La Patria no se Vende. La Misa no se Profana
Una
de las grandes pérdidas del mundo moderno ha sido saber distinguir entre lo
sagrado y lo profano, esta pérdida se la debemos especialmente a la desgarradora
del progresismo masónico, que se infiltró en la Iglesia, como lo denunciará
Pablo VI, con aquello del “humo de satanás” que había penetrado por las ventanas
abiertas luego del CVII.
Más
de cincuenta años de ataque sistemático a lo sagrado bajo la excusa de querer
congraciarse con el mundo, de un vaciar absolutamente de contenido todo, la catequesis,
la liturgia y la oración, promoviendo además el error absoluto frente a las
cosas más grandes. Si algo ha hecho el progresismo es quitar de la cruz (que
por cierto no predica) el stipes o palium, que es el palo vertical, que eleva,
que marca que Cristo abraza a todos por el patíbulo, el palo horizontal, pero
para ascender al hombre. No, el progresismo ha reducido a la Cruz al patíbulo y
a veces ni a eso porque ha borrado la Cruz, el Sacrificio.
Bien lo aclara el querido padre Sáenz en su
trabajo sobre la Desacralización de la Liturgia, que está contenido en el libro
“La Quimera del Progresismo” en 1981[1], cuando afirma que el
progresismo busca quitarle el aspecto glorificante, no es el fin de la liturgia
ya el dar gloria a Dios, sino un reduccionismo, por eso se afirma que la
liturgia “une” pero no se dice en que, solo se afirma una unidad que más que
unidad es un rejunte, la “fraternidad masónica” como anuncio Menvielle, como
consecuencia lógica. No hay ya ni
aspecto santificante, ni acto contemplativo, ni solemnidad, ni aspecto ritual y
mucho meno jerarquía, donde a la Cabeza de toda celebración no esta sino Cristo,
en cuyo nombre y en su persona actúa el sacerdote. Por supuesto, con todo si no
se respeta el Sacrificio, como esperamos que se respete el Templo, que en
muchos lados paso a ser un “salón de uso múltiples”[2].
Este
horizontalismo es lo que lleva a muchos, incluidos pastores a dejar de ver las
cosas desde la óptica de Dios y para Dios y se miran desde el hombre y para el
hombre, esto hace que la Misa hoy sea valorada sagrada no por lo que es,
Sacrificio de Cristo, sino porque está “en las entrañas del pueblo”. Una acción
degradadora de lo sagrado, de los hombres y de la Iglesia, por aquellos que
imbuidos en la ideología progresista que todo lo destruye y que vaciado de
contenido a la Fe Católica. Y digamos con claridad que esta desacralización en
el orden religioso ha tenido consecuencias gravísimas en el orden social, llegando
incluso a no comprender o a rechazar la sacralidad de la vida inocente.
Saber
distinguir entre lo sagrado y lo profano no es común, ni siquiera entre los
mitrados argentinos, inspirados más en el “Pacto de las Catacumbas”[3], que en el Magisterio de
la Iglesia.
Lo
sagrado, se refiere, desde siempre, “a todo aquello que está dedicado a una
divinidad o a un propósito religioso o espiritual. Está investido de un valor
especial y a menudo se considera intocable o digno de veneración”; mientras que
lo profano, “se refiere a lo que no tiene un carácter religioso o sagrado.
Incluye todo lo relacionado con la vida cotidiana y la esfera secular”. Hasta
el Chat GPT lo reconoce y sin embargo no quienes deben hacerlo y lo que es
peor, predicarlo con el ejemplo.
El Templo es “La
casa de oración en la que la Eucaristía es celebrada y reservada, donde los
fieles se reúnen y donde se adora la presencia de Cristo, es el lugar por
excelencia de la adoración eucarística" (CIC, 2691). Por eso está destinado exclusivamente a la
veneración y al culto, sobre todo aquellos que han sido solemnemente
consagrados. El Templo es sagrado, fundamentalmente, porque en él se celebra la
Acción Sagrada, que es esencialmente la Santa Misa, La Eucaristía que “es
"acción" del "Cristo total" (Christus totus)” . Esta acción
del Cristo al Padre, que la Iglesia celebra
por Él , con Él y en Él. Nos
ilumina el Concilio, tantas veces utilizado para la desacralización, es “la
Liturgia (..) el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos
sensibles significan y, cada uno a su manera, realizan la santificación del
hombre, y así el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus
miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración
litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia,
es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el
mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia”[4].
Es misterio de
Redención, es Sacrificio de amor, pero solo está destinado a Dios y por eso
todo en ella es sagrado, la vestimenta, los vasos, los cantos e incluso quien
la celebra, no por sus méritos sino por la Gracia del sacerdocio que le une de
especial manera a Cristo y que actúa en su Persona.
Aún si la Misa
no estuviese en las “entrañas del pueblo”, la Misa sería sagrada, porque está
más allá de la adhesión del pueblo, hay que tener cuidado con el subjetivismo,
la sacralidad de la Misa o del Templo o de aquello relacionado con ellos, no
depende de nosotros. Aunque sí, la acción del hombre hace brillar o desnaturaliza
la sacralidad, pero ella no depende de nosotros. Como bien anota el Dr.
Montejano, tampoco es una situación “que no está buena”, si no que no es bueno,
ni justo, ni correcto.
El Dr. Montejano
marca con claridad esta diferencia y como ella se sigue de una negación del ser,
no es lo mismo ser que estar y esto entra ya en un terreno filosófico muy claro.
Hablando de la homilía del Primado en San Idelfonso, acota don Bernardino, “Así
no dice: “está mal”, neto y claro, sino en cambio, “no está bueno que se utilicen
las ceremonias religiosas para dividir, fragmentar y partidizar”, y así navega
en la ambigüedad entre lo bueno y lo malo, en un “estar” muy distinto al “ser”.
Hermosa lengua filosófica la castellana que nos permite distinguir entre estas
dos palabras”[5].
Dicho esto,
digamos que repudiamos los hechos acontecidos en la Arquidiócesis de Buenos
Aires, tanto el de la Catedral, como los de la Iglesia de la Santa Cruz y en la
Iglesia Inmaculado Corazón de María del barrio de Constitución.
Tenemos claro
que “la Patria no se vende”, ni por cipayos de derecha, ni de izquierda, pero
no es la Misa el lugar para reclamarlo. Tenemos claro, también, que la acción
de caridad con los más pobres es una obra siempre querida y realizada por la
Iglesia, pero no es el Templo el lugar más adecuado, sobre todo cuando hay
suficientes espacios para realizarlo, tampoco podemos permitir que se use la
acción de caridad de la Iglesia como jugada política, lo repudiamos.
No nos gusta el
actual gobierno y creemos sinceramente que no podemos caer en su trampa de
simulación por ciertas ideas, pero tampoco podemos abrazar ideas y personas que
profanan la Casa de Dios y la sublime oración de la Iglesia, el Santo
Sacrificio de la Misa, La Eucaristía, fuente de amor, centro y culmen.
Debo decir que no
creo en algunas disculpas, si hubiese agallas de pastor, se hubiesen repudiado
en tiempo y forma las injurias a la Santa Misa. Ni el arzobispo puede desentenderse de una
situación en una Iglesia a cargo de una orden religiosa, aunque haya sido
celebrada por un miembro de la orden. Miren me acaba de llegar la información
que el administrador apostólico de Mar del Plata ha suspendido las licencias de
un sacerdote religioso por su por su fidelidad al Magisterio[6]. El ordinario de cada lugar es el
responsable último de la Liturgia, por tanto, el arzobispo debe hacer público
si hizo algún cargo contra el sacerdote que celebro en Santa Cruz, por cierto,
un Templo bastante ligado al marxismo, en lo personal tengo recuerdos de un
atentado contra una persona cercana que tuvo la valentía de repudiar que
durante una ceremonia se cantara “solo le pido a Dios”, con toda la carga
política que ella tiene.
Tampoco el
Vicario General fue tomado en su inocencia, primero porque no es inocente, ha
celebrado esa Misa en más de una oportunidad y el cura que la promueve tiene un
compromiso más por la política que por su sacerdocio. Por tanto, Monseñor
Carrara, sabe muy bien lo que hace y sabe muy bien donde se mete, “no fue
tomado en su buena fe”. Además, como celebrante principal debe inmediatamente
corregir el yerro, su silencio solamente ha validado el acto. Recuerdo un
sacerdote que en conciencia no podía dejar pasar por alto una estrofa de una
canción que era una aberración moral y no dudo en decirlo, provocando que el párroco
leyera la canción y la quitará del cancionero parroquial[7].
Un último
párrafo sobre la unidad y la desunión predicada en estas horas. ¿La Misa une? Si,
a los Santos y los divide del padre de la mentira. No hay unión sin verdad, no
hay unión fuera de la Verdad. La Misa enardece en su favor, alimenta la lucha
por ella, como alimenta la Evangelización que es el anuncio de quien es el
Camino, la Verdad y la Vida.
Invitamos a
nuestros lectores a realizar actos de reparación, a ofrecer sacrificio y a
rezar por nuestros Pastores para que se dejen iluminar por el Magisterio de la
Iglesia y no por tonteras politiqueo.
Supla la gracia
la gran deficiencia de la pluma
[1]
Leyendo este libro y viendo el estado actual de la Iglesia en la Argentina, se
entiende el odio a Paraná, a San Rafael y el desprecio por los buenos pastores.
[2]
Entendemos que haya momentos en que debamos usar el Templo para algunas
actividades no propia. Por ejemplo, una charla o como el P. Emilio Povse cuando
estaba construyendo María Reina en Berisso, que usaba el Templo como aula
provisoriamente, él separaba el Sagrario y el Altar con una cortina, como una
forma de catequesis sobre lo sagrado y lo profano.
[3] Un
pacto realizado por Obispos rebeldes que no se quedaron conformes con la
reforma del Concilio y hoy proclaman un espíritu que se opone en gran medida al
CVII mismo. Esta es la razón por la que los Obispos Argentinos hoy usan la
tautología de “Padre Obispo”.
[4] SC
7
[5] B.
Montejano “Por Fin despertó el arzobispo”
[6] https://infovaticana.com/blogs/cigona/me-dicen-de-mar-del-plata/
Casas más, casas menos igualito que Santiago, los padres Escolapios fueron
vueltos a Mar del Plata por Monseñor Mestre, en estas horas destituido del
Arzobispado de Buenos Aires.
[7] No
es aquí el lugar, pero digamos si realmente sabemos lo que se canta en la
liturgia habitual. Más de un canto deberíamos abandonarlos inmediatamente.
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