A Veinticinco Años.

Homenaje al Cardenal Antonio Quarracino Hace veinticinco años, a punto de ir a mi trabajo y viendo el noticiero en la madrugada de aquel sábado 28 de febrero, recibía un “balde de agua fría”, que confirmado más tarde con la oficina de AICA fue uno de los días más tristes de mi vida eclesial. Había muerto mi arzobispo, a quien consideraba mi padre y párroco, ya que desde la muerte del padre Carlos Lojoya nos había alcanzado, con la comunidad de la Visitación, la orfandad espiritual y comenzamos a “errar” por las parroquias de Buenos Aires, sin poner ancla en ninguna. Fue así como me bauticé, “laico errante de Buenos Aires” [1] , aunque esto hiciera reír a más de un clérigo. Siendo de alguna manera fiel de la gran parroquia de la Arquidiócesis con el Cardenal Quarracino como nuestro pastor. Para muchos, el Cardenal era un personaje controvertido. Sin duda, su recorri...