RESPETO, AFABILIDAD, EUTRAPELIA, EUCACIÓN, LENGUAJE
¡Respeto por
el hombre! clamaba Saint-Exupéry en su “Carta a un rehén”. Si los se inculcara
esto en el corazón de los hombres, surgirían las instituciones políticas,
sociales y económicas que garantizarían ese respeto.
Ya Aristóteles
advirtió que todo hombre para otro hombre era algo familiar y querido. Y la
filosofía clásica elaboró una virtud para regir sus relaciones corrientes
llamada afabilidad. Pero a las relaciones sociales festivas le asignó otra
virtud: la eutrapelia. Estas virtudes deben formar parte de la educación y
manifestarse en el lenguaje.
La afabilidad
es el deseo de agradar en su medida bajo el control de la prudencia. Si busco
agradar en demasía, soy un adulón; si busco contristar, soy un litigioso.
La eutrapelia
rige a la fiesta. Si busco divertirme sin el control prudencial soy un grosero;
si carezco de espíritu festivo son un amargo.
Un hombre de
bien es afable y divertido y es parte de la educación, formarlo en esa línea.
Eso se traduce en el obrar y en el decir, sea verbal o escrito.
En el diario
“La Nación” de ayer, aparece un artículo del escritor español Arturo Pérez
Reverte, en el cual aboga por el respeto a los demás en el lenguaje, pero su
mismo título, muestra la incoherencia del autor: “Tutee usted a su puta madre”.
Y esto es común en sus escritos que, con buena o mala orientación, son
“adornados” por palabrotas o carajos, tan de moda en la Argentina gracias a
Milei.
Critica Pérez
Reverte el tuteo a jueces y magistrados, pero escribe que “nada tiene de
extraño en un país que ha perdido todo respeto hacia sí mismo… que entre todos
y todas hemos convertido en un esperpento surrealista”.
Reconoce que
su artículo es profundamente reaccionario: “reacciona contra lo grosería y la
estupidez y lo hace utilizando palabras gruesas para que se entienda mejor”.
Señala que el
tuteo no es un problema, sino un síntoma: “Nos hemos vuelto una piara de
tuteadores sin tasa… un lugar donde a dos venerables octogenarios un camarero o
camarera puede preguntar: ¿qué vais a tomar chicos? sin el menor empacho y
donde a un jefe de gobierno los periodistas pueden decirle: oye, Fulano o
Mengano o Zutano y este se para sonriente y los atiende… por no hablar de los
operadores comerciales y demás tocapelotas telefónicos que hablan de tu a boca
de jarro o de los bancos que además del robo y el maltrato te obligan a
soportar su grosería”.
Este era el
lenguaje utilizado por Rodríguez Larrata para dirigirse a sus víctimas con
hipócritas invitaciones a los vecinos para conversar de temas que ya había
resuelto (ej. El Tiro Federal). Y por la clase política en general al pretender
imponer el “lenguaje inclusivo”.
Según el articulista “hablar de usted o de tú no se improvisa… es un
logro, casi un arte hecho de educación, sentido común y experiencia”.
Como observa con sensatez, “tutearse es natural entre jóvenes y entre
quienes simpatizan o tienen trato cercano… No puedes hablar igual a un joven y
a un anciano, como a los compañeros de trabajo o a un desconocido”.
Concluye Pérez Reverte con una consideración general, a tono con lo que
intentamos señalar en esta nota: “La educación, la cortesía, los buenos días,
el dar gracias, el por favor y todo lo demás, o sea, las buenas maneras… hacen
soportable un mundo que la zafiedad y la desconsideración hacen más difícil de
lo que por naturaleza ya es”.
La práctica de un par de virtudes sociales, la afabilidad, anexa a la
justicia y la eutrapelia, anexa a la templanza, transforman a la jungla de
Hobbes en un contexto humano, en el cual, en el marco del respeto, pueden
desarrollarse la amistad y la concordia.
Buenos Aires, enero 29 de 2024.
Bernardino Montejano
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