores y
archivos sumamente pesados. Se acordarán los lectores, lo que tardaban en bajar
los primeros archivos. Fuimos mejorando en esos aspectos y en algunos otros,
sabedores que nunca podíamos llegar a la altura de aquellos primeros números de
la gloriosa época de la Visitación, cuando con la pequeña máquina de escribir y
la ayuda de los jóvenes de la Visitación, el Padre Carlos difundía para los
fieles de la Parroquia lo Bueno, lo Bello y lo Verdadero.
Pasó el tiempo, pasaron los editoriales y las notas de pluma propia y
ajena, que nos hicieron llegar amigos y maestros que con infinita bondad y
humildad colaboraron con sus artículos. Muchos de ellos nos animaron desde un
principio a esta obra y con plena caridad nos felicitaron y corrigieron a su
debido tiempo.
También hubo páginas inolvidables del Magisterio, de la buena
literatura y de la historia vivida y muchas veces ocultada, estos artículos que
engalanaron esta humilde obra la tomamos prestado de ese escaparate que es la
Internet o de la biblioteca de nuestro padre y de nuestro tío.
“Hay que hacer el bien de prisa,
que el mal no pierde un momento “ ha dicho en esta columna el Padre Carlos[1],
y este bien no puede solo proclamarse
con la palabra, sino con la obra, como lo hizo “El Señor Cura”, como gustaba
firmar los editoriales. Son horas donde el mal se ha expandido y ha penetrado
en el seno de la Iglesia, San Pablo VI ya lo advertía “El humo de satanas ha
ingresado en la Iglesia”, lamentablemente no supo pararlo y ese progresismo con
errores ya condenados por San Pio X ha ido limando todo. Por eso se hizo
necesario reeditar esta obra para con ella iluminar el discernimiento de
muchos, frente a tanta información propia de la época, que muchas veces esta
viciada de ese modernismo que transforman lo antricristiano en aparentemente católico.
El lema de El Caballero de Nuestra Señora, en esta nueva etapa, es
“Difundir lo Bueno, lo Bello y lo Verdadero, para la salvación de las almas”, porque
entendemos que es esta la misión primera y última de la Iglesia, toda otra obra
debe estar ordenada a ella, nosotros insistimos en ello, a pesar que algunos
nos hayan dicho que es caduca teología, pero así vimos a grandes sacerdotes,
entre ellos el Padre Carlos, que hicieron de su vida, de su obra y de su acción
apostólica este lema y encarnaron el fin mismo de la Iglesia, conducir a las
“verdes praderas” de las santidad y del Cielo, al rebaño. Parafraseándole,
podemos decir que buscaron que haya más hombres en Gracia y más Gracia en cada
hombre[2]
Desde esta columna hicimos una mirada del acontecer eclesial, con sus
luces y con su sombras, remarcamos la grandeza de los grandes sacerdotes que
Dios puso en nuestro camino o de los cuales solo conocimos su obra, de laicos
que iluminaron la vida de muchos, pienso en la querida Profesora María Teresa
Teijo quien hizo un apostolado de su docencia y abrió las puertas de su casa
para que muchas almas juveniles conocieran lo Bello, lo Bueno y lo Verdadero.
No falto nuestra mirada sobre los errores que veíamos en el interior de nuestra
Iglesia que peregrina en la Argentina, vimos la decadencia espiritual en el
pueblo de Dios, la infertilidad de la casi nula acción misionera o, para mejor decir,
de una acción que ha dejado de lado la verdadera misión. El anuncio de la Salvación
y los medios para alcanzarla por medio de los sacramentos, de la Gracia que
ella es administra.
Por momentos fuimos duros, pero no por eso hemos errado el
diagnostico. “La Igleisa que peregrina en la argentina esta enferma” nos
atrevimos a decir, hablamos de un tumor que había hecho metástasis, siguiendo
las sabias palabras de un sacerdote amigo. Esta enfermedad ha avanzado en estos
últimos siete años.
La noche oscura de la Iglesia, que alguna vez hablamos y que nos valio
la reprimenda de algún lector, la noche oscuro que ya mencionan Cardenales se
esta haciendo cada vez más palpable, en la Argentina ha ido lentamente “hipotecando
diócesis” al ponerla en manos de lobos y no de corderos. La Iglesia de la
publicidad, mencionada por Menvielle, está muy activa y presente en Roma y en
Argentina. Pero hemos de decir que también lo está esa Iglesia fiel, pequeña
por cierto, pero fiel, en la oración, en el sacrificio, en el silencio. Es un
Leon que en muchos lados sigue dormido, pero en otros se ha sabido levantar
contra el despotismo unido con la necedad y la locura, al fin y al cabo como
dijo Castellani: “No hay nada peor que un necio con poder”.
No pretendan que callemos y nos atrevemos a hacerlo desde esta columna
que usurpamos hace veinte años, por que esta amenazados dos amores del Padre
Carlos y de esta comunidad errante, el seminario de San Rafael, si bien el
padre estuvo presente más en el Instituto, el diocesano era también ocasión de
sus rezos y de su ayuda, por que sabía muy bien la gracia que era para la diócesis.
No menos amada la querida Diocesis de San Luis, donde el Padre Carlos inicio su
ministerio con valioso fruto pastoral, parte de lo que hoy se ve amenazado tuvo
su valiosa contribución y seguramente su siembra ahora verá la acción del
verdadero fruto. A estas amadas diócesis El Caballero de Nuestra Señora los
anima, con el Padre Carlos, “a no perder la Fe”, valiosa enseñanza que me dejo
en mi adolescencia cuando tuvo que mediar por diferencias con algunos
dirigentes.
No perder la fe, es una de las gracias que hemos de pedir con
insistencia y mas que nunca en este tiempo de oscuridad eclesial, de Pastores
que han renunciado a ser “Pastores con olor al buen Pastor”[3],
con el corazón de ese pastor que busca a la oveja perdida no para darle el
alimento que se pierde sino el de la eternidad: “Trabajen, no por el alimento
perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el
Hijo del hombre” (Jn, 6,27).
Solo queda agradecer al Señor por el bien que el ha hecho por medio de
esta obra y pedirle que multiplique los frutos que solo El ha de recoger, en
tiempos de oscuridad no nos cansemos de rezar y ofrecer los pequeños
sacrificios de la vida, la Iglesia lo necesita, los Obispos y sacerdotes lo
necesitan,mucho, como nosotros para la conversión y salvación de nuestra alma
y de las almas de nuestros hermanos y esta es la necesidad primaria y esencial,
ha de ser la prioridad de la Iglesia, mal que le pese a Monseñor Ojeda.
Dando gracias, encomendándonos y encomendando a todos nuestros
lectores, a los que ya partieron a la Casa del Padre y a los que peregrinan en
este Valle de Lagrimas aTi, Dulce Señora esta preciosa oración:
Sub tuum praesidium
confugimus,
Sancta Dei
Genetrix.
Nostras
deprecationes ne despicias
in necessitatibus nostris,
sed a periculis cunctis
libera nos semper,
Virgo gloriosa et
benedicta
Lic. Marcelo Eduardo Grecco
Director
4 de agosto del año del Señor 2020
Junto a la Virgen de la Salud
[1] El
Caballero de Nuestra Señora, primera época N 8-9 Mayo- agosto 1985 citado por
el RP Miguel Fuentes en Sembrador… Semblanza y escritos del Padre Carlos
Alberto Lojoya
[2]
Cif. Idem
[3]
Desde que fue dicha por primera vez en pilar esa frase rídicula de Pastores con
olor a oveja, hemos usado esta frase que debe remitir no a cualquier pastor,
sino al Buen Pastor, a ese pastor que reconocemos y que nos conoce, no porque
pierda su identidad, sino por que la reafirma .
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